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robert basic
Lunes, 7 de marzo 2016, 02:00
Talant Dujshebaev (Frunze, Kirguistán, 47 años) estuvo en el banquillo de Hungría en el último Europeo y, solo un mes mas tarde, dejó el cargo y se convirtió precisamente en el nuevo seleccionador de Polonia. Es un país en el que vive y trabaja desde ... 2014 y donde dirige a uno de los equipos más potentes del continente, el Kielce, en el que también milita el guipuzcoano Julen Aginagalde. Apasionado del deporte en general y del balonmano en particular, el que fuera uno de los mejores centrales de la historia atiende la llamada de EL CORREO para hablar de su flamante nombramiento y también de la actualidad de su club, sin esquivar ningún tema que surge a lo largo de la conversación. Confiesa que le frustra la falta de disciplina y la pérdida de valores como el respeto y el honor.
- No puede quejarse de cómo le van las cosas en Polonia.
- Estoy contento. Desde el primer día entreno a gusto y tengo un muy buen equipo. Poco a poco estamos haciendo un trabajo que va dando sus frutos y estoy muy satisfecho.
- Asumir el cargo de seleccionador del país en el que vive es un reto bonito. Tendrá un equipazo.
- Sí, sí. Es un gran equipo, con jugadores veteranos y mucha experiencia. La mayoría de ellos juegan en mi club (Kielce) y por eso ha sido fácil tomar la decisión.
- ¿Ya sabe manejarse en polaco?
- ¡Hablo bastante bien! No tengo ningún problema de comunicación.
- Polonia tiene grandes jugadores, un bloque muy potente, pero no acaba de colocarse entre la élite europea. ¿Qué les hace falta para dar el salto y ganar los títulos?
- Polonia no puede quejarse. Esta generación de jugadores ha ganado una medalla de plata en el Mundial de 2007 y dos de bronce en 2009 y 2015, respectivamente. La mayoría de ellos ha militado en la Bundesliga y ha sido importantes en clubes importantes. La selección tenido buenos resultados, pero no ha cuajado del todo -en alusión a los títulos-.
- Detalles.
- Eso es. Ganar tres medallas en los últimos ocho años no es un mal bagaje, pero supongo que a todos ellos les gustaría tener algo más. Con la retirada de estos jugadores habrá un problema de cara al futuro y la formación de un bloque potente. ¿Qué ocurre? Que desgraciadamente la liga polaca no es tan fuerte.
«¿Joder, a dónde voy?»
- Solo hay dos equipos potentes, Kielce y Wisla.
- Efectivamente, aunque ahora también asoma un tercero, el Azoty-Pulawy, que lo está haciendo bastante bien. En cuanto al resto, la verdad es que el potencial es bastante bajo. Por eso veo el futuro un pelín... no tan brillante. Pero con un poco de suerte y mucho trabajo se puede hacer un buen equipo.
- En enero de 2014 dejó España -el Atlético había desaparecido- y fichó por el Kielce. ¿Intuía que la crisis iba a arrasar la ASOBAL o le sorprendió que se manifestara de una manera tan violenta, prácticamente letal?
- Lo esperábamos todos. A partir de 2008-2009, poco a poco comenzaba a producirse la huida de los jugadores extranjeros. Era un barómetro que nos permitía hacer nuestras reflexiones, porque los mejores empezaban a emigrar a Alemania, Francia... Y en 2010-2011 se sumaron a esta ola los españoles. Eso nos hizo ver que estábamos mucho peor de lo que pensábamos. La desaparición del Atlético o del Ciudad Real, como quiera llamarlo, lo confirmó. Y fíjese, en este ciclo olímpico, entre Londres y Río, España ha sido el único país que ha estado en todas las semifinales de los grandes torneos. Esto habla muy bien de nuestro balonmano, pero hablamos de un balonmano desarrollado en los años 90.
- ¿Y luego?
- Recogeremos los frutos negativos en los años 2028, 2030...
- Los mejores jugadores nacionales, con la salvedad de los que están en el Barcelona, compiten fuera.
