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Rodrigo Errasti Mendiguren
Martes, 8 de diciembre 2015, 02:59
Trauma superado. Dicen algunos terapeutas que es aconsejable revivir determinadas situaciones dolorosas para terminar de superar la sensación de pérdida. La mayoría de ellas tienen que ver con personas y otras con lugares, como era el caso del Atlético con Da Luz. En el estadio ... lisboeta perdió la final de la Liga de Campeones ante su eterno rival en 2014 de manera dramática, cuando ya acariciaba la 'orejona' con los dedos. Volvió a la capital lusa y regresó con la cabeza alta y con una plaza en el bombo de los cabezas de serie en el bolsillo, tras completar un gran partido y sufrir para mantener su triunfo ante un buen rival.
Este duelo, pese a ser en el mismo escenario, realmente era muy distinto, porque no era una final y tampoco el mismo rival. Además, apenas seis de los 14 jugadores que disputaron aquella final siguen en el club y sólo Juanfran, Filipe, Koke y Gabi pelearon por aquella Champions. Simeone metió a Savic, imperial en la anticipación, por Giménez, colocó a Griezmann como cuarto centrocampista y puso a Vietto por Torres, en plena búsqueda de su centenario gol atlético y que ante el Benfica ya marcó un gol recordado en una final europea (la de Amsterdam de Europa League en 2013 cuando estaba en el Chelsea).
Esta vez estaba en juego como el liderato del grupo C, ese que te permite jugar el duelo de vuelta de octavos ante tus aficionados. Se supone que ser cabeza de serie te evita medirte a los más potentes de la competición, aunque en el caso de los madrileños, que lucían de azul, al evitar siempre a Real Madrid y Barcelona podría hacer que el bombo te coloque en una situación de azar muy similar.
Saúl, mejor más adelantado
El Benfica salió algo más agresivo, llegando más contundente a los balones divididos, pero perdia fuelle si no la tocaba Gaitán, que se llevó un golpe al chocar con Godín. El muro uruguayo marcó a los 18 minutos en la misma portería que lo hizo ante Iker Casillas pero estaba anulado por un claro fuera de juego. Saúl, mucho más cómodo en su puesto natural cerca del área, probó desde lejos y Julio César, como después a otro zapatazo de Gabi, demostró esos reflejos que tenía en el Inter y parecían olvidados cuando jugaba con Brasil.
Estaba tocando bien el Atlético, creaba peligro con las subidas de Juanfran, que se asoció bien con el eléctrico Carrasco, y por supuesto a balón parado. No necesitaba tener una posesión mayor que su rival, y en una combinación extraordinaria al primer toque llegó el 0-1. Enorme Vietto, que tras recibir asistencia al espacio con el exterior del pie, demostró no ser egoísta. No buscó colgarse la medalla y cedió el gol a Saúl, que demostró que el cambio de sitio le beneficia. Se puede fajar intentando emular a Tiago, pero es evidente que un poco más adelantado, de interior, en su puesto natural, potencia su llegada -segundo gol tras aquel taconazo al Astaná- y sus pérdidas tienen menor gravedad.
Goles atléticos al primer toque
Seguía muy compacto el Atleti, dominando el duelo en campo contrario con y sin balón; luciendo en defensa gracias a ese trío incansable del centro del campo. Oblak agotó una parte sin pasar sustos, sin tener que mostrar esas virtudes que le han hecho estar seis partidos sin encajar. Nada más regresar de la caseta Mitroglou, rescatado para la remontada, hizo pensar que la noche sería más complicada. El griego compareció en el campo antes que 'Toto' Salvio y Raúl Jiménez para asustar en la primera que tuvo, pero el intento de remontada lo disipó con otra acción de tiralíneas. Koke vio el desmarque de Carrasco a la espalda de su lateral, controló pegado a la cal izquierda y su pase raso al primer palo lo desvió Vietto adelantándose a la defensa. Simeone lo abrazó de modo efusivo cuando lo cambió por Torres.
Dos goles de desventaja ante el Atlético es una montaña muy difícil de hollar, si bien no se puede reprochar a los portugueses que no lo intentaran. Con todo su arsenal en el campo Mitroglou, con un derechazo tras un buen giro ante Godín, provocó quince minutos de asedio finales. Sufrimiento extremo, con una opción clarísima marrada por Raúl Jiménez de cabeza. Esta vez fueron las 'águilas' las que remaron sin premio. Siempre podrán decir que vencieron en el Calderón, algo que el equipo madrileño no debería recordar con amargura. Y es que desde que el club lisboeta asaltó su fortín, suma ya trece duelos sin perder y sólo cinco goles en contra. Y ya ha superado el trance de Lisboa. Mejor imposible.
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