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Javier García Legorburu
Jueves, 4 de abril 2024
De madre duranguesa y padre albaceteño, Mari Luz Martínez Cenitagoya abandonó la villa con apenas 9 años, rumbo a la tierra de su padre. La Mancha se convirtió desde entonces en su hogar, aunque nunca ha olvidado sus orígenes ni su localidad natal. Desde pequeña ... mostró interés por la pintura y lo que comenzó siendo un hobby acabó convirtiéndose en su seña de identidad. A partir de mañana realizará su primera muestra en la sala de exposiciones Ezkurdi en Durango, bajo el título 'Miradas del Mundo'.
«Los cuadros reflejan cómo me siento en este momento y lo que expreso a través de ellos. Desde que tengo recuerdo, he sentido pasión por el dibujo y ya de pequeña mis padres me llevaron a una academia. Después tuve que ponerme a trabajar y no pude estudiar Bellas Artes, pero siempre he estado relacionada con ese mundo y he dado clases de manualidades y restauración en la Universidad Popular de Albacete», explica.
A los 10 años, y después de mucho insistir a sus padres, empezó a tomar clases en una academia. Allí entró en contacto con los carboncillos y el difumino, pese a que lo que verdaderamente le gustaba era la pintura al óleo. «Pero era pronto aún, me dijeron». Con 14 años, también de la capital manchega, aprendió a dibujar al natural todo tipo de figuras y objetos en todas sus posiciones posibles y realizó su primera exposición.
Durante los largos meses de pandemia, se refugió en su gran pasión, la pintura, afición que había abandonado hasta ese momento y durante 21 años. «Me animaron mis hijas a coger los pinceles y comenzar a pintar. Cada vez me gusta más y he realizado cinco exposiciones, cuatro de ellas en Albacete y otra en Madrid. No puedo dejar de hacerlo. Esta exposición va a ser la más especial porque es mi tierra, son mis raíces y tengo a toda mi familia. Es un orgullo representar todo lo que soy en este pueblo, va a ser algo muy emotivo», subraya Martínez Cenitagoya.
Esta artista siempre ha estado muy vinculada a Durango y regresa casi todos los años. «Venir aquí siempre ha representado para mí una vía de escape», confiesa. Antes y ahora, el arte ha ocupado siempre un papel importante en su trayectoria. «Mis padres tenían un bar y yo dibujaba en las servilletas. Cuando era muy pequeña, cogía un lápiz para garabatear debajo de las mesas», rememora.
El dibujo tradicional en forma de óleo antiguo. Miradas de niños, jóvenes, mayores, grupos de chavales de todas las etnias y culturas... todos se podrán ver en esta muestra compuesta por 26 cuadros que estará disponible hasta el próximo 14 de abril, de 18.00 a 20.00 horas de lunes a viernes, y de 12.00 a 14.00 y de 18.00 a 20.00 el fin de semana.
«Pinto a diario aunque sea media hora. El día que no lo hago, siento que me falta algo. En julio dejé el taller de modista que tenía y fue entonces que pensé en dedicarme a la pintura. Sin horarios. Es el mayor lujo y chute de energía que me ha podido dar la vida», confiesa esta artista de 56 años. «El arte no es lo que ves. Si no lo que haces que otros vean», decía el pintor Edgar Degas. Lo importante es lo que cada uno percibe. «Quiero dedicar esta exposición a mi familia», detalla.
El dibujo a lienzo transmite en los ojos de las personas todo lo que tenemos en el interior. «Me encanta pintar a niños y personas mayores porque transmiten la bondad y todo lo bueno que hay en el mundo. Tienen alegría y transmiten emociones a través de su mirada y sus cuadros», analiza, subrayando que realiza todo a mano sin cuadrícula. «Siempre me quedo con la cosa de que podía haberlo hecho mejor. Me queda muchísimo por aprender», reconoce esta autodidacta.
La idea inicial en su mente da paso a un primer dibujo, enfocando los diferentes colores del cuadro. «Mi familia tiene los cuadros en sus móviles y mi madre mandó a la suya mis cuadros. Dio la casualidad que un tío mío ha sido alumno de José Luis Martínez de Antoñana, presidente de la Asociación Artística del Duranguesado las dos últimas décadas y le enseñó mis obras. Se puso en contacto conmigo y me propuso realizar una exposición», confiesa. Ahora, ya se ha hecho socia de este colectivo de la comarca.
Además de las miradas, también ha realizado paisajes como la zona de Santa Ana de la villa -es la portada de la exposición- o las tres cruces de Urkiola, donde están las cenizas de su padre. «He vuelto a mis orígenes y esta muestra se expone en una época tan bonita como la primavera. Quiero que el público lo disfrute y perciban todo lo que yo siento cuando lo hago», concluye
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