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El vecino de Durango, Javier Fondado Uribe (95 años), recuerda con detalle el estruendo de las bombas de la guerra el 31 de marzo de ... 1937 por parte de la aviación italiana, que este lunes la villa conmemorará su 88 aniversario en el que hay 213 víctimas identificadas, la mayoría de ellas mientras asistían a los oficios religiosos celebrados a primeras horas de la mañana.
«Tenía ocho años. Venían aviones de tres en tres entre los montes de Untzillaitz y Anboto. En total, vinieron unos doce durante los dos días del ataque aéreo. Eran antiguos y recuerdo cómo nos miramos y vimos el tremendo ruido y las bombas caían en Santa María, mi prima murió allí mismo. Estaban asistiendo a misa y fueron aplastados todos. Fue tremendo. Nos refugiamos junto a la iglesia de San Pedro de Tabira», subraya este vecino de la villa.
Junto a su madre Raimunda y sus tres hermanas Carmen, Mariví y Charo se escondieron en una pared grande en el exterior del templo religioso. Hoy en día, recorre por allí un río con abundante agua, nada que ver con el escaso caudal que atravesaba hace nueve décadas.
«Estuvimos dos o tres días. Éramos seis hermanos y dos de ellos, Carmelo y Juan Luis, estaban con mis tíos trabajando en el caserío de Garai, había mucha hambre y necesitábamos algo para alimentarnos. Mi padre, en cambio, estaba en la cárcel por ser de derechas», analiza mientras muestra a este periódico el lugar de los hechos.
Dentro de esa iglesia, había cerca de una veintena de soldados viviendo e incluso recuerda que a él siendo un niño le impactó cómo sacaron una cabeza de cordero para comer, en una época en la que abundaba el hambre. «Cerca de allí, había huertas grandes y nos metimos contra la pared en una zanja. Mi hermana nos llevó allí, un ruido tremendo, pensaba que nos mataban. Vimos que caían las bombas, decíamos ¡qué es eso!, nunca se me olvidará, era un chaval, nos impactó muchísimo. En diez minutos bombardearon todo», prosigue.
La villa quedó destrozada y este vecino del barrio de Tabira indica que no les dejaron salir a la calle hasta que pasó un mes después del bombardeo. El panorama era desolador, con todas las calles rotas y la iglesia de Santa María destrozada, mientras él acudía al colegio Maristak Ikastetxea, tras estudiar un tiempo con las monjas Carmelitas de Pinondo.
Precisamente, en el centro educativo, que el pasado sábado recibió una distinción al ser el alumno más longevo dentro de los actos del 120 aniversario, este durangués recuerda que siempre iba con una bolsa de tela en el bolsillo al acudir a las clases. «Cuando volví a casa, mis tíos tenían una panadería en Ezkurdi. Me metía y cogía una barra de pan blanco, algo que estaba prohibido. Mi tía, para disimularlo, tapaba con unos panecillos de centeno negros oscuros que estaban malísimos y debajo colocaba el blanco para repartir a la familia. Con aquella barra, después de comer lo poco que había que eran puerros o alubias, tomábamos trozos de pan con la leche (en forma de sopa) e íbamos a la escuela. Era el alimento», indica con nostalgia.
Diferencias en la educación
Del mismo modo, recuerda la diferencia que había en materia de educación. «No tiene nada que ver con lo de ahora, estábamos todos en bancos corridos y me acuerdo que estudié cuando tenía entre diez y quince años y nos daban clase los hermanos maristas Bernabé, Cornelio, Valentín. Éste último era un profesor buenísimo de artes y oficios», reconoce.
«Ahora, es cuando no hay educación, sobre todo hacia los mayores. Los jóvenes de hoy siempre están con los móviles y redes sociales y saben de todo. Antes, tratábamos con mucho respeto a padres, abuelos… ahora ha cambiado totalmente», prosigue.
