El dolor de no ser crucificado
Pasión Viviente ·
La frustración de los primeros momentos por no poder interpretar a Jesús dio paso a un mensaje único: «La salud es lo primero», señalan los nazarenos de Balmaseda, Arkotxa y DurangoPasión Viviente ·
La frustración de los primeros momentos por no poder interpretar a Jesús dio paso a un mensaje único: «La salud es lo primero», señalan los nazarenos de Balmaseda, Arkotxa y Durangosergio llamas | LEire Pérez | Manuela díaz
Jueves, 9 de abril 2020, 00:19
Balmaseda
Sergio Llamas
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La Cruz tendrá que esperar otro año. Rubén Vadillo, el arquitecto balmasedano que iba a encarnar a Jesús en la Pasión Viviente más famosa de Bizkaia, deberá conservar la melena y la barba al menos durante otros 12 meses. «Cuando me comunicaron que ... este año se cancelaba tuve sentimientos muy contradictorios, pero la salud es lo primero», resume este joven de 33 años que inició los ensayos en el mes de noviembre. «Cuando se anuló recibí un montón de llamadas de ánimo. Lo cierto es que hay mucha tensión acumulada y mucho esfuerzo de un montón de gente, aunque a mí me toque ser la cara más visible. Por mi parte, estoy agradecido de que el año que viene se me dé una segunda oportunidad. Siempre hay más tiempo para prepararlo», anima.
La última vez que se anuló la Pasión Viviente de Balmaseda fue en 1964. Entonces los medios para comunicar a la población la decisión no eran tan rápidos y se preveía un tiempo nefasto. Finalmente, el diluvio que se esperaba no llegó, pero para entonces todos los preparativos ya habían sido cancelados. Desde entonces, la cita, que moviliza a cerca de 700 vecinos del municipio, se ha venido celebrando año tras año sin importar la meteorología.
Más allá de la cancelación, Vadillo es muy consciente del daño que está haciendo la pandemia, también en su pueblo. El domingo perdió a una tía abuela que residía fuera, y tiene varios amigos cercanos a algunos de los mayores que han fallecido en una residencia de Balmaseda, donde la enfermedad está mostrando su cara más cruel. «La situación nos ha sobrepasado a todos. Lo que hay que hacer es proteger a los más vulnerables», subraya.
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Estos días Vadillo se ha llevado a casa el trabajo que normalmente realiza en el estudio Argi del municipio. Desde allí celebrará la última cena conectado 'online' con su cuadrilla, los miembros del txoko Yemaya, donde ya hay unos cuantos jóvenes que han encarnado a Jesús en el pasado. De este grupo también salen varios voluntarios de la Pasión que este año iban a acompañar a Rubén en su Vía Crucis. «Quedaremos por internet y algo haremos», advierte el joven.
De momento, la cuarentena la lleva bien. «Sigo una rutina y se hace más llevadero. También tengo una bici con rodillo, así que soy un poco privilegiado porque puedo seguir haciendo algo de ejercicio», explica el balmasedano, que para preparar el personaje venía realizando spinning, natación, salía a correr, hacía bicicleta y algo de gimnasio. La parte psicológica, la más dura del papel que le toca interpretar, por desgracia también se está entrenando estos días. «Sufres una desilusión, pero el apoyo y el cariño de la gente ha sido muy fuerte y se nota que ahora la gente está más unida que nunca», celebra.
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En cualquier caso, al margen de la cuarentena, esta no será una semana cualquiera en Balmaseda. La asociación Vía Crucis Viviente ha programado varias actividades a través de su página web (www.viacrucisbalmaseda.com) como la retransmisión de la última cena del año pasado hoy, Jueves Santo. Será a partir de las 21.00 horas, cuando también se ha invitado a los balmasedanos a que salgan al balcón con una vela encendida, o algún otro tipo de luz, y se rinda un minuto de silencio en homenaje a los fallecidos por el Covid-19. Mañana a las 9.30 se repetirá el minuto de silencio y luego se retransmitirá el Vía Crucis grabado el pasado año. A las 21.30 se volverá a los balcones. «Se trata de tener un recuerdo a nuestra Semana Santa y a nuestros antepasados. Estos días muchos balmasedanos ya han puesto fotos de la Pasión Viviente en sus perfiles de las redes sociales», explica el presidente de la asociación, Pedro Salinas.
