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j. a. pérez capetillo
Sábado, 22 de octubre 2016, 20:24
Justo debajo de la Torre Iberdrola, al lado del Bizkaia Aretoa de la Universidad del País Vasco junto a las vías del tranvía, estaba el kilómetro 11 del 'Bilbao Night Marathon 2016', patrocinado por EL CORREO. Unos metros más adelante marcaba el kilómetro 32. «¡Ya ... podíamos estar a doce de meta!», le dijo un atleta a su compañero de batalla. Hacía ya bastantes minutos que había pasado por ahí el keniata Pharis Kimani, vencedor ya en 2014 (con una mejor marca de 02.12.03).
Los mejores y favoritos tenían la idea de hacer entre 02.10 y 02.12. A Kimani le daba igual ir por el kilómetro 11 o por el 32. Se deslizó por la calles de Bilbao, pero su tiempo al final fue de 02.17.16. Después llegaron sus compatriotas Stephen Kiplimo (02.19.37) y Eliljah Chelimo (02.21.50). «Gracias a toda la gente de Bilbao por apoyarme en la carrera», gritó Kimani emocionado justo a las once de la noche ya recuperado de su terrible esfuerzo. La cántabra Dolores Marco fue la ganadora en categoría femenina al llegar a las 23.20 con un tiempo de 02.49.38.
Kimani fue el mejor de los más de 11.000 participantes de una cita multitudinaria en las distancias del maratón de 42,195 kilómetros, los 21,097 de la media que defendía y reeditó Camilo Santiago (01.05.56), y la pirata de 10 kilómetros. El riojano Camilo Santiago se lo pasó «pipa» y batió su marca personal, «algo que es más que cualquier triunfo. Me voy contento y con la 'txapela'. A los africanos les costaba entender verme adelante», reconoció en meta.
A las ocho y media de la noche, el horario de salida del 'EDP Bilbao Night Marathon', había una muy buena temperatura y el cielo estaba ya con un manto negro. Sin las bellas nubes de la tarde con las que calentaron muchos de los participantes. El cielo, entonces, lo tapaban la multitud de sensaciones y sueños, en la salida cerca del Museo Guggenheim, de los 11.000 participantes en las diferentes distancias de una prueba de récord. «Dos minutos y la salida. Los aplausos no son importantes. Son imprescindibles», clamó el 'speaker'.
La salida fue atronadora. Con fuegos artificiales y las habituales llamaradas de fuego. Y con el puente de la Salve como excepcional tribuna de la prueba. Se veía una marea de atletas de decenas de procedencias. Y Kimani, Kiplimo y Chelimo ya levitando desde el inicio. Dos banderas noruegas eran el significativo señuelo de que a Bilbao habían venido ayer personas de todo el mundo, como lo demostró el grupo de Navatalgordo de Ávila, los Frontrunners de Londres, o atletas italianos, franceses, de Burgos.... Bilbao en el mapa, una vez más.
Diferentes carreras
Cuando llegó Pharis Kimani se vivían por las calles de la ciudad muchos episodios: los de éxito viendo que el asunto pintaba bien; los de fracaso con la maldita retirada acompañada de lágrimas furtivas; los de superación; los de calambres y molestias; los de satisfacción extrema por la esperada respuesta del cuerpo; los de cansancio al límite pensando solo en la meta del Guggenheim; y los de los familiares con los ojos vidriosos al ver llegar a los que cumplían las distancias largas. O cuando atravesó la meta con su familia Álex, un niño con parálisis cerebral de Tarragona, tras cumplir la media justo cuando por otro lado de la meta pasaba un marchador al que le quedaban dos horas de carrera.
Atrás habían quedado ya los momentos de ánimo a los que le iban a dar a la zapatilla, las palabras de los que trasladaron los siempre necesarios y bien recibidos ánimos a atletas de hasta 44 países. Una vez más, las calles de Bilbao y las dos márgenes de la Ría se rindieron al atletismo. Pharis Kimani fue quien que representó a 11.000 almas que lucharon «contra sí mismos», como dijo Camilo Santiago al batir su marca.
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