Elorrio celebra la figura de San Valentín de Berriotxoa con una iglesia abarrotada

Uno de los vecinos más contentos con este día era el abadiñarra Luis Bizkarra: «Voy a cantar con mi hermano José en el coro de la basílica. Ya llevamos varios años y queremos ayudar al coro, es un día muy especial», asegura. Su hermana Carmen, que está casada con el elorriarra Carlos Mendizábal, confiesa que «es un día muy importante». «Siempre asistimos a misa porque suele ser muy especial y también solemos disfrutar de los pintxos que sirven en el exterior de la iglesia».

En el pórtico de la basílica de la villa, las monjas Sor Patricia y sus compañeras atendían el puesto de reliquias, estampas y mostachones, los dulces típicos del santo que elaboran las monjas de clausura del convento de Santa Ana, donde se ubica el Museo de San Valentín. «Estamos en Elorrio, en Santa Ana, con las dominicas, hemos venido a celebrar el día de nuestro santo, que fue también dominico. Desde pequeño, sirvió a las monjas en esta comunidad que estamos y vino a despedirse de ellas. Dijo que iba a ser Santo para que Bizkaia tuviera uno», explica.

«Estamos muy contentas y vamos a celebrar su día con mucha alegría, ya que es el segundo año que salimos del convento, antes no salíamos. Las cosas van cambiando. Somos siete compañeras de Kenia y soy la mayor, llevo 13 años en Elorrio y convivimos con otras tres religiosas de la villa», prosigue.

En la eucaristía de este año, en el que fue notoria la ausencia de la alcaldesa Julene Lazkano y los miembros de la formación de EH Bildu, el obispo de Bilbao Joseba Segura alabó la figura de los misioneros y misioneras de la época de San Valentín de Berrio-Otxoa. «Tenían un grado de fe y generosidad que hoy en Europa no es fácil encontrar. Creían que Cristo era necesario para la vida de todos y esta convicción no la tiene tanta gente. Creían en la vida eterna sin todas las dudas que a nosotros nos asaltan, creían a pies juntillas como escuchábamos el domingo pasado que quien busca asegurar su vida la va a perder y paradójicamente, solo quien la entrega la puede encontrar. Fe recia en esta invitación de Cristo a vivir de manera diferente, la que tenían aquellas gentes y como resultado de esta fe, una enorme capacidad de sacrificio y generosidad».

No obstante, Segura considera que «muchos van abandonando la fe de nuestros mayores». «Otros quienes nos consideramos cristianos, tal vez ya no tenemos la convicción y la certeza que lanzó a San Valentín a una misión lejana e incierta. Hoy nuestra fe es más débil, quizás por eso también resulta una capacidad de entrega menor a la de aquellos misioneros y misioneras. Fe Cristiana y generosidad de corazón, dos caras de una misma moneda, tal y como lo hemos podido comprobar en la numerosa gente que en nuestra vida y nuestras familias, ha dejado una profunda huella como inspiración y ejemplo de vivir en solidaridad y generosidad».

Berrio-Otxoa fue beatificado en 1906 y en 1988 recibió la canonización. Hace varios años, el propio obispo de Bilbao, Mario Iceta, anunciaba que San Valentín de Berrio-Otxoa pasaba a ser fiesta en toda la Diócesis vizcaína. Un nombramiento simbólico para muchos, ya que no significaba que pasara a ser patrón de Bizkaia y día festivo, como llevan años pidiendo desde la cofradía.

Precisamente, Segura ha comparado los tiempos de San Valentín con los de hoy en día. «Hemos pasado de aquella capacidad para entregarse totalmente a otra más limitada y condicional acorde con nuestra fe más pobre. Si los contemporáneos de Valentín no dudaban que Cristo era necesario y por eso era importantísimo darlo a conocer en todo el mundo, hoy muchos cuestionan esa necesidad e incluso llegan a cuestionar el sentido de la misión. El cristianismo, sin duda, tiene futuro, pero aquí como en otros campos, Europa pierde protagonismo y deja paso a otros agentes y continentes», puntualiza.

No obstante, el religioso ha recordado que ha estado recientemente en la República Democrática del Congo. «Llego de África con impresiones vivas y recientes. Una iglesia nacional, una iglesia africana. Esto quiere decir que su presente y su futuro ya está en mano de sacerdotes, religiosos autóctonos. Me he encontrado con una iglesia joven, exultante, que celebra la fe entre cantos y danzas expresivos y alegres El tiempo de la misión europea pasó. Ahora los pocos misioneros extranjeros que quedan allí, como nuestro Xabier Goikuria, que ha pasado más de 50 años entre aquella gente, siguen haciendo cosas importantes, pero ya no son necesarios ni protagonistas», explica.

Estas y otras palabras emocionaron a buena parte de los fieles, como es el caso del elorriarra Roman Askasibar. «San Valentín ha sido un mártir allí murió y fue un cristiano a tope, hay que seguir el camino de él. Yo soy casi medio sacristán porque abro las puertas, recojo dinero en la iglesia y estoy en la comisión de economía de la parroquia», añade, antes de alegrarse de que la basílica estuviera llena, aun coincidiendo con un día laborable.

Por último, la joven misionera de Elorrio Jaione López viajará a Filipinas y ha recibido la bendición del obispo. «Quiero ser Padre tus manos, tus ojos, tu corazón. Mirar al otro como tú le miras, una mirada rebosante de amor y ternura. Lo quiero hacer desde la experiencia del don recibido y con la gratuidad de la donación sencilla y cotidiana, al servicio de todos en especial de los más pobres. Ayúdame a multiplicar el pan y curar heridas, a no dejar de sonreír y compartir esperanza. Quiero servir configurada contigo en tu diaconía, gracias por las huellas de ternura y compasión que has dejado en mi vida. En la eucaristía el pan que fortalece mi entrega y me da la vida y en mi debilidad, señor encuentro tu fortaleza cada día», concluye.