J. Gómez Peña
Jueves, 31 de marzo 2016, 21:40
Viene de mimar su bicicleta. «Siempre me ha gustado tenerla limpia», dice. En eso tampoco ha cambiado. Mikel Landa es fiel a sí mismo, incluso ahora que viaja vestido por la élite del ciclismo con el maillot del Sky. El mejor equipo del mundo le ... ha dado galones para el próximo Giro, la carrera que el año pasado le discutió a Contador. Se vio a su altura. De 2015 también sacó otra enseñanza: paciencia ante la enfermedad. El virus le ha vuelto a machacar este invierno. Casi le ha desesperado. La semana pasada, sano ya, liberado, volvió a sentirse ciclista, a ser Mikel Landa, el faro del ciclismo en Euskadi. La Vuelta al País Vasco le verá desde el lunes.
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Tras casi dos meses enfermo, debutó la semana pasada en la prueba italiana Coppi-Bartali. Y atacó.
Iba con ganas de correr. Hubo un par de etapas duras y en la última intenté romper la carrera. No tenía nada que perder. Me encontré bien y he vuelto a casa con la moral alta. Estoy muy animado.
¿Fue con dudas a esa carrera?
Mis datos en los entrenamientos eran buenos. Sabía que en un puerto podía estar delante, pero no cómo iba a recuperarme de los esfuerzos. Y como día a día me iba encontrando bien, he resuelto la duda.
En 2015 pasó el invierno enfermo. Como este año. ¿Qué pensó el primer día que notó otra vez los efectos de un virus?
Que no podía pasarme algo así de nuevo. Me negaba a creerlo y quizá por eso, por ser un poco cabezota, me empeñé en entrenarme cuando mi cuerpo no respondía. Eso retrasó la recuperación.
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Durante un entrenamiento llegó a llamar a casa para que le fueran a buscar porque no tenía fuerzas ni para volver en bicicleta.
Sí, pero bueno... Lo malo lo olvido pronto.
¿Le ha pesado la responsabilidad de ser uno de los grandes fichajes del Sky?
También. Y no sólo por estar en un equipo nuevo, sino por mi nuevo rol, porque voy a ser líder en algunas carreras. Me veo con posibilidades, con los mejores. Y todo eso supone una responsabilidad. No quieres perderte nada, ninguna carrera.
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En 2015, el Astana apenas se preocupó de usted cuando estaba enfermo. Eso no ha sucecido en el Sky.
Así es. Ahora mucha gente ha estado pendiente de mí. Me han ayudado. Y lo agradezco mucho.
En la primera concentración con el Sky realizó una prueba de esfuerzo y sus datos impresionaron a los técnicos que también controlan a Chris Froome.
En diciembre me encontraba bien, aunque ya tenía sensaciones raras. Como si los músculos no terminaran de adaptarse al trabajo. Pero fue en enero cuando ya vi que no podía seguir al grupo.
Haber sufrido en 2015 otra infección vírica le ha servido, al menos, para saber a qué se enfrentaba.
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Me ha dado tranquilidad. Sabía que con el tiempo iba a volver a mi nivel, aunque se pasa mal. Los días enfermo son muy largos. Piensas muchas cosas y hasta dudas si vas a ser el que eras. Pero tenía las referencias de 2015, cuando empecé a entrenarme tarde, en febrero, y luego gané una etapa en la Vuelta al País Vasco y dos en el Giro. La enfermedad del año pasado me ha hecho más optimista para afrontar la de esta temporada.
El Astana ya era un gran equipo, con corredores como Nibali y Aru, pero ahora está en el Sky, la referencia. ¿En qué son diferentes?
En los pequeños detalles. En el Sky les gusta acumular toda la información posible. De todos los aspectos. No se quedan estancados. Buscan nuevas formas de entrenamiento, nuevos materiales... No se conforman con lo mucho que han conseguido. Lo suyo es una evolución. Por eso todos se fijan en ellos.
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Y en ese universto tan exacto y ultramoderno, ¿cómo encaja un ciclista como usted, instintivo?
Bien. Hombre, cuando todo va mal, como me ha pasado hasta ahora, te estresa tener que andar midiendo todo el día los datos de los entrenamientos. Hasta le coges manía. Pero hay que hacerlo para que al final todo mejore.
La etapa de Amurrio
Ha pasado el invierno viendo cómo corrían otros.
Pues la verdad es que sólo he visto una etapa de la París-Niza y la Milán-San Remo. No quería verlas. Estaba tan asqueado del ciclismo que ni me apetecía verlo.
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Eso es que lo ha pasado realmente mal.
Más que mal, agobiado. Harto de la bicicleta.
Antes de la Coppi-Bartali ni quería ver el recorrido de la Vuelta al País Vasco, pero tras la carrera italiana ha vuelto a ilusionarse con la Itzulia.
Sí. Conozco la subida al puerto de Garrastatxu (Amurrio), que me pilla cerca de casa. Sé que allí tendré a muchos amigos animándome y pendientes de lo que hago. Ojalá me salga bien ese día. Es un puerto duro, no constante, y quizá se le atrangante a alguno. Quiero dar guerra en esta carrera, ir a por una etapa. La clasificación general no la veo ahora a mi alcance.
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En la cuarta etapa volverá a Aia, donde ganó el año pasado tras su primer invierno enfermo.
Tengo ganas de pasar otra vez por allí. Significó mucho. Motiva muchísimo volver a un sitio en el que has ganado.
La Vuelta concluye con una contrarreloj, la asignatura pendiente a la que ahora tantas horas dedica.
Pero no es la mejor contrarreloj para ver mi evolución (el trazado sube a Arrate y baja a Eibar). Seguramente, ese día ni usaré la bicicleta de crono.
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En 2015 estaba a estas alturas tan retrasado en la preparación como ahora y en mayo subió al podio del Giro. Tiene tiempo.
Eso me tranquiliza. He hecho menos trabajo incluso que el año pasado y estoy igual. Si todo va bien, espero llegar al Giro como en 2015 o incluso mejor.
Y como líder del Sky.
Todavía no he podido probar la condición de líder. Me motiva y me da seguridad tener detrás un equipo tan fuerte.
Los ciclistas son usuarios habituales de los aeropuertos. ¿Tiene miedo tras un atentado como el de Bruselas?
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Ni lo piensas. No podemos dejar de vivir por eso. No podemos vivir con miedo.
También hay riesgo en carrera. La semana pasada falleció un ciclista belga atropellado por una moto durante la Gante-Wevelgem.
Cada vez hay más motos. Son necesarias. Necesitamos gente que tape los cruces, que retransmita la carrera. Pero hay que regularlo. No sé las exigencias que tiene un piloto para estar en una carrera ciclista. Hay que concienciarse de que el ciclista es el más vulnerable. Y aplicar el sentido común. Adelantar más despacio cuando se pasa a un ciclista. En los últimos meses, los accidentes han ido a más y no puede ser. Hay que solucionarlo.
¿Pasa miedo en carrera?
Como he dicho antes, no se puede ni vivir ni correr con miedo.
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