El pedófilo de Enekuri tiene antecedentes de abusos y acoso a menores

La Policía vasca hizo público un comunicado durante la tarde de este domingo en el que confirmó la información adelantada por EL CORREO. El sujeto llevaba meses siendo investigado por la Ertzaintza. El operativo arrancó a primera hora de la mañana del viernes. Estuvo dirigido por el Área de Delitos Contra las Personas de la Sección Central de Investigación Criminal y P

Ampliar

Los agentes de la Policía Científica realizaron la inspección ocular de la vivienda, bajo la supervisión de la letrada de la administración de justicia del juzgado de guardia de Bilbao. En estas inspecciones fueron decomisados «varios dispositivos de almacenamiento informático y otros elementos electrónicos», que ya están siendo analizados por los especialistas de la Policía autonómica.

El arresto causó un gran revuelo entre los vecinos de este barrio, en el que viven con sus familias más de 70 niños. Los residentes del edificio en el que vive el sospechoso, próximo a la parroquia de Nuestra Señora de Fátima, en el término municipal de Erandio, no sabían de qué se le acusaba. Pero todos señalaban que se trataba de una persona «extraña», que apenas se relacionaba con sus vecinos ni hacía vida en el barrio.

Los investigadores suelen señalar que no hay un único perfil de pedófilos y pederastas. Insisten que detrás de estas prácticas a veces se encuentran personas aparentemente corrientes. Hace unos meses se detuvo en Bilbao a un hombre de 47 años que desempeñaba un puesto de directivo en una empresa, que estaba casado y gozaba de un alto poder adquisitivo.

El detenido de Enekuri trabaja en un pequeño taller de reparación de vehículos en Bilbao. Lleva varios años viviendo solo en el bloque de viviendas, de reciente construcción. Sin embargo, el buzón de su casa no está identificado. El sábado tampoco funcionaba el timbre ni el portero automático de su casa.

Con unos vecinos tuvo hace tiempo un pequeño enfrentamiento por una disputa por unos perros o por poner la música a todo volumen. También tuvo algún encontronazo por aparcar una moto encima de la acera. Pero lo habitual era que apenas dirigiese la palabra a nadie del edificio. Lo que no evitaba -según sus vecinos- que recibiese «visitas extrañas», algunas a altas horas de la madrugada.