La Diputación quiere blindar a los chóferes de Bizkaibus ante el «inédito» auge de agresiones

El Departamento foral de Transportes movió ficha hace unos días, a las puertas de la huelga de 24 horas a la que están llamados mañana los casi 1.600 profesionales de los autobuses interurbanos vizcaínos. Está convocada por todos los sindicatos con representación en el comité de empresa para protestar por el aumento de las vejaciones que padecen al volante y la «normalización» de estas conductas entre los viajeros. La Diputación tiene constancia de seis denuncias por casos graves desde 2021, pero las centrales aseguran que se registran incidentes casi cada día y que desde que arrancó el año hay «dos agresiones físicas al mes».

Aunque no parece que haya opciones de que el paro se desactive, las tres partes implicadas han abierto un canal de comunicación una vez que la Diputación ha asumido la gravedad de una situación «insostenible» para los sindicatos. «Nos encontramos ante un auge de la violencia que no es exclusivo del transporte público, algo está pasando en la sociedad después de la pandemia para que en un servicio como Bizkaibus, en el que los viajeros son habituales y reconocen a los conductores porque siempre son los mismos en las mismas rutas, pasen cosas así», lamenta la diputada del área, la socialista Sonia Pérez.

La instalación de mamparas aislantes, cuyo coste oscilaría entre los 6.000 y los 13.000 euros en función de las características de cada una de las 336 unidades de Bizkaibus que funcionan actualmente, será el primer punto del orden del día de la Comisión de Seguridad de Bizkaibus que va a constituirse y convocarse por primera vez en la historia a la vuelta de la Semana Santa. El modelo a seguir es el de los autobuses urbanos de Madrid, y no es una cuestión nueva. El encapsulado se sopesó años atrás pero se acabó descartando porque, pese a mejorar la seguridad, algunos chóferes alertaron sobre su sensación de «claustrofobia», problemas para entrar y salir del habitáculo y ciertos reflejos que dificultan la conducción cuando el sol da de cara.

La batería de medidas preventivas que la Diputación va a poner sobre la mesa es más larga, aunque las fuentes consultadas reconocen que el momento no parece el mejor para cambios estructurales de calado en los autobuses. Las concesiones de Bizkaibus están a punto de caducar tras diez años en vigor, así que habría que ver la disposición de las adjudicatarias actuales para realizar inversiones económicas, y el Departamento foral de Transportes también anunció hace unos meses un plan de descarbonización que pasa por ir renovando paulatinamente la flota por nuevas unidades que no contaminen.

Sea antes o después, otra de las propuestas pasa por la modernización del Sistema de Asistencia de Explotación (SAE) que llevan incorporados todos los autobuses. Se trata de toda la tecnología de a bordo, y la Diputación pretende avanzar este mismo año el proceso para instalar un nuevo sistema de cámaras. Actualmente graban el interior de todos los 'bizkaibuses' pero las imágenes solo se revisan cuando existen denuncias. La idea es crear una nueva central de vigilancia que monitorice todas las rutas y esté pendiente en directo gracias a la instalación de un nuevo software que alerte cuando en una unidad se detecten movimientos excepcionales o «cosas raras».

Parte del SAE es también el 'pisón'. ¿Qué es? Un botón del pánico que los conductores de Bizkaibus tienen cerca del volante desde hace dos décadas. Les conecta con una centralita, y aunque se usa para alertar de incidentes lo cierto es que no fue concebido para eso sino para avisar de averías e incidencias durante el servicio. Mejorar el 'pisón' también requiere mejorar los protocolos de respuesta ante agresiones, formar a las personas que reciben el aviso y ajustar la coordinación con la Ertzaintza. En este sentido, Transportes también va a pedir al Departamento vasco de Seguridad que a la hora de determinar el despliegue de sus patrullas por Bizkaia esté «más cerca» de las «líneas críticas» de autobús: se refiere a las nocturnas y las que recogen pasajeros de discotecas, fiestas patronales y eventos.

Además de estas medidas, cuya implantación depende de que el Gobierno foral, los trabajadores y la parte social lleguen a un acuerdo, el Departamento de Transportes también ha solicitado a las empresas concesionarias que recuerden a los 1.264 chóferes, el 12,5% mujeres, el protocolo de seguridad marcado en la normativa de Bizkaibus. Una de las normas principales es que los conductores no abandonen el asiento del volante en ninguna circunstancia y que mantengan la calma cuando se encuentren con viajeros agresivos. Aunque no parece que eso sea tan sencillo. La instrucción viene a cuenta de una reciente sentencia desvelada por este periódico en la que un juzgado de Bilbao ha condenado a una conductora a una multa de 210 euros por un delito leve de lesiones sobre una viajera menor de edad que la había atacado primero.

Lo que ya han descartado todas las partes es la presencia de seguridad privada en las unidades de Bizkaibus. Su presencia es habitual en otros transportes como el metro y el tranvía, aunque portavoces forales aseguran que «no son servicios comparables».