Rodrigo Errasti Mendiguren
Sábado, 21 de noviembre 2015, 19:16
«La sensación es de una seguridad brutal», repetían los empleados del club dos horas antes del Real Madrid-Barcelona. Desde primera hora se notaba que el dispositivo de seguridad era el más importante de la historia reciente de los clásicos con casi 2.157 ... personas (más de 1.200 policías nacionales -seis veces lo habitual-, 1195 agentes de seguridad privada y servicios municipales (además de Samur, bomberos y Protección Civil)- para un duelo de alto riesgo, que se disputó en una situación de alarma terrorista de nivel 4.
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Desde primera hora en las inmediaciones del Santiago Bernabéu se pudieron ir notando las medidas excepcionales y la mitad del dispositivo estaba en la zona. La Policía, que selló alcantarillas en las proximidades e inspeccionaba las zonas cercanas del estadio madridista, realizaba algún controles aleatorios incluso en calles algo más lejanas del punto de encuentro en la capital española. La sensación de seguridad y de calma sólo se rompió cuando una ráfaga de viento tumbó varias de las vallas que marcaban uno de los tres anillos de seguridad. El Madrid habilitó incluso un servicio especial matutino para que la prensa pueda recoger credenciales para evitar aglomeraciones.
La calle que transmitía una imagen de mayor normalidad era Concha Espina, una vez se superaba el primero de los tres controles en La Castellana, que empezaba en Gregorio Marañon y finalizaba en Plaza de Castilla. Los aficionados pasaban y todo aquel que llevaba algún objeto raro, como una mochila en el caso de la prensa, tenía que identificarse y mostrar la entrada del partido, abono o acreditación y DNI o pasaporte.
Superada esa primera barrera, la opción más complicada era llegar por la calle Rafael Salgado. Allí, pese a la llamativa presencia de todo tipo de policías, entre ellos los cuerpos especiales antiterroristas y los agentes secretos, los propietarios de los puestos habituales en el estadio contaban que a ellos no les había afectado mucho lo sucedido. Más de la mitad de ellos no se sometió a registro alguno. Los que accedían al campo por la calle Padre Damián fueron los que vivieron con más intranquilidad la cuenta atrás del encuentro. Hasta que no llegaron los autobuses al estadio, minutos antes de las 17 horas, no pudieron acceder al campo. «No nos va a dar tiempo», gritaban a la policía que les recomendaba tener calma.
Tiradores en las azoteas
Quedaba una hora y cuarto cuando se permitió pasar a los aficionados a esa zona, donde se agolpaban también la prensa y personas que debían recoger encargos en la puerta 55, situada justo al lado del restaurante puerta 57 y de la tienda oficial del club. Fueron los diez minutos de más tensión.
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En la torre B sucedía algo similar, con tremendas colas debido a los cacheos y controles en la puerta. Se examinaron hasta los bocadillos, si bien las 18,15 h no es una hora en la que muchos de ellos acudan con viandas para tomar en el descanso. La Policía trataba de mantener la calma, aunque a veces había desconcierto al ver las prisas con las que determinados aficionados intentaban entrar al campo. Quedaba tiempo, pero había nervios.
No se dejaba acceder a nadie bebiendo, no ya en botellas como es lo habitual sino también con vasos anchos. Merodeaban por las puertas los perros adiestrados en la detección de posibles bombas y materiales pirotécnicos; y en las azoteas tiradores de los cuerpos de élite de la policía vigilando los accesos de las torres.
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Pitadas y tifos
A las 17,46 h había accedido más de la mitad del aforo al estadio, el suficiente para que mientras el helicóptero sobrevolaba al estadio se produjese la pitada más espectacular de la temporada en el Bernabéu en el momento que el resto de la alineación del Barcelona accedió al césped para el calentamiento.
Minutos antes lo había hecho Keylor Navas, ovacionado mientras muchos aficionados que iban ataviados con ropa de invierno sin que se notaran sus prendas madridistas, tomaban asientos en un ambiente más silencioso de lo normal. Trece minutos antes de que comenzara el partido, y mientras se regaba el césped y sonaba el 'Hala Madrid' por megafonía a todo volumen ya estaban, prácticamente, todos los aficionados sentados en su sitio. Entre ellos, los hinchas del Barcelona en una esquina del estadio. No portaban esteladas, pero muchos de ellos lucían la camiseta cuatribarrada. A ellos, como al resto, se les grababa constantemente para vigilar movimientos extraños.
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Emotivo minuto de silencio
Ocho minutos antes del inicio del encuentro se leyeron las alineaciones, siendo Piqué, Messi y Luis Enrique los más abucheados. En el bando madridista, Keylor y Cristiano se llevaron las mayores ovaciones. A las 18,12 h pisaron el terreno de juego los dos equipos, mientras sonaba el himno de la Décima y se completaba un tifo blanco en las gradas. Después, con los miembros de ambos cuerpos técnicos sobre el césped junto a los futbolistas, se llevó a cabo el minuto de homenaje mientras sonaba una versión a piano de La Marsellesa en memoria de los fallecidos en París. A la espalda de los futbolistas se mostró una enorme bandera francesa y la leyenda 'Todos somos Francia' en la publicidad dinámica.
Tras un 'lololo' a modo de recordatorio del himno de España desde el fondo sur, y con dos minutos de retraso comenzó el primer clásico de la temporada. Dentro de unos años se recordará que la primera tarde del invierno de 2015 coincidió con un dispositivo sin precedentes en el Santiago Bernabéu.
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