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JOSé Manuel Cortizas
Sábado, 4 de marzo 2017, 22:18
Bob Williams ha sido este sábado persona non grata en Otxarkoaga. Era el árbitro del combate que llevó a Andoni Gago al O2 londinense para pleitear con el campeón del mundo de los pluma, versión IBF, Lee Selby. Una empresa imposible que contó con la ... aprobación instantánea del púgil bilbaíno. Una oportunidad imposible de rechazar. Cuando el referee detuvo, sin razón real, el combate en el noveno asalto, a menos de cinco minutos para que El Macho pudiera reivindicar haber llegado al límite ante el poseedor del cinturón planetario, el barrio se alzó indignado en torno a la pantalla gigante del Geltoki, la sede del club de fans del pegador de MGZ.
Que a uno le nieguen la medalla que supone no doblegarse ante el campeón no es plato de buen gusto. Ni un acto de justicia. El celo entre los árbitros, en un deporte de contacto, es necesario, vital para minimizar los riesgos. Detener una pelea por un pinchazo en el hígado y una izquierda doblada a la mandíbula, que fueron tragadas por Gago como fajador que es, no entra en el rango de causa suficiente. Cinco minutos después, las tarjetas de los jueces habrían certificado la contundente victoria por unanimidad del Relámpago de Barry, del galés que comenzó a escribir su historia en el Newport Centre ante debutantes como él o históricos del noble arte, como Peter Professor Buckley, su segunda víctima, cuando cumplía 300 combates con 256 derrotas, aunque se contaban con los dedos de ambas manos las sufridas antes del límite.
El mismo árbitro, Mr. Williams, que en el primer asalto tradujo en una cuenta de protección un derribo del británico al estampar su derecha en la nuca del bilbaíno. «Vaya hostión me ha dado, me ha dejado hasta una pierna temblando», se quejaba el de Otxarkoaga, que tardó unos instantes en recuperarse de la mano merecedora de una amonestación. Fue en cierto modo la bienvenida que recibió a un mundo desconocido, en el que no se hacen prisioneros, en el que cada centímetro de piel es una diana. Una empresa excesiva, pero a la vez definitoria de que Gago puede seguir recibiendo confianza, atenciones y planes concentrados en la posibilidad de títulos continentales, aunque este sábado no estuviera ninguno en juego.
Un mundo de alimañas que no se detiene ante nada ni ante nadie. La calidad y envergadura llevaron a Selby a hacer un trabajo escrupuloso. Metió muchísimas manos, dominó con autoridad de campeón, le negó el espacio que Gago requería para llevar la pelea a su territorio más cercano, vis a vis cerca de las cuerdas. No se achantó el de Otxarkoaga, que dejó su recuerdo en los pómulos del galés. Pero el precio resultó prohibitivo. Llegar hasta esa distancia implicaba pasar antes por una penitencia. Y encima pecaba del buen rollismo que quienes se ajustan un cinturón dorado declaran fuera de lugar. Ejemplo al canto. Sexto asalto, se frena la actividad tras un enganche entre ambos y el bilbaíno ofrece su guante como disculpa deportiva. Lo que recibió fue un crochet de derecha demoledor que le mantuvo unos instantes más allá que acá.
«Estamos muy orgullosos. Lo que ha hecho Andoni ha sido histórico. Se ha mantenido en pie ante un campeón que sólo vive para el boxeo, un tío de Otxarkoaga que sólo puede entrenar por las tardes, correr alguna mañana y trabajar el resto del día en un almacén. Mereció que le dejaran acabar la pelea porque no estaba tocado. En la cara, más que hinchazones tiene arañazos», confirmaba Txutxi del Valle que le guió desde la esquina.
«No estaba quebrado para parar la pelea»
Satisfecho en lo personal, aún jadeando en el vestuario y con una resignación que no quería disimular. Enfadado con un desenlace que no mereció. «No estaba quebrado para parar la pelea. El acertó con una combinación de tres golpes pero los encajé bien. Cada árbitro tiene su teoría, pero debió dejarme seguir», comentaba Andoni Gago a ELCORREO. Nada que objetar al claro triunfo de Selby, pero debió ser por decisión unánime y no antes del límite. «No es lo mismo aguantar los diez asaltos al campeón del mundo, pero la gente ha visto lo que ha pasado y hasta han abucheado la decisión». Sobre la pelea, el púgil de Otxarkoaga reconoció la calidad del galés. «Es un relámpago, no le he podido cerrar y tiene un jab de izquierda y una velocidad de piernas que flipas. Joder, es el campeón del mundo».
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