«Va a ser una Navidad muy diferente. El Covid-19 nos está afectando en todos los sentidos. También a nivel emocional. Se nota en la calle esa melancolía, ese puntito de tristeza, ese desánimo». Así resumía la actual situación el concejal bilbaíno de Cultura, ... Gonzalo Olabarria, antes de presentar el programa de la villa para estas fiestas. Que se van a celebrar, pero con limitaciones. ¿Por qué nos desanima saber que este año no va a haber grandes reuniones, ni cabalgatas, ni parques infantiles y que, en definitiva, muchas de las típicas estampas navideñas esta vez van a faltar?
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«Las fiestas, y en especial las navidades, tienen un papel profundamente sanador en la sociedad. El tiempo cotidiano consume, cansa, y por eso hay que romper la rutina cada cierto tiempo. De ahí los rituales sociales como los navideños», explica el antropólogo Jesús Prieto Mendaza. «La fiesta supone romper con la carga de lo cotidiano y también olvidarse de todo lo malo que ha ocurrido. Pero el problema es que este año vamos a seguir viviendo lo malo, porque seguimos en una situación complicada», de ahí el desánimo colectivo. «Hay una decepción, un cansancio acumulado desde hace meses, que tampoco encontró su válvula de escape ni en Semana Santa ni en verano». Por esa función sanadora, la Navidad es «necesaria». «Esta vez habrá que vivirla de otra forma, sin muchos de esos rituales que tienen que ver con la libertad, con la posibilidad de salirse de la norma. Eso es precisamente lo que este año se nos impide, lógicamente, por las medidas de prevención».
El psicólogo Enrique Pallarés, profesor emérito de la Universidad de Deusto, apunta que estas fiestas serán «diferentes, sí, pero no necesariamente peores». Las restricciones «no suponen una anulación del espíritu de la Navidad». «Tal vez, por el contrario, nos ayuden a profundizar en estas fiestas como días de convivencia y no de excesos consumistas», analiza. En este panorama de incertidumbre, el reto es «contagiar alegría y esperanza».
En cuanto al desánimo, depende de nosotros mismos. «Sabemos que vivimos unas circunstancias que no podemos cambiar porque son incontrolables. Tenemos que aceptar esta situación y poner en juego también nuestra creatividad. Nos agarramos demasiado a que las fiestas deben ser como todos los años y no tiene por qué ser así».
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Roberto San Salvador del Valle, director de la cátedra Deusto Cities Lab, señala que las navidades se pueden contemplar en tres planos. «Está el plano creyente, que se puede preservar perfectamente, tanto a nivel individual como colectivo. Se puede celebrar en cada hogar, cada persona y en los espacios de culto. Esto se va a salvar, lo que no es poco», destaca. Luego está el plano afectivo. «La Navidad se asocia a la familia, a los reencuentros». Aquí la imaginación «nos puede resolver las limitaciones. No hay nada que sustituya a un abrazo o a compartir mesa, pero a lo mejor podemos hacer una cena multimedia».
El tercer plano es el social, «la calle. Muy importante en nuestra cultura, que la ocupa para todo, desde protestar a celebrar. Ese va a ser el gran sacrificado», porque van a faltar los grandes actos multitudinarios. «Hay que ser imaginativos en esto también. Podemos usar la conectividad para resolver este problema de proximidad. Por ejemplo, ¿por qué no crear cabalgatas u Olentzeros virtuales?», sugiere. En todo caso, «adoptaría una posición no renegona». «Es lo que nos ha tocado vivir, vamos a tener que aceptarlo y sobre todo tener en cuenta que es así por una buena razón, salvar vidas, que es lo que importa».
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«Todas las familias sabemos que van a ser unas navidades diferentes, reflejo de lo que hemos vivido estos meses previos», dice Natalia Díez-Caballero, directora de Hirukide, la Federación de Familias Numerosas de Euskadi. «Madres y padres no tenemos el control sobre qué restricciones se aplicarán finalmente estas fiestas y cómo serán de descafeinadas. Pero sí podemos determinar cómo vamos a vivir esta situación con nuestros hijos, hijas y allegados, e írselo contando si son más pequeños o compartiendo y hablándolo si son más jóvenes. Pero trasladándoselo desde el lado positivo, como una oportunidad de vivirla más íntimamente y de otra forma». Faltarán el bullicio en la calle y el entretenimiento colectivo, «pero esto no debe impedir que vivamos las fiestas con nuestros hijos y familias de otra manera». Díez-Caballero lanza unas cuántas ideas: «Juegos en casa, videoconferencias, pequeñas excursiones, manualidades, películas y series en familia, villancicos por Zoom... y mucha inteligencia emocional, para saber sacar lo mejor de todos estas fechas».
