Igor Barcia
Miércoles, 18 de noviembre 2015, 01:45
Para los nostálgicos del fútbol, hablar de Hungría es volver la mirada al pasado. A una historia gloriosa de una selección a la que le faltó la guinda de un Mundial para ser ratificada como una de las más grandes. A la mente acuden nombres ... como Puskas, Czibor, Kocsis... momentos únicos como aquel 3-6 a Inglaterra en Wembley en 1953 y el posterior 7-1 en Budapest, tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos (1952, 1964, 1968) y dos finales de campeonatos del mundo (1938, 1954)... Todo quedó borrado con la llegada del comunismo y Hungría pasó de ser una potencia futbolística a ocupar un papel secundario. Ahora, con la clasificación para la Eurocopa, la competición recupera el sabor clásico de un país que no juega una fase final de un gran torneo desde México86 y una Euro desde Bélgica72. Está claro que su presencia en Francia tendrá un papel secundario, porque Hungría dista mucho de haber vuelto al primer plano futbolístico, pero supone un paso importante en su empeño por avanzar.
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Su doble victoria ante Noruega en la repesca permitió a toda una generación vivir algo que no conocía, una celebración por un éxito de su selección. Budapest celebró como se merecía la clasificación del grupo entrenado por el alemán Bernd Storck, el tercer seleccionador que ha tenido el combinado magiar en esta fase de clasificación, formado por jugadores en su mayoría desconocidos y alejados de los grandes clubes continentales. Pero a base de mucho trabajo, de un rendimiento irregular en la fase de grupos que le llevó a ceder ante el empuje de Rumanía, logró su objetivo a costa de una Noruega incapaz de meter mano a la solvente defensa húngara.
Pese a que el país está centrado en la formación de jóvenes talentos que impulsen el crecimiento de la selección, el éxito de Hungría ha llegado de la mano de dos veteranos como el peculiar portero Gabor Kiraly, de 39 años, y Zoltan Gera, un extremo que hizo carrera en la Premier con el West Bromwich Albion y el Fulham, con el que jugó la final de la Europa League frente al Atlético, y que ha regresado al Ferencvaros. El guardameta ha sido todo un protagonista en las redes sociales por su imagen, ya que siempre juega con pantalones de chándal. Pero a sus 39 años y cien internacionalidades con su país, Kiraly está de vuelta de todo. «Soy un portero, no una modelo. Llevo pantalones largos y siempre una talla más para estar más cómodo», explicó. «Probé los cortos en Inglaterra (Crystal Palace, West Ham, Aston Villa) y Alemania (Hertha, Leverkusen, 1860 Munich), pero no me sentí a gusto. El resultado es más importante que las apariencias», resumió el gran protagonista de la repesca con sus intervenciones decisivas. Si juega en Francia se convertirá en el futbolista más veterano en jugar el torneo, ya que tendrá 40 años y superará los 39 de Lottar Matthaus.
Como decíamos, la selección ha tenido a tres entrenadores en doce partidos. Attila Pintér fue cesado tras perder en casa contra Irlanda del Norte. Tomó el puesto Pál Dárdai, pero lo dejó en verano para centrarse en el Hertha Berlín. Llegó entonces el alemán Bernd Storck, curtido en la Bundesliga y en Kazajistán. Gracias a su labor se consiguió el premio que se buscaba, y que viene a confirmar el trabajo que se está realizando desde la base.
Fundación Puskas
Hungría ha imitado el modelo de las academias de fútbol base de Inglaterra, Francia o Alemania. El primer ministro húngaro, Viktor Orban, gran aficionado al fútbol, trazó un plan para crear unas instalaciones de primerísimo nivel a través de la Fundación Puskas. En las seis hectáreas que ocupan las instalaciones hay nueve campos de entrenamiento, el estadio con capacidad para 3.500 personas, una residencia que acoge a más de cien jóvenes internos y todas las facilidades para trabajar con los mejores talentos del país.
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La Academia Puskas, que incluso tiene un club en la máxima categoría del fútbol magiar, forma parte de un plan con un gasto de 500 millones de euros para levantar o reformar más de treinta estadios hasta 2018. «El fútbol es la disciplina deportiva nacional, somos un país futbolísticamente inteligente. Se nos da bien», declaró Orban como justificación para semejante derroche en un país con serios problemas de todo tipo.
El reto es recuperar el camino perdido por un país que fue grande en el mundo, así que su clasificación para la Eurocopa se entiende como un primer paso. Francia recupera para el fútbol a una de las selecciones con más sabor futbolístico del continente. Puskas, Czibor y Kocsis tienen un motivo para sonreir.
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