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Lunes, 19 de septiembre 2016, 07:53
Los Juegos Paralímpicos de Río serán especiales para Mónica Santos. Y no solo porque se hayan disputado en su país, sino porque han sido los primeros que disputa. En honor a su hija, como lo lleva haciendo toda su vida.
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La esgrimista brasileña dijo no ... al aborto y eso le valió para quedar parapléjica. Cuando tenía 18 años, Santos se quedó embarazada, pero a la vez que le comunicaron la buena noticia le daban una mala: tenía un agioma medular que le obligaba a someterse a una operación. Para ello tendría primero que abortar, dados los riesgos que suponía la intervención, a lo que la joven se negó. No quería quitarle la vida a su hija.
Decidió posponer la operación hasta después de que naciera su niña, Paola, y solo entonces programó su operación. Pero fue demasiado tarde. Santos se quedó parapléjica, aunque podría haber sido peor y haber quedado tetrapléjica. «Creo que Dios me compensó por no haber matado la semillita que tenía en mí», asegura.
Antes de quedarse embarazada ya practicaba algunos deportes y después de quedarse en silla de ruedas, siguió haciéndolo. Empezó con el baloncesto y años después conoció la esgrima. Ahora, 13 años después de quedarse en silla de ruedas, la bicampeona de América ha disputado sus primeros Juegos Paralímpicos, aunque se marchó de Río sin ganar un solo duelo y sin medalla. Su mejor medalla es su hija Paola.
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