– Muchas personas se preguntan por qué dan ahora este paso. Han transcurrido casi 30 años.
– Jaime. Es un cúmulo de motivos. Hace un par de meses un exalumno al que no conocíamos y que ya no podía más salió públicamente a hablar de esto. Nadie le tomó en serio. Quedó como un caso aislado y nosotros sabíamos que lo nuestro es sólo la punta del iceberg, porque fueron 15 años de trayectoria de este bárbaro en el colegio (1975-1990), donde tenía barra libre, con su propio despacho y su tienda de campaña exclusiva para cuando íbamos de campamento. En estas semanas hemos ido sabiendo de prácticas monstruosas y eso nos ha dado más fuerzas a los que no hemos sufrido tanto para tirar adelante todos juntos.
– Bruno. Y luego está el detonante, que es cuando nos enteramos de que este depredador sexual iba a ser director de un campamento de niños el próximo verano. Eso hace que este proceso difícil que llevábamos dos meses gestando a través de contactos discretos entre nosotros sea ya irreversible. Teníamos que hacer algo para que otros niños no padecieran lo que este depravado nos hizo.Estaba en nuestra mano actuar y evitar que todo este horror se repitiera. Lo sentíamos como una responsabilidad. Y, al menos, parece que ha salido bien porque le han apartado.
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Desenmascararle.
«Ese anciano de aspecto venerable que pasea por Deusto es un criminal y un depredador sexual»
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Un acto de «responsabilidad».
«Este verano iba a dirigir una colonia infantil. Había que hacer algo para que el horror no se repitiera»
Concentración de apoyo
– ¿Temen que haya un sector de la sociedad que piense que es todo mentira o se sienten arropados?
– Bruno. Desde que hemos dado este paso sólo hemos encontrado comprensión y aplausos. La gente valora que hayamos sido valientes. Hay convocada una concentración de apoyo para el viernes, a las siete y media, en la plaza de Deusto. Creemos que la gente va a responder.
– Jaime. Si alguien piensa que nos lo estamos inventando que se pregunte qué ganamos con ello. Nada. Todo lo contrario. Unos tíos cuarentones que tienen su vida ya montada... ¿Por qué remover un pasado doloroso?
– ¿Por qué?
– Jaime. Porque tenemos derecho a que se sepa la verdad. Que ese anciano de aspecto venerable que se pasea por Deusto es un criminal que destrozó las vidas de unos niños absolutamente indefensos. Ha llegado el momento de sacar la basura de nuestro interior y de sentir, al fin, un poco de alivio, aunque nunca lo vayamos a olvidar.
– ¿Cómo era 'don Chemi?'
– Bruno. De puertas para afuera era una persona culta, carismática y respetada en la comunidad. Con nosotros era absolutamente violento y autoritario. Pegarnos y hacerlo delante de todos era una forma de meternos el miedo en el cuerpo. El objetivo era anularnos e intimidarnos para tener vía libre a sus abusos sexuales.
– Jaime. Recuerdo que nos hacía formar en el patio de manera paramilitar y se paseaba como un mariscal, con una campana de bronce en la mano. No dudaba en tirártela a la cabeza...
– En todos estos años, ¿se lo han cruzado alguna vez por la calle?
– Bruno. Por desgracía, sí. He tenido que contenerme. Me han dado ganas de acercarme y de decirle que se cambiara de acera la próxima vez que me viera. Pero no lo he hecho. No sé. No se merece ni siquiera un gramo de nuestra atención.
– Jaime. Yo lo he visto varias veces y no he hecho otra cosa que sorprenderme. Una vez, se paró frente al escaparate de la tienda donde trabajo. Estuvo a punto de entrar, pero no lo hizo.
– Y ahora que han dado este paso, ¿harían algo?
– Jaime. Creo que seguiría mi camino, sin más.
– ¿Lo han superado?
