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MANUELA DÍAZ
Lunes, 13 de marzo 2017, 02:18
A los vecinos del barrio San Fausto de Durango el tiempo les ha dado la razón. Un informe elaborado por el Ayuntamiento revela que en las viviendas anexas al polígono ubicado en este enclave se superan cada hora los niveles permitidos de ruido. Es más, ... con respecto a la última medición llevada a cabo solo siete meses antes, se han incrementado los valores una media de cinco decibelios. Los afectados reclaman que el último polígono que todavía queda activo en el casco urbano de la villa salga al extrarradio.
«Han traído el infierno a nuestras casas», apunta Aritz Fernández, portavoz de la plataforma contra el ruido de San Fausto. El informe elaborado por el Centro de Estudio y Control de Ruido revela que de noche, cuando el límite establecido es de 50 decibelios, los niveles oscilan entre los 58,4 y los 79,3 en algún punto. Y de día, cuando el máximo son 60 decibelios, se sitúa entre los 59,3 y los 64,7 decibelios.
«Los vecinos ya lo esperábamos y habíamos constatado un aumento de la producción y del ruido. Es como tener una autopista con coches las 24 horas del día pasando por ahí», admite Fernández, cuya vivienda, ubicada en la calle Urkiaga Torre, comparten muro con el polígono industrial. Las compañías, por su parte, no han escatimado a la hora de aplicar las medidas correctoras sugeridas por el Ayuntamiento durangués para tratar de atajar el problema. Entre las soluciones adoptadas se encuentra la colocación de paneles acústicos en sus fachadas y apantallamientos en los focos de ruido.
Tres focos principales
Sin embargo, el informe elaborado tras las mediciones realizadas a finales del pasado año «no deja lugar a dudas». Fija tres focos principales que son el tráfico de la calle Montorreta y la actividad de las empresas CMI, dedicada a la construcción de máquina herramienta y mecanizado de grandes dimensiones, y Jesús Oñate, especializada en el forjado de elementos de fijación y piezas técnicas. «Los miembros de la plataforma no queremos que nadie pierda su puesto de trabajo, faltaría más. Pero lo lógico es que estas fábricas trasladen su actividad a un polígono industrial y no que continúen en el núcleo urbano con viviendas a pocos metros de distancia», explican.
Entretanto, «llevamos años sin pegar ojo por las noches y a algunos vecinos la situación les provoca insomnio, migraña crónica, ansiedad y depresión», recalcan. Aseguran vivir «enclaustrados» los meses de verano porque cada vez que abren la ventana «es una pesadilla». El Ayuntamiento, por su parte, recalca que «nuestra disposición en este asunto es máxima y continuamos estudiando medidas para intentar resolver el problema», explicó la alcaldesa, Aitziber Irigoras. Pero los afectados solicitan que se tomen medidas a corto plazo y que se inicien las negociaciones para el traslado de las plantas.
Los tres bloques de viviendas de Urkiaga Torre se construyeron a finales de los 50 y no fue hasta hace 17 años cuando se levantó el polígono, que da servicio a media docena de empresas. «Fue terrible que les dieran la licencia, no solo por su ubicación sino porque separan el barrio del resto de Durango», apunta Fernández. La plataforma vecinal denuncia también malos olores e inseguridad.
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