Arkotxa
Leire Pérez
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Suspender un acto en el que se lleva más de seis meses invertidos, siempre es un varapalo. Pero si además se retoma, como es el caso de la Pasión de Arkotxa, que el año pasado no llegó a celebrarse, la angustia y tristeza que genera entre sus protagonistas es incalculable. Eduardo Chaparro, un vecino de Arrigorriaga de 47 años, pero «de Arkotxa de toda la vida», tenía la enorme responsabilidad de ponerse en la piel del Nazareno. No era la primera vez que asumía el papel más destacado de la representación viviente que recorre cada Semana Santa las calles del barrio de Zaratamo. En 2017 ya cargó con una cruz que supera los 80 kilos de peso. El acto que nació bajo el paraguas de la Iglesia para mejorar las relaciones entre los autóctonos y quienes llegaban en busca de un jornal con el que dar de comer a su familia cumplía este año 54 ediciones.
Desde el mes de octubre Chaparro se ha pasado todos los sábados ensayando en los locales de Gaztek Abi, en los bajos de la parroquia, aunque lo cierto es que la preparación viene de antes. «Es casi como si llevásemos dos años al no celebrarse en 2019», reconoce.
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Para representar el papel con la mayor similitud posible llevaba tiempo sin pasar por la peluquería. Incluso se había inscrito al gimnasio «para bajar unos kilillos». Ante la incertidumbre, se está pensando lo de cortarse el pelo. Lo cierto es que lo único que está claro es que esta semana no habrá Pasión Viviente. ¿Más adelante? Tampoco se sabe.
«Tenemos la cosilla de poder salir en otra fecha, aunque se está complicando. En septiembre -la opción que presenta el Obispado- nos parece muy tarde», admite. Una posibilidad sería celebrar la Pasión «en junio, antes de verano». Todas las hipótesis están sobre la mesa. «Nos vamos a reunir estos días por videoconferencia y lo decidiremos», anuncia.
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De momento, conserva la corona de espinas de la primera vez que actuó. «Pocos han repetido. El Cristo es una vez, yo iba a hacerlo otra porque no había nadie y es una gran responsabilidad. Tenemos candidatos para próximos años, pero alguien tenía que servir de referencia», admite.
Por ello, en caso de que la representación se retrase un año, está en duda que siga representando el papel. «Tengo 47 años, si se pospone al año que viene, quizás no salga. Lo ideal es que sea una persona joven. Hay que tener mucha fuerza física, porque en las caídas rebota la cruz y los latigazos duelen aunque intenten darte de forma suave. La otra vez hubo un momento en que lo pasé fatal. Tuve un moretón en la zona en la que apoyaba la cruz que permaneció veinte días», echa la vista atrás.
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Durante estos dos últimos años Chaparro ha formado parte de la dirección, se ha empapado de los distintos papeles que el cine ha dejado para el acervo histórico y cultural. «Queríamos que la Pasión se asemejase lo más posible a la realidad», comenta. «Esta edición volvía con más fuerza que nunca porque estábamos más unidos y habíamos preparado bastantes novedades, los cambios eran hasta arriesgados», admite.
El trabajo de documentación ha sido arduo. «Hemos dedicado mucho tiempo y la dirección se ha reunido muchas veces para trasladarlo después a los ensayos», menciona. Aún así, resalta que «lo importante es la salud». «Podremos seguir ensayando para que cuando lo celebremos sea perfecto», se conforma. «Nos ha fastidiado mucho porque hay más de 200 personas implicadas, no solo los que salimos, había mucha gente por detrás», revela. Y a ellos les quiere agradecer su trabajo: «A todos los que componen y participan en la Semana Santa de Arkotxa por el trabajo y dedicación de este año, aunque no salgamos», finaliza.
