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Los hosteleros vizcaínos están 'eléctricos' por el incremento de la factura de la luz. En algunos casos, el importe de los recibos ha llegado casi ... a cuadruplicarse. En concreto, el propietario del Kasko, popular restaurante del Casco Viejo de Bilbao, ha pasado de pagar 1.500 euros a 5.200 al mes, mientras que a los establecimientos de menor tamaño la factura se les ha triplicado. Este porcentaje les ha llevado a abonar de media 1.700 euros frente a los 500 que les venían cargando antes del verano. Más impactante ha sido el último recibo que le ha llegado al dueño de uno de los 12 restaurantes vizcaínos con estrella Michelin: más de 9.000 euros.
El sector teme que muchos establecimientos se verán abocados al cierre de no poner freno a esta escalada inflacionista. La Asociación de Hostelería de Bizkaia (AHB) ha puesto el grito en el cielo y apoyado las iniciativas planteadas por sus homólogos del resto del país, como la creación de bonos eléctricos para «salvar miles de empresas y empleos». También han secundado el envío de cartas a los principales operadores energéticos mostrándoles su preocupación por el incremento del precio de la electricidad, que superó el 60% el pasado agosto respecto al mismo periodo del año anterior.
La energía representa entre el 6% y el 8% de los costes de un negocio hostelero, según Héctor Sánchez, gerente de AHB, por lo que una subida de un tercio, calcula, puede provocar un aumento de entre el 2% y 3% de los gastos fijos. Este aumento ha colocado en la cuerda floja a un gremio castigado por el estancamiento del consumo, ya que el coste medio de un local de restauración «puede situarse actualmente entre 3.000 y 6.000 euros».
Frente a esta situación, los afectados han reclamado la búsqueda de contratos «más flexibles y adaptados a la realidad» y la rebaja de los impuestos eléctricos. «Esto es insostenible», lamenta la dueña del restaurante Lasa. «En julio pagué 1.003 euros, al siguiente 1.300 y en septiembre 3.432. ¡Con los mismos kilovatios consumidos», protesta Susana Martínez, preocupada por las consecuencias del aumento generalizado de los costes. «De lunes a miércoles cerramos a las cinco de la tarde porque no merece la pena seguir trabajando. No nos salen los números», admite.
Patxi Renteria, dueño del pub Bowie de Gregorio de la Revilla, se pone en lo peor y barrunta una cascada de cierres de no rebajar las cargas impositivas. «No puede ser que pasemos de pagar 400 euros a 1.400», advierte. Esta espiral se produce, asimismo, en un momento especialmente delicado. El 75% del sector ha cuantificado en un 54,5% la reducción del tique medio de los clientes.
Además, las previsiones para el último trimestre resultan muy poco halagüeñas. El 71,3% de los encuestados cree que la facturación será inferior a la del mismo periodo de 2019 y más de un 80% considera que las ventas caerán por encima del 10%.
1.541euros suponen los impuestos en una factura de 3.500 euros. «No es de recibo que la mitad de la factura se vaya en impuestos», lamentan los afectados.
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