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El juez ha enviado este miércoles a la cárcel al hombre que asaltó una sucursal bancaria el pasado 17 de abril en el centro de Bilbao. El magistrado ha dictado prisión preventiva ante el riesgo de que pueda producirse una eventual fuga, según apuntan fuentes ... cercanas al caso. El sujeto, un vecino de la capital vizcaína de 57 años, había permanecido prófugo durante 48 días. Es el tiempo que tardó la Ertzaintza en identificarle y localizarle.
El ya conocido como 'atracador de la propina' se llevó 60.000 euros y se esfumó tras dejar una generosa recompensa a un conductor. El ladrón exigió a esta persona que le llevara en coche a Basurto, mostrándole con disimulo el cañón de una pistola. Tras cumplir el encargo, el delincuente le dio dinero como agradecimiento (algunas fuentes aseguran que casi 200 euros). La Ertzaintza puso ayer fin a la fuga de película, tras un «arduo» trabajo de los agentes encargados del caso.
La detención se produjo en el mismo Bilbao, donde estaba domiciliado. Y es posible que 'el atracador de la propina', de 57 años, haya pasado este mes y medio largo -o al menos buena parte de ese tiempo- en la propia capital vizcaína, según apuntan fuentes policiales. Poco después del robo, se sabe que se apeó de un taxi en las inmediaciones de Termibus. Ese mismo día, la Policía foral de Navarra paró a un posible sospechoso en la estación de autobuses de Pamplona en un autocar procedente de Bilbao. Pero, al parecer, esta pista quedó descartada. Parece que la maniobra de acudir a Termibus pudo ser un intento de jugar al despiste y escabullirse entre la gente.
Los hechos que se le imputan al presunto ladrón ocurrieron el pasado 17 de abril en el barrio de Indautxu. En concreto, el hombre se personó en la sucursal de Bankoa-Abanca, ubicada en la calle Doctor Areilza. Era un miércoles y el asaltante eligió actuar a primera hora de la mañana. No fue casual. En ese momento no había ningún cliente dentro. La oficina llevaba abierta apenas diez minutos cuando entró disfrazado. Llevaba puesta una peluca y barba postiza, y una gabardina. El delincuente se dirigió al empleado que estaba en la caja y extrajo una pistola. La apariencia del arma era real. «¡Esto es un atraco!», le gritó.
El maletín con el botín
En la sucursal se hallaban en ese momento otros empleados y el director. Exhibiendo el arma, les preguntó dónde estaba la caja fuerte y les pidió que la abrieran lanzándoles un maletín para que metieran el dinero. Como el depósito acorazado cuenta con un sistema de retardo como medida de seguridad para evitar precisamente este tipo de robo, el asaltante comenzó a ponerse nervioso. Una vez que se hizo con un botín de casi 60.000 euros, salió de la oficina bancaria a toda velocidad.
Lo más sorprendente del caso se produciría a continuación. El delincuente se introdujo en un coche parado en la calle Pérez Galdós. El conductor se quedó perplejo. El desconocido le pidió, mostrándole con disimulo el arma, que le llevara a Basurto. Al apearse, el atracador abrió la guantera y le introdujo dinero. «¡Esto es para ti, buen hombre!», le dijo. Después entró en un edificio del hospital. Allí se despojó de su disfraz. Finalmente se subió a un taxi y se apeó en el entorno de Termibus. En ese lugar público le buscaron los agentes de la Ertzaintza, que contaban con una descripción aproximada: 1,70-1,75 metros de altura, entre 50 y 60 años y pelo rasurado.
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