Posteriormente, trabajó en la empresa Mendizabal, los jefes iban el último día a analizar los exámenes de fin de curso que hacían de artes y oficios y lamenta la desaparición de fábricas que había en la villa. «En aquella época, nos preparábamos para ser maestros industriales y recuerdos nombres de empresas como Ortíz de Zarate, Estancona, Amilibia, Duñaiturria), ahora no hay ninguna. En mi caso, fui a Mendizabal y posteriormente, me dediqué a la chatarra y chapas», subraya. En aquella época, Durango, tenía 5.700 habitantes, nada que ver con los 30.000 que tiene ahora.
En este sentido, habla sobre las vestimentas y la ropa que utilizaban. «Fíjate cómo son las cosas que yo heredé las ropas de mi primo Anton. No había para comprar», concluye este vecino que tiene intacta la memoria.
A pesar del paso de los años, los recuerdos de aquel suceso siguen estando muy presentes en la memoria de los vecinos y la villa reconocerá a las víctimas en el 88 aniversario del ataque aéreo y reflexionará sobre la importancia de la memoria histórica. La programación de los actos conmemorativos vivirá el día 31 los actos más importantes y el cementerio de la villa será testigo de la ofrenda floral en recuerdo y homenaje a las personas fallecidas en los bombardeos a las ocho de la mañana. Este año, el acto conmemorativo comenzará a las 8.00 horas en el cementerio de Durango con una ofrenda floral en recuerdo a las víctimas de los bombardeos y tras el toque de alarma del primer ataque aéreo (8.30) y el encendido del pebetero en memoria de las víctimas en el pórtico de Andra Mari a las 09.00 horas, se realizará un acto institucional en su recuerdo a las doce de la mañana en la plaza de Ezkurdi. Por la tarde, tras el segundo ataque aéreo a las 17.45 horas, se realizará un acto en recuerdo a las víctimas del bombardeo a las 19.30 horas en el pórtico de Andra Mari, organizado por Gerediaga Elkartea y Kriskitin Dantza Taldea.
Según apunta Gerediaga, este año será especial por dos razones: por ser el 25 aniversario del evento y porque se homenajeará a Jon Irazabal, miembro de la asociación y autor de la investigación más extensa del bombardeo, fallecido en agosto. También, se reconocerán a todas las personas que vivieron los bombardeos de 1937 y fueron víctimas.
«En el acto recuperaremos algunos de los testimonios que Durango 1936 Kultur Elkartea reunió durante años y que ahora se encuentran en la plataforma GARAIA dónde Gerediaga va recopilando diferentes audiovisuales sobre Durangaldea (garaia.gerediaga.eus), y entre ellos, destaca el testimonio de Jon Irazabal, con el que recordaremos cómo inició la investigación de los bombardeos, cuáles fueron los obstáculos que se encontró o los inicios del acto conmemorativo«, explica Gerediaga.
No serán las únicas imágenes que se ofrezcan en el acto. A principios de año, la universidad de Los Ángeles de California ha públicado cientos de grabaciones inéditas del periodista americano William Randolph Hearst. Se tratan de imágenes sobre la guerra civil española, entre las que se encuentran varias del País Vasco. En las grabaciones se muestran momentos de la vida cotidiana y movimientos de tropas.
«En el acto de recuerdo también mostraremos imágenes inéditas de Durango, Amorebieta y Gernika grabadas por el periodista americano en la primavera de 1937. Muestran el destrozo que causó el bombardeo en Durango y aunque sean imágenes sin sonido, transmiten mucho», subraya el colectivo cultural.
El acto será presentado por la duranguesa Irene Garitagoitia Beitia. La música correrá a cargo del durangués Ander Erzilla, con la colaboración de Xabier Amuriza e Izaro Erzilla. Y los bailes de honor correrán a cargo de Kriskitin Dantza Taldea.
Además, este sábado se realizarán visitas guiadas, dentro del recorrido 'Aztarnak' a las 10.30 y 16.30 horas y comenzará en la plaza Ezkurdi. También, el museo Kurutzesantu será escenario de la ponencia 'Trabajos de prospección en Saibi y resultados en el momento actual' a las 12.00 horas, con la presencia de la responsable de Aranzadi, Lourdes Herrasti y de Kepa Ganuza, de Euskal Prospekzio Taldea.
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