Aitor Aritzeta, profesor del departamento de Procesos Psicológicos Básicos de la UPV/EHU, llama la atención sobre los niños y las personas mayores, «dos colectivos con los que hay que ser especialmente sensibles». Si bien los pequeños tienen «una capacidad enorme de vivir en el presente y son los que objetivamente menos van a sufrir la modificación de las pautas de comportamiento, porque van a vivir situaciones que les traerán la ilusión, que eso ocurra va a depender de las unidades familiares y de los padres. Eso es fundamental». En cuanto a los mayores, hay que prestar atención «sobre todo a quienes llevan mucho tiempo viviendo en soledad la situación pandémica. Hay que buscar las maneras de tenerlos incluidos en la familia». Bien a través de la tecnología, pero también mediante actos simbólicos, «como el envío de regalos hechos por nosotros mismos. En esto los niños pueden jugar un papel muy importante».
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En situaciones como la que estamos viviendo, «tendemos a pensar en lo que no podemos hacer». «Fijémonos en lo que sí», añade Aritzeta. «Puedes decorar, crear, comer... Haz cosas nuevas, crea nuevos rituales. Si es importante para ti, no dejes de celebrar la Navidad. De otra manera, pero celébrala».
En las navidades pasadas el Parque Infantil de Navidad (PIN) registró una asistencia de 203.000 personas. Estas fiestas se tendrán que quedar en casa. Así lo anunció en octubre el Bilbao Exhibition Centre (BEC), que ha decidido «aplazar la celebración del PIN a diciembre de 2021». Los organizadores consideran que, dada la actual situación, «no podían garantizar las condiciones necesarias para desarrollar un encuentro infantil de estas características, en el que el bullicio, la alta participación y las actividades colectivas son protagonistas absolutas durante casi tres semanas».
Las muestras de grandes nacimientos no van a faltar, pero también adaptadas a las circunstancias. La temporada belenista se presenta este martes, pero Jesús Uresandi, presidente de la Asociación Belenista de Bizkaia, avanza que en el Museo de Pasos «se va a montar una cosa simbólica. Habrá un belén construido durante el confinamiento, en el que todas las figuras representan actividades esenciales: los pastores son sanitarios forrados con sus EPIs, los romanos son policías municipales, está el sector de la limpieza, el de la alimentación... No se cobrará entrada para verlo».
El mercado de Santo Tomás abre la Navidad en Bilbao. Se estima que cada año esta feria congrega a más de 100.000 personas, atraídas por los mejores productos del agro vasco, que se venden en unos 300 puestos. Es la fiesta del talo con chorizo y del txakoli, que muchas cuadrillas alargan hasta la comida o la cena. No es precisamente el mejor escenario para prevenir contagios, por lo que la convocatoria no se celebrará como siempre. BBK ha reforzado su canal de venta directa con los baserritarras, BBKAzoka, incluyendo novedades como la inclusión de cestas para regalar en Navidad.
La cena de empresa, el prólogo de todos los banquetes que acumula la celebración contemporánea de la Navidad, es otro acto más que se cae del calendario de las próximas fiestas por el cierre total de la hostelería desde el pasado 7 de noviembre. Antes, cuando los restaurantes podían abrir, pero con severas restricciones, los hosteleros ya se temían lo peor, porque vivieron un aluvión de cancelaciones de reservas, no solo por el recorte de aforos, sino también, como apuntaba una hostelera, por miedo al contagio. ¿Alternativas? Realizarlas por videoconferencia. 'Telecenas' en vez de teletrabajo.
El dichoso coronavirus retira del calendario festivo de este año las recepciones de Olentzero y sus kalejiras, multitudinarias. En Bilbao suelen celebrarse las dos: Olentzero y su compañera Mari Domingi recorren la villa en un desfile gigantesco y al día siguiente reciben a los txikis en el Teatro Arriaga. Precisamente este recinto acogerá el acto alternativo que facilitará que el carbonero navideño pueda ser saludado por niñas y niños. La kalejira desaparece, pero en su lugar habrá un espectáculo de media hora de duración, con aforo reducido a 300 personas y con cinco pases.
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