Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
J. Gómez Peña
Miércoles, 6 de abril 2016, 22:52
El fogonazo de Mikel Landa ha encendido las cenizas del ciclismo vasco, que desde el cierre del Euskaltel-Euskadi en 2013 no tiene un equipo en la élite. Landa es el producto perfecto de un proyecto: la Fundación Euskadi. El corredor alavés fue el primer ... juvenil con beca de la entidad presidida por Miguel Madariaga. Luego subió por todos los peldaños filiales del programa: el Naturgas amateur, el Orbea continental y, al fin, el Euskaltel-Euskadi. Esa vía de acceso al pelotón internacional ya no existe. «Si no fuera por la Fundación, yo no estaría aquí», agradece el líder de la Vuelta al País Vasco.
«De eso hablamos a menudo Mikel (Landa) y yo», cuenta Madariaga. «Mikel está preocupado por las pocas salidas que tienen hoy los jóvenes ciclistas vascos. Muchos, me dice, si tuvieran trabajo, ya no darían pedales». A Madariaga le vienen enseguida un par de preguntas: «¿Por qué se apartó a la Fundación Euskadi del equipo Euskaltel en 2012? ¿Y por qué un año después se decidió que el Euskaltel no siguiera adelante pese a que el cierre iba a costar millones de euros?».
Hay otra pregunta que rueda por esta Vuelta al País Vasco. ¿Qué Euskaltel-Euskadi podría haber hoy? En la última plantilla estaban Landa, Samuel Sánchez, Jon y Gorka Izagirre, Igor Antón, Mikel Nieve, Pello Bilbao, Romain Sicard... Y con ese maillot habían corrido antes ciclistas como David López, Jonathan Castroviejo, Beñat Intxausti, Haimar Zubeldia, Markel Irizar y Amets Txurruka, todos integrantes hoy de formaciones del UCI World Tour. Además, Omar Fraile estaba en 2013 a punto de dar el salto al primer equipo. Landa tendría a su disposición una escuadra de enorme talla para el calendario internacional.
A todos ellos la existencia de la Fundación Euskadi y el patrocinio de Euskaltel les abrió las puertas del Tour y las otras grandes carreras. Más preguntas: ¿Cuántos se hubieran quedado si no por el camino? A esa cuestión responden hoy en silencio muchos aspirantes a ciclista que no hallan salida, que tienen taponado el ingreso en el pelotón profesional. Sin equipos no brotan los corredores. Sin equipos, la cantera no florece. «El ciclismo vasco y el español están muy mal. Sólo hay dos equipos (Movistar y Caja Rural) y tienen unos cuantos corredores extranjeros», apunta Madariaga, que mantiene a flote una plantilla de categoría sub23 y conserva como un tesoro la cantera de la Fundación Euskadi. «Sigo luchando para sacar de nuevo un equipo profesional», dice. No se rinde.
El Gobierno vasco, que fue sostén del Euskaltel-Euskadi, ha apostado por otro proyecto, el Murias, dirigido por Jon Odriozola. Pero no termina de despegar. Pertenece a la tercera división, sin acceso a carreras como la Vuelta al País Vasco. Condenado a correr en un calendario casi invisible. La empresa Murias, para colmo, atraviesa un situación comprometida. Se ha planteado hacer un ERE. No ha conseguido los contratos de obra pública que esperaba y le ha caído encima la crisis. Tampoco ha servido, de momento, el apoyo del Ejecutivo autónomo para seducir a algún patrocinador privado. Los ciclistas siguen a la espera de un salvavidas prometido que no llega. El director de Deportes, Jon Redondo, pidió en su día a Miguel Madariaga que se apartara para facilitar la creación de un nuevo proyecto. Madariaga se apartó. Y el ciclismo vasco sigue huérfano. «Han sido tres años de promesas y no se ha cumplido nada», atiza Madariaga.
En su conjunto sub23 tiene ahora a los herederos de Landa. A Xabier San Sebastián, por ejemplo, un corredor fuerte, para citas clásicas, que ya ha estado a prueba en el Cofidis francés. Tendrá que emigrar para ser ciclista. Hace no tanto, hasta 2013, habría pisado el planeta profesional por la puerta grande que le abría un equipo vasco perteneciente a la selecta nómina del UCI World Tour.
Restos del naufragio
Hoy, de todo eso sólo quedan los fantásticos restos de aquel naufragio. Uno de ellos, el mejor, es Mikel Landa. En julio de 1992, en una brasería de Lourdes a la espera del paso de la caravana del Tour, José Alberto Pradera, entonces diputado general de Bizkaia, le preguntó a Madariaga: «Miguel, ¿sería posible un equipo vasco?». Miguel Induráin era el monarca del inicio de esa década. Soñaba Pradera: los mejores corredores vascos unidos portando el maillot del Euskadi. Ese sueño se hizo real en 1994 y duró hasta 2013. Landa nació a tiempo para disfrutarlo. ¿Qué pasará con los que vienen detrás? ¿Qué equipo vasco podría haber hoy? Preguntas sobre las cenizas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.