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Sábado, 31 de mayo 2014, 00:36
La sonrisa infantil de los más desfavorecidos volverá a ser la protagonista de este verano en la comarca. Para ello, la organización, Río de Oro Durango, que promueve la acogida de niños discapacitados del Sahara, repetirá la experiencia pionera del año pasado, en colaboración con la Asociación de Vecinos Herria y el Ayuntamiento, que posibilitó que ocho pequeños y pequeñas pasaran un verano inolvidable en la comarca. En el segundo campamento, tomarán parte once saharauis que padecen parálisis, problemas visuales y auditivos, Síndrome de Down o autismo. «Repiten todos los del año pasado, excepto uno que falleció en el campamento, y hemos sumado a otros cuatro», explicó del Arco.
El grupo volverá a hospedarse durante julio y agosto en la vivienda que Cáritas gestiona en Izurtza. «La experiencia fue estupenda y todo salió genial. Por eso, creemos que este proyecto debe seguir adelante», apuntó Mikel del Arco, uno de los jóvenes que han promovido esta iniciativa. En su última visita a Argelia, los durangueses Mikel de Arco y Claudia Odriozola, la iurretarra Maider Caballero y el recién incorporado Aitor Lejarazu, de Abadiño, seleccionaron «al grupo más necesitado de entre los refugiados».
Para ayudar a cubrir los cerca de 14.000 euros que cuesta sacar adelante el proyecto, han organizado el espectáculo Bailando el silencio de la artista Rakel R.R. y de sucompañía Arymux, que tendrá lugar mañana a las 19.30 horas en el Plateruena Kafe Antzokia. La propuesta, que fusiona la música, la danza y la lengua de signos, acaba de llegar de Italia y ha recorrido numerosas ciudades colgando el cartel de «no hay entradas». La obra integra a más de 30 personas sordas y oyentes, entre presentadores, intérpretes de la lengua de signos, bailarines y actores de diferentes compañías y escuelas de danza y teatro de Bizkaia.
No cabe duda de que su estancia en Izurtza reportará al grupo, compuesto por 6 niños y 5 niñas, múltiples beneficios. «Cubrimos las necesidades que tengan en materia de salud, procuramos que reciban una alimentación adecuada para el invierno y a la vez les alejarlos de las duras condiciones que viven en verano en el Sahara con temperaturas de hasta 50 grados», comentó Del Arco.
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