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Yolanda Veiga
Sábado, 25 de febrero 2017, 13:46
Alex Txikon había prometido volver a intentarlo... y ya está en el campamento base, a 5.250 metros de altitud, para intentar atacar la cumbre del Everest y hacer así historia al ser el primero en alcanzar la cima del mundo en invierno y sin ... oxígeno artificial. «Estoy muy motivado, con buenas sensaciones», ha escrito el montañero vizcaíno en sus cuentas de Facebook y Twitter.
Y se ha mostrado optimista por «la aventura» que va a reemprender. «El tiempo parece que también acompaña, a pesar del viento en altura».
Así que la previsión es volver a ponerse en marcha de inmediato: «Hoy volvemos a la carga, veamos a ver qué tal nos recibe la cascada de hielo del Khumbu y cómo está la ruta entre el CB y el C1». Txikon vuelve a intentarlo después de una semana en Katmandú reponiéndose de la dramática experiencia vivida a mediados de febrero, cuando salió milagrosamente vivo de una avalancha a 7.000 metros en el descenso desde el campo 3. Era 13 de febrero y la expedición del vizcaíno intentaba alcanzar el Collado Sur del Everest, cuando un vendaval a 8.000 metros de altura les impidió siquiera intentar montar la tienda de campaña.
Pasaron la noche en el C-3 en condiciones precarias y les sorprendió una avalancha. Txikon sufrió una caída de cien metros que finalmente contuvo un clavo de hielo. Al llegar al campo base confesó que arriba habían pasado «mucho miedo con el viento». Las condiciones eran tan hostiles que el equipo tardó nueve hora en descender los 2.000 metros de altitud desde los 7.100, donde hicieron noche, hasta el campamento base.
Si el relato ya estremece desde lejos, más aún cuando se leen las palabras exactas de quien lo sufrió: «Caen cientos de piedras, miro de reojillo para arriba y veo a Chhepal aguantando. Norbu ha tenido más suerte y no le ha caído nada. Me siento mirando valle abajo, golpeándome cientos de piedras esperando a la muerte. Estoy muy pillado y no puedo hacer más... Al de diez minutos dejan de caer las piedras, miro hacia arriba y joer, pienso: 'cómo leches estoy vivo'. ¡Una entre mil».
«Ya estamos de vuelta»
Tras el crítico momento vivido a punto estuvo de suspenderse la expedición, ya que la agencia local que lleva la logística, Seven Summits, la dio por finalizada. Txikon hizo entonces un viaje express a Katmandú en helicóptero para negociar... y hubo acuerdo. El de descansar una semana en la capital de Nepal para volverlo a intentar después. Ahora: «Ya estamos de vuelta».
El montañero de Lemoa está relatando a través de las redes sociales la durísima experiencia en el Everest. Para soportar temperaturas extremas -la sensación térmica es hasta de menos 80- Txikon se cubre con seis capas: la primera son un conjunto de malla y camiseta térmicos finos que lleva pegados al cuerpo. Y por encima, dos camisetas térmicas, un mono de forro polar, un buzo de plumas y una chaqueta también de plumas de 750 gramos. «Aunque con todo eso encima parezco Olentzero, todo el conjunto es supercómodo y apenas me quita movilidad. El único problema es la visibilidad ya que a la ropa hay que añadir las gafas de ventisca, que reducen los ángulos de visión, y las botellas y las cámaras que me meto en el pecho entre la chaqueta y el buzo de plumas, y no me dejan verme los pies».
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