Las fuertes rachas de viento complican la operación salida en 'La Paloma'

Esta situación derivó en inevitables retrasos y en que los pasajeros del vuelo con destino a Múnich se quedaran en tierra. Como ya viene siendo habitual cada vez que el aeródromo vizcaíno registra fuertes rachas de viento sur, los cambios horarios y las cancelaciones precedieron a largas colas en los distintos mostradores reclamando explicacione y algunas compensación.

La realidad es que la meteorología en Bizkaia no acompañaba ni a quienes venían a visitarnos ni a aquellos que marchaban. Euskalmet activó un aviso amarillo por las fuertes rachas de viento que se registraron en el territorio y que estará en vigor hasta esta media noche.

De hecho, la estación meteorológica del aeropuerto de Loiu llegó a registrar rachas de viento con una intensidad de 83 kilómetros por hora. Fue el punto de medición donde ayer se alcanzó el récord de intensidad, seguido por el cabo de Matxitxako, con 77 kilómetros por hora, y Punta Galea, con 71.

Esta situación derivó en que por la tarde la actividad en los parques de bomberos fuera intensa. En Galdames y en Güeñes tuvieron que movilizar numerosos efectivos para retirar árboles caídos de la calzada. Mientras, en Alonsotegi, Algorta y Getxo intervinieron para asegurar la sujeción de construcciones que podían caer a consecuencia del vendaval.

«Escapar del Bilbao gris»

La sensación de la tarde en el aeropuerto contrastó con una mañana que transcurrió con total normalidad. Miles de vizcaínos tomaron un avión desde 'La Paloma' para disfrutar de la Semana Santa. Es el caso de Ángel Raya y su hija Ane, que pasarán cinco días en Tenerife. «En estas fechas nos gusta escapar del Bilbao gris y buscar calor», comentaban en la larga cola para facturar maletas. A unos metros se encontraban María Giménez y Eduardo Edorta junto a sus dos hijos, de 10 y 12 años. Lo de descansar en Semana Santa no va con ellos y marcharon a París. «A París no, a Disney», matizaban los pequeños.

Si una de las esperas era ayer especial es aquella con destino Sevilla, donde se juntaban pasajeros con emociones contradictorias. «Hemos estado cinco días en Euskadi y no ha parado de llover», lamentaba una pareja de sevillanos. «Pasaremos cuatro noches y volveremos», explicaban con resquemor Ander Aguirre y Jon Reyes, dos amigos a los que les gustaría quedarse más y vivir la final de Copa, pero se lo impide el trabajo. Quien sí se acercará a La Cartuja será María Álvarez, de 32 años, que pasará unos días en Cádiz junto a sus padres para después reunirse en la capital hispalense.