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Un alumno mayor vigila a los más pequeños en su hora de estudio en una imagen captada a finales de los años cincuenta JUANAN CARBALLO
180 años con los jesuitas en Durango

180 años con los jesuitas en Durango

Legado ·

El historiador Juan Antonio Carballo publica un libro reivindicando su legado social y educativo en la villa

Lunes, 3 de junio 2024, 19:44

Risibilizar la labor social, educativa, religiosa y deportiva de los jesuitas en Durango. Con ese objetivo, el historiador Juan Antonio Carballo ha editado una publicación que recoge la presencia de dos centenares de religiosos en la villa a lo largo de 180 años. «Este libro lo planteamos porque la comunidad iba a abandonar Durango en el año 2020 para trasladarse a otras zonas como Loiola (Azpeitia), Indautxu (Bilbao) o Tudela (Navarra).

El trabajo estaba adelantado porque en el año 2005, cuando se cumplió el 125 aniversario del centro, recuperamos textos del padre Vicente Zavala con apuntes que había en el colegio y también entrevisté a unos cuantos jesuitas… Hice fotografías y textos y los profesores del colegio tradujeron estos al euskera. Años después, quería retomar el libro y ensalzar su legado», subraya Carballo.

«Concibo el libro como la oportunidad de rendir un pequeño homenaje al colegio de mi vida, en el que he sido alumno y profesor. Me junté con Koldo Katxo, el último superior de la comunidad y decidimos realizar la publicación 'Los jesuitas en Durango: 1841-2020'», explica Carballo, un trabajo basado en las pesquisas que su autor puso en marcha hace casi dos décadas.

Clases de latín y gramática

Dividido en cinco capítulos, la obra refleja la historia de este centenario colegio. En 1841, los hermanos Barrenetxea y el padre Olano comenzaron la andadura de los jesuitas en el municipio. «Eran durangueses que habían residido en Bélgica y que decidieron volver a su pueblo, aprovechando las circunstancias políticas de la época. Se puede decir que esos fueron los inicios en un Durango muy vinculado a la Iglesia y de fuerte carácter conservador. Fueron muy bien recibidos por los vecinos y comenzaron a impartir clases de latinidad y gramática», detalla el autor.

A finales de 1880, la comunidad optó por levantar un colegio apostólico para vocaciones religiosas denominado San José Jesuitak. Su objetivo era crear vocaciones para las distintas órdenes eclesiásticas. En la década de los 60 y 70, se produjo un cambio acelerado. Conscientes de la deriva que tomaba el mundo, empezaron a acercarse más a la sociedad civil. «Tenían una mentalidad más abierta, recibiendo a todo tipo de alumnos, no sólo a aquellos con vocación religiosa», detalla. Fruto de este escenario, en el curso académico 1962-63 llegaron los primeros profesores laicos.

El historiador Juan Antonio Carballo posa con el libro J.A.C

«Fue un tiempo de cambios para la educación en general, que dejó de ser algo tan formal. Algunos jesuitas eran muy rectos, atrincherados en despachos donde era casi imposible entrar a una época de apertura, con curas muy jóvenes. Recuerdo a la figura de Juanjo Moreno, profesor y 'alma máter' del baloncesto en el colegio, donde permaneció 44 años . También me influyó mucho Simón Odriozola, que daba clase de Historia, o el hermano Loero, mi entrenador de fútbol», recuerda Carballo emocionado.

Este vecino de la villa también tiene un recuerdo para la primera maestra que tuvo el colegio de Durango, llegada en 1965. «Tenía 9 años cuando llegó Conchi Zabaleta, la primera señorita docente. Me acuerdo mucho de gente así, todo te influye. La década de los 70 coincidió con los últimos años del franquismo y la posterior transición democrática. Hubo mucho movimiento político en el centro, con jesuitas pintando pancartas en favor de la amnistía. Era un colegio muy dinámico y en lo deportivo apostaron mucho por disciplinas como el fútbol, el baloncesto, la pelota…», subraya.

Actualmente, el centro cuenta con más de 1.000 alumnos. También hay que destacar su proyecto a favor de los inmigrantes con el denominado 'Jesuiten Etxea' siendo una casa para cientos de personas que recalaban en el municipio y que ahora se ha transformado en un proyecto con la asociación Ignacio Ellacuría.

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