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Durango
Manuela Díaz
Los nervios del día previo a la representación, ese cosquilleo que a pesar de la experiencia creada en los 24 años que lleva interpretando papeles en La Pasión de Durango, se han convertido estos días en una amarga sensación de impotencia. «Todo el trabajo realizado durante el año, reuniones, ensayos, encajar diferentes papeles, negociar los patrocinadores… todo se ha ido al garete y es una pena, pero...», explica el joven Egoitz Iraurgi al otro lado del teléfono. La salud y protección de todos va por delante.
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Ha preferido quitarse la poblada barba y raparse los rizos que tanto el año pasado como en anteriores ediciones le han caracterizado en el papel de Jesús. Es su manera, al fin y al cabo, de cerrar la que hubiera sido la vigésimo séptima edición de esta peculiar puesta en escena, que consiste en tres representaciones, entre el miércoles y viernes de la Semana Santa, en la plaza de Santa Ana.
Desde que tenía seis años, esta será su primera Semana Santa sin salir a las calles de Durango vestido como lo hicieran en los tiempos de Cristo. Egoitz, que admite no ser creyente, se involucró en la representación viviente, siguiendo los pasos de su tío Roberto Asategi y de su madre, Inés -con la que compartió protagonismo en 2016 como Jesús y María-, y su hermano Jon Iraurgi. Ha interpretado papeles secundarios, hasta conseguir un papel de capitán y lictor y desde hace cinco años el de Jesús. En este tiempo, este troquelista de 30 años, ha querido darle un toque especial y dotar a su personaje de un estilo «más revolucionario». Interpretar a un «Jesús que iba contra las leyes de aquellos tiempos, alguien que daba la cara», admite.
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De los nervios y euforia de su primera actuación como el hijo de Dios recuerda esa sensación de plenitud que supuso conseguir el primer papel. «Fue lo máximo, pero con los años te das cuenta de que lo verdaderamente importante es toda la gente que está en la plaza siguiendo cada palabra, cada gesto», afirma. Siempre se ha sentido «mimado» por parte de los cientos de personas que asisten a la representación. «Sin ellos, sin sus ánimos ni su vitalidad, no habría Pasión», afirma Egoitz. Y tampoco, insiste, «la habría sin las más de 130 personas que participan en ella».
Susana Alarcón, presidenta de la asociación Juan de Iciar -que retomó hace 27 años la puesta en escena de mediados del siglos pasado- insiste en que suspender la escenificación era «lo más prudente». No aplazarán la actuación para el otoño, ya que fuera de Semana Santa «no tiene sentido», afirma quien iba a representar el papel de María por segundo año consecutivo. Ayer no se despegó de la pantalla del ordenador para ver la grabación del ensayo general, único que se permite grabar o fotografiar, del pasado año. Dos horas y media de grabación que se pueden ver en Youtube. Es la primera vez en 27 años que se suspende la celebración, sin tener en cuenta, la cancelación de alguna función por inclemencias meteorológicos.
Susana mantiene su mente ocupada a través del teletrabajo. Lo más duro para ella será el haber tenido que posponer el tributo que se iba a dedicar a dos de los miembros de la asociación que han fallecido en el último año. Juanjo Echarte, uno de los fundadores de la asociación Juan de Iciar y director de la Pasión, y a José Ignacio Txintxurreta.
Esta duranguesa de 44 años, que se incorporó hace seis años a la asociación, después de que lo hicieran su esposo y su hijo mayor, que ahora cuenta con 14 años, admite que aprovecharán estos días de Semana Santa para ver alguna otra Pasión y «aprender y seguir formándonos».
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