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Ángel Resa
Miércoles, 1 de febrero 2017, 12:07
Bien podría dedicar esta columna semanal a don Marc Gasol Sáez, a quien los entrenadores de su conferencia han elegido para integrar por un puro acto de justicia (poética o en prosa) el equipo del Oeste que disputará el All Star. A día de ... hoy, sólo el formidable DeMarcus Cousins (Sacramento) con un sonajero por cabeza y el estelar cejijunto Anthony Davis (cuatro y medio de New Orleans) pueden discutir al barcelonés la supremacía universal en el puesto de cinco. El que ya hace tiempo dejó de ser conocido como el hermano de Pau añade esta temporada un buen tiro frontal de tres puntos a su seria defensa y preclara lectura del juego. El oso mayor de los Grizzlies lidera con la naturalidad de las jerarquías no impuestas a un equipo forjado a su imagen y semejanza: sobrio, competitivo, relativamente feo para los amantes del rock&roll, fuerte y formal.
O tal vez habría de destinar este texto a la exhibición portentosa de Golden State el día en el que los Clippers, destinos ineludibles del calendario, visitaron el Oracle Arena. Los Warriors, por supuesto sólidos y divertidos también ahora, recuperaron la imagen sobrenatural de la campaña anterior, cuando levitaban muy por encima de la tierra hasta que Cleveland los bajó del púlpito en la final. El cuadro de Steve Kerr avasalló al de Doc Rivers (144-98) con 43 puntos en el tercer cuarto, veinticinco de ellos a cargo de Stephen Curry. El base de rostro infantil e ideas letales, el que mastica el protector bucal con aire de suficiencia, metió el triple previo al descanso desde media pista y coló otros misiles paranormales en una jornada de carnaval. Pese a la crisis ¿coyuntural? de los Cavaliers cuesta imaginar otro desenlace del título que no junte por tercer año consecutivo a los cuadros de California y Ohio.
Nueva saga
Pero parafraseando a Paco Umbral, servidor acude a esta cita semanal con los seguidores de la NBA para hablar de lo suyo. Y yo quería centrar el artículo en el mayor de los Hernangómez, saga que sucede a la de los Gasol en este juego de dobles parejas que el baloncesto español exporta a Estados Unidos. Por primera vez, el pívot novato de los Knicks ha partido de titular, algo que clamaban sus notables actuaciones. Pese a su nerviosismo por conocer poco antes del encuentro en Washington que entraría en el quinteto para suplir a su indispuesto amigo Kristaps Porzingis, viene de firmar 15 puntos y 14 rebotes, un doble-doble que añadir a otro logrado recientemente. A sus veintidós años y con el margen de mejora propio de la edad, Willy muestra las pinceladas diversas de una obra compacta. Tiene calidad, es valiente y su estabilidad anímica se corresponde con la de un adulto sereno.
El mayor de los Hernangómez ya ha protagonizado algunas de las selectas imágenes comprimidas en los resúmenes diarios porque en cuanto oye música se pone a bailar. Me refiero al juego de pies que le procura reversos sucesivos con los que aturde a sus defensores y un apetito voraz para pelear rechaces en ambos aros. No se arruga ante las tretas de los veteranos y el criterio arbitral que cobra los pecados de la juventud. Y se comporta de manera opuesta a la de los tipos ciclotímicos que a una noche de euforia sueltan otra de depresión según las circunstancias. Su entrenador, Jeff Hornacek aquel tercer hombre en los Jazz de John Stockton y Karl Malone, aún no se aclara con las rotaciones y Willy lo mismo pasa de la trastienda al escaparate. Ya va siendo hora de que apueste por el español y Kyle OQuinn en vez de conceder la titularidad a un Joakim Noah en caída libre.
Claro que ese ese movimiento de piezas debería acompañarlo de la inclusión del base Brandon Jennings por Derrick Rose en el quinteto titular porque éste conecta estupendamente con el cuatro y medio madrileño crecido deportivamente en Sevilla bajo la batuta de Aíto. El caso es soltarle las riendas y rememorar el título cinematográfico Liberad a Willy para que la siempre errática gerencia deportiva de los Knicks algo así como llenar de dinero a un borracho para que se lo gaste en vino inicie la reconstrucción definitiva a partir de Porzingis y de su amigo Hernangómez, también compañero de vestuario en la etapa previa al Real Betis Balom cesto.
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