«Lo más difícil de entender es la hora boliviana, no le dan valor al tiempo»
Vascos de altos vuelos ·
Este ermuarra llegó al país andino con una ONG para impulsar la educación de personas con discapacidad intelectualVascos de altos vuelos ·
Este ermuarra llegó al país andino con una ONG para impulsar la educación de personas con discapacidad intelectualLunes, 3 de septiembre 2018, 01:24
Viajó desde su Ermua natal el 2 de febrero de 2013 con destino a La Paz. Y sigue instalado en esta ciudad boliviana desde entonces, aunque en un principio su estancia estaba planificada únicamente para un año.. Salvador Vega Rueda, conocido como Gaizka ... en su pueblo y 'el vasco' en su nuevo entorno, siempre está dispuesto a echar una mano allí donde haga falta. «Vine aquí porque quería colaborar con algún país en desarrollo y apareció la posibilidad de viajar a Bolivia gracias a la ONG Soldebo-Solidaridad y Desarrollo de Bolivia», relata.
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Este docente de 44 años, con un máster de especialización en Educación y Actividad Motriz, es director de la carrera de Ciencias de la Educación y responsable de los estudios de Técnico Superior en Educación Parvularia en la Universidad Salesiana de Bolivia. Además, es pionero en fomentar la educación especial en el país andino, como impulsor del centro ocupacional Lurañani para personas con discapacidad intelectual.
«Destino a mi trabajo bastantes horas al día, aparte de numerosas reuniones dirigidas a planificar acciones de mejora, nuevos planes educativos y verificar que los programas que tenemos abiertos sean de calidad. El resto de las horas se las dedico a la familia», señala. Además, le gusta hacer deporte y viajar. «Por suerte, he estado en los cinco continentes, colaborando a veces con ONG. Los lugares que más me han impactado han sido Senegal, Tailandia y lo poco que vi de Camboya», destaca.
A lo que más le costó adaptarse nada más llegar a La Paz fue a la altura. Después fue haciéndose a ciertas actividades cotidianas, como por ejemplo el «caos del tráfico» y «los constantes paros, ya que las protestas gremiales afectan diariamente a toda la ciudad». Pero sobre todo, subraya, lo más difícil de entender es «la hora boliviana, que consiste en no darle valor al factor tiempo, por lo que pocas personas respetan los horarios de reuniones, inicios de clases, etc.», asegura.
Otra de las cosas que le llamaron especialmente la atención es que la dureza de las condiciones climáticas afecta también en el modo de socializar y forjar amistades. «Mientras que las relaciones personales son constantes en Euskadi, en La Paz se dan de otra manera», señala. No obstante, «algo que pueden aprender los vascos de los bolivianos es a no ser tan secos a la hora de conversar. El lenguaje es mucho más cariñoso en este lado del mundo y son más tolerantes». Los bolivianos, por su parte, «podrían aprender a planificar y a ser más ordenados», advierte. Aun con todo, también encontró muchas similitudes entre ambos territorios, especialmente en cuanto a «la diversidad de lenguas que cohabitan y el respeto a las culturas originarias de cada persona. En la ciudad andina se escuchan muchos idiomas, aunque los tres más hablados son el aymara, el quechua y el español», explica.
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A nivel profesional no se pone ningún objetivo. «Pienso que un puesto de trabajo hoy en día no es para siempre y es consecuencia de diferentes factores: capacidad, conocimiento, suerte... por tanto, lo que venga en el futuro lo tomaré como lo he hecho hasta ahora, intentando aportar lo máximo posible», sostiene. Aunque La Paz se ha convertido en su hogar, reconoce que siente nostalgia por los suyos. «En todo este tiempo solo he ido tres veces, la última hace dos años. Espero volver pronto. Como decían en la película 'Martín (Hache)', uno no echa de menos su país, sino su barrio, sus amigos, su familia, etc., y creo que es verdad», coincide.
Si bien hoy en día las tecnologías permiten mantener el contacto, «los buenos momentos tomando un trago con los amigos, las sobremesas de comidas en familia... son los momentos que más añoro y los que me gustaría que mi familia boliviana llegara a conocer algún día», cuenta. Por ello, de cara al futuro, Gaizka no descarta regresar a Euskadi. «Ya se verá, la vida da muchas vueltas. Lo importante es sentirse útil sea donde sea», concluye.
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