- ¡Y menos mal! Pero lo que más me duele es que los educadores, y así llamo yo a los entrenadores españoles, están fuera enseñando balonmano en otros países. Es lo que más me preocupa. Nuestros mejores técnicos están en Hungría, Polonia, Chile, Brasil, Francia, Catar. ¡Por todo el mundo! Con que cada uno de ellos sacara a un jugador para España ya tendríamos a una veintena de chavales listos para estar en la selección.
- Sin ir más lejos usted es uno de ellos. ¿Le costó adaptarse a su nueva vida?
- Al principio fui un poco asustado. Pensé: Joder, ¿a dónde voy? ¿Dónde me estoy metiendo?. Pero el proyecto deportivo era muy bonito y el equipo estaba llamado a pelear en la Champions y en meterse a la Final Four. Me gustó la idea y ahora no lamento haber aceptado la oferta, al contrario, estoy feliz. Tengo buena relación con la directiva, jugadores, aficionados y estamos en un buen momento.
Democracia
- ¿Cómo es su día a día en Kielce?
- Con tantos partidos todo se resume en viajar, viajar y viajar. El rato que tengo para dormir, es el mejor momento. Me muevo entre mi casa y el pabellón y de vez en cuando, para que no se enfade mi mujer, salimos a cenar o a comer. ¡Para que no me abandone! (risas).
- ¿Sigue creyendo que la disciplina es fundamental tanto en la vida como en el deporte?
- Sin disciplina y sin orden no hay nada en la vida. La democracia tiene cosas positivas y también negativas. Hay un punto de democracia que se transforma luego en anarquía. Es lo que menos me gusta, lo que me preocupa.
- Hace tiempo decía en una entrevista que se han perdido valores como el honor y el respeto.
- Añoro esos valores, sí, y todavía más en un país como España. Antes el padre o el profesor lo eran todo, y ahora desgraciadamente no son casi nada.
- ¿Es verdad que cuando entrenaba en el Atlético no tenía contrato y que le bastaba con un apretón de manos para sellar el acuerdo?
- Sí, claro. Estaba en el Ciudad Real sin contrato. Estaba agradecido a la persona que, al día siguiente de colgar las zapatillas, me ofreció el puesto de entrenador. Era un riesgo y Domingo (Díaz de Mera) apostó fuerte por mí.
- Es usted una especie en peligro de extinción.
- Volvemos al significado de la palabra honor, fidelidad. O te lo han enseñado tus padres o no.
- En el Kielce comanda un proyecto ambicioso. ¿El hecho de haber sido uno de los mejores en la historia de este depote le hace tener más autoridad ante sus jugadores?
- Seguro que sí. Pero sobre todo porque ellos ven que yo me cuido, que voy al gimnasio, que hago pesas, que me mantengo en forma a pesar de mis cuarenta y tantos -tiene 47-. Hago las pretemporadas con ellos y los jugadores lo valoran.
«España es mi casa»
- ¿A qué aspiran este año? ¿El objetivo es la Final Four de Colonia o piensa en clave de título?
- La Final Four es muy difícil y cada año es un poco más complicada. El hecho de llegar es cumplir con el objetivo. Luego si estás ahí, soñar es gratis.
- Su hijo Álex está en el Vardar macedonio, otro equipazo. ¿Cómo le ve?
- Les veo bien. Es un equipo que está creciendo mucho y se refuerza cada vez mejor, ahora con Cañellas y Cupic. Es un candidato claro a la Final Four. Como padre y entrenador, a Álex le veo bien. Antes cuando estaba en la selección le veía como a un benjamín, y en este Europeo me ha dejado un buen sabor de boca a pesar de la plata, que es un grandísimo resultado.
- Desde luego.
- Todos queríamos el oro, pero aun así me quito el sombrero ante los chicos. Y me alegro por Álex porque ha dejado de ser el benjamín para sumar minutos y jugar minutos importantes.
- ¿Cuántas horas al día dedica al balonmano?
- Ja, ja, ja. Me gusta ver los vídeos, entrenar, analizar... Todo el tiempo que puedo.
- ¿Volverá?
- ¡Claro! España es mi casa. En Polonia estoy trabajando.
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