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MAIKA SALGUERO
Aniversario del derrumbe del vertedero de Zaldibar

Un millón de toneladas sin cabida en Euskadi

zaldibar, un año después ·

El derrumbe de Zaldibar coincidió con el cierre de otros dos vertederos y agravó el problema de la gestión de desechos

Viernes, 5 de febrero 2021, 20:58

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Seis días después de que el vertedero de Zaldibar se viniera abajo, la viceconsejería de Medio Ambiente solicitó a los titulares de los vertederos autorizados su contribución para cubrir «las necesidades urgentes de gestión» derivadas del derrumbe. Se les pedía que recibieran los desechos no peligrosos que venía acogiendo la instalación colapsada. Se trataba de dar salida a un volumen muy notable de residuos. Con una capacidad total de 2.744.975 metros cúbicos, la escombrera de Verter Recycling había recibido 540.667 toneladas en 2018 y 510.994 en 2019. A Zaldibar llegaba casi la cuarta parte de toda la cantidad de residuos que genera la industria vasca en un año.

¿A dónde van ahora todos esos materiales? «Parte lo han asumido los depósitos que están en activo en Euskadi y otra parte ha ido a instalaciones en otras comunidades autónomas», responde Olga Martín, directora de Aclima, asociación clúster de industrias de medio ambiente en Euskadi, que agrupa a unos 80 empresas, además de instituciones y universidades. La entidad cuenta con un grupo de trabajo del que «forman parte los cuatro depósitos privados controlados de residuos no peligrosos que hay en la comunidad». Se trata de los vertederos de Betearte (Mallabia), Bistibieta (Lemoa), Cespa (Zalla) y Deydesa (Igorre). La red se completa con los depósitos públicos, otras cinco instalaciones más, como la de Gardelegi, en Vitoria, que está también preparada para acoger desechos no peligrosos.

Las empresas que llevaban sus desechos a Zaldibar no están obligadas a depositarlas en ningún sitio en concreto. Como aclara Martín, «este es un mercado libre sujeto a una regulación ambiental. Es el emisor el que decide dónde va. Pide ofertas a los gestores que tienen autorización para recibir el tipo de residuo con el que trabaja». Si económicamente le interesa, «puede llevarlos fuera».

Principio de cercanía

En la legislación ambiental sí que se recoge el «principio de máxima cercanía», explica la directora de Aclima. «Dice que tienes que intentar gestionar los residuos lo más cerca posible de donde se generan para evitar el impacto que puedan generar. Pero no es una obligación legal».

Martín señala que el accidente de Zaldibar supuso que la red vasca de vertederos perdiera uno de ellos justo el mismo año en que cesaban su actividad otros dos, el de Larrabetzu y el de Mutiloa, «que era de los grandes además. Se perdió «el 50% de la capacidad de depósito en la comunidad». En 2019 se generaron 2.200.000 toneladas de desechos industriales no peligrosos. Esto significa que al año habrá «en torno a un millón de toneladas que no tienen destino en el País Vasco». Se ha acelerado «un problema que se veía venir en unos cinco o seis años», detalla.

En la presentación de Plan de Prevención y Gestión de Residuos del País Vasco 2030, la consejera Arantxa Tapia aseguró que no se contemplaba la apertura de ningún vertedero nuevo. El objetivo es reaprovechar hasta un 85% de los residuos no peligrosos y reducir a menos del 15% los que acaben en vertedero. «Por ahora, van a seguir haciendo falta los depósitos», indica Olga Martín. «Las empresas que gestionan los vertederos y depósitos controlados tienen proyectos de ampliación encima de la mesa», aclara.

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