– Jaime. A mí me cogió en el cine. Se sentó al lado y cuando se apagaron las luces empezó a manosearme y a chuparme la oreja. Al mismo tiempo se masturbaba. Yo no entendía aquello. Y no te das cuenta hasta que te haces un poco más mayor. Ese dolor lo llevas dentro. He hecho mi propia terapia, que ha sido contárselo a todo el mundo que he podido. Pero es verdad que siento aún mucha rabia e impotencia.
– Bruno. Yo tuve suerte, si me comparas con mis compañeros. Me dio una buena paliza. Acabé metido en la papelera de clase de un puntapié, después de haber recibido una lluvia de bofetones, puñetazos y patadas. El resto de la gente está mal: tratamientos psicológicos, problemas de relación social y sexual con sus parejas...
– ¿Qué esperan del colegio?
– Bruno. Nada. El comunicado que sacaron hablando en condicional, sugiriendo que pudo o no pudo pasar, es un insulto. Es un lavado de imagen y una manera de hacer balance de daños. Queremos que reconozcan abiertamente que actuaron mal, que todo lo que hemos denunciado pasó y que ellos fueron encubridores, porque sabían perfectamente lo que 'don Chemi' nos hacía. Ellos gozaban de una reputación excelente y no querían verse salpicados. Hicieron algo terrible: ocultarlo. Echar tierra encima.
– Jaime. Tenemos la certeza de que, al menos, dos familias acudieron al colegio a pedir explicaciones en su momento y que se les rogó que no denunciaran. Les dijeron:'Hay que solucionarlo dentro de la gran familia salesiana. Hay que callar'. Eran otros tiempos. Acabábamos de salir del franquismo y la Iglesia era todopoderosa. ¿Quién iba a tener el valor de ir ante un juez y quedar marcado en el colegio, en el barrio...? Bilbao es una gran ciudad, pero nos conocemos todos.
– ¿Sus padres lo supieron, por ejemplo?
– Jaime. Años después, cuando fui consciente, se lo conté. Creo que ahora es cuando han acabado de dar crédito a lo sucedido.
– ¿Va a merecer la pena el haber expuesto sus vidas a esta situación?
– Bruno. No buscamos otra cosa que no sea que se sepa la verdad.
– Jaime. Tenemos derecho a que se conozca la verdad. Que el colegio y la Iglesia admitan que se actuó mal.
– Bruno. Y si ya se denuncia algún hecho no prescrito y este monstruo acaba en la cárcel... Eso sería un sueño.
«Contaría mi verdad, pero me han recomendado no hacerlo», señala 'don Chemi'
JAN ECHEVARRÍA
Después de cuatro intentos, José Miguel San Martín Unamuno, 'don Chemi', responde a la llamada telefónica de EL CORREO. Atiende al interlocutor con amabilidad y su tono de voz transmite tranquilidad. Es la primera vez que 'don Chemi' conversa con un medio de comunicación desde que el pasado fin de semana se conociera la denuncia presentada ante la Ertzaintza por varios antiguos alumnos, que le acusan de abusos sexuales y maltrato físico cuando siendo niños, hace más de tres décadas, era su educador en los Salesianos de Deusto.
«¿Ahora?», lanza cuando se le ofrece la posibilidad de defenderse de los gravísimos hechos de los que le acusan sus exalumnos. «No, mira, discúlpame, no quiero ser irónico, pero después de todo lo que se ha publicado mis abogados me han recomendado no hacer declaraciones hasta que se aclare todo, imagino que dentro de unos meses. Eskerrik asko».
Ante la insistencia para que valore la denuncia y ofrezca su versión, con la misma amabilidad y antes de despedirse, 'don Chemi' expresa su estado de ánimo. «Estoy cansado y soy muy mayor ya. Tengo 71 años, pero ahora parece que tengo 90. ¿La verdad? Te contaría mi verdad, pero no quiero que publiquéis nada porque es lo que me han recomendado. 'Gero arte'».
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