San Antonio se desangra sin Kawhi Leonard

Mediado el tercer cuarto del primer enfrentamiento en el Oracle Arena, un Kawhi imperial hasta entonces pisó a un compañero de banquillo tras lanzar un triple esquinado. Maldita cercanía física entre los suplentes vestidos con chándal y sus colegas en camiseta de tirantes. El tres del conjunto de Texas, tipo duro e inmutable, se repuso más o menos. Pero poco después, en el mismo lugar geográfico de la cancha, se levantó para otro lanzamiento exterior y Zaza Pachulia, a quien se le atribuye la presunción de culpabilidad, estiró la zapatilla más allá de lo prudente y necesario. Leonard cayó con su pie dañado sobre el del pívot georgiano y ahí, tan pronto, terminaron las incertidumbres sobre el cruce definitivo de la conferencia. Unos Spurs que habían cincelado un baloncesto maravilloso que recordaba a sus esencias eternas (25 puntos arriba) se toparon con la cruel realidad. La orquesta sinfónica de antaño depende ahora excesivamente de su hombre estelar y, sin él, Golden State metió un parcial demoledor (58-33). Si determinante resultó el abandono del formidable alero, tanto o más mérito cabe atribuir a la feroz, activa e inteligente defensa local después del descanso. Final, 113-111.

Remontada

La remontada de un equipo maravilloso, unida a la baja de Kawhi, olía a fiesta californiana y dejaba en el aire el tufo fatalista que desprende San Antonio. Y así ocurrió en la segunda entrega de la serie, un entrenamiento lúdico de un grupo divertido y homicida frente a la impotencia absoluta de los disminuidos Spurs. Stephen Curry se tributó un homenaje, el conjunto local repartió ¡23 asistencias! hasta el intermedio, coló triples desde todas las trincheras y se sentó a esperar la claudicación del adversario (136-100). De unos Spurs sólo sostenidos por un becario repetidor Jonathon Simmons, 27 años, segunda temporada en la NBA que ocupó el cráter de Leonard en el quinteto y el alma ausente del venerable abuelo Manu Ginobili, espléndido durante el primer compromiso. Nada más se supo en la cancha de una franquicia reverencial, tampoco de Pau Gasol, que surfea las olas con el casco tocado y hundido.

Esta madrugada, la del miércoles al jueves, comienza la final del Este entre los favoritos Cavaliers y Boston, que tiene a su favor el factor cancha y el orgullo irlandés intachable. A medio plazo se vislumbra un acontecimiento histórico, que sería la tercera pugna consecutiva por el título entre los dos mismos clubes. Ambos han alcanzado el vestíbulo con la ley del mínimo esfuerzo (sendos 4-0), mirando distraídos cómo sus contendientes se dejaban las energías en series largas. San Antonio frente a Memphis y Houston; Celtics, ante Chicago y Washington. Es un remedo de la guerra fía entre dos superpotencias, la que dirige el comandante en jefe LeBron James junto a sus soldados de elite y la capitaneada por Stephen Curry junto a Kevin Durant, Draymond Green y un ahora difuso Klay Thompson. Apasionante.