Irving resolvió el encuentro cuando las espaldes de James dejaron de poder con todo el peso que Durant colocaba sobre ellas
Análisis de la nba

Irving, héroe por reincidente

El base de Cleveland resolvió el último título de la NBA y viene de sentenciar ‘la revancha’ ante unos Warriors que extrañaron la ‘incomparecencia’ de Curry

Ángel Resa

Miércoles, 28 de diciembre 2016, 09:19

Hacía seis meses que los seguidores de la NBA suspirábamos por la reposición de el partido. Exactamente el tiempo transcurrido entre la remontada triunfal de Cleveland en Oakland que firmó Kyrie Irving con una suspensión valiente y letal de tres puntos. Aquel triple que ... punteó sin éxito Stephen Curry en el último minuto del encuentro definitivo representó el anillo de unos Cavaliers que perdían 1-3 en un auténtico cruce de estilos. La Liga estadounidense, que mima el producto igual que se envuelven los regalos caros en estas fechas, había programado la revancha para la tarde del 25 de diciembre. Acertó, claro. Durante muchos minutos -pongamos que tres cuartos extensos- al enfrentamiento le faltó el brillo estético compensado por una intensidad abrumadora. Los dos equipos parecían empeñados en mover el calendario. No era un choque navideño de buenos deseos mutuos, sino un enfrentamiento carnal propio del mes de junio. Salvo que Toronto o San Antonio lo impidan -quizá apurando hasta los Clippers- Golden State y Cleveland deberían toparse de nuevo y con las astas en punta por tercera campaña consecutiva.

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Las impecables promociones estadounidenses anunciaron en 1992 la película Héroe por accidente. Permítanme la licencia de moldearla siquiera un poco para titular esta columna semanal. Héroe por reincidente me atrevo a escribir en honor a Irving, la perfección técnica hecha base que decidió el último título y también el duelo atronador del pasado domingo (109-108). Hasta su irrupción potente y hermosa del último cuarto, el partido era un intercambio furioso entre dos púgiles de los grandes pesos con formas de golpear muy diferentes. Un combate que gobernaban los Warriors a los puntos frente a unos Cavaliers orgullosos que se resistían a perder la estela marina de su adversario. Dos escuelas distintas de entender el baloncesto que enarbolan sus banderas respectivas de una manera desafiante. Los músicos sometidos a los movimientos de batuta de LeBron James ante la sinfonía de Golden State, que ha elevado a la categoría de arte el juego sin balón. Los aclarados de los soldados del rey para que cree y/o remate la estrella frente al dinamismo continuo de los guerreros californianos, apóstoles del ofrecimiento y los cortes permanentes.

James, falso base

Quizá porque su reino sea ajeno a este mundo, Stephen Curry decidió no acudir a la cita de Navidad, una fecha habitualmente refractaria a su excelsa biografía deportiva. Así que durante muchos minutos, y entre el fragor de una batalla compuesta por dos equipazos de estilos casi opuestos, emergían por encima de todo las individualidades que tanto gustan a la patronal del baloncesto norteamericano. El poderío físico cada vez más pendiente de alentar a sus compañeros desde el puesto de falso base de James por el bando local; Kevin Durant, colmo de la elegancia y la estética que ha encajado muy bien en el bloque de Oakland desde la vertiente foránea. Golden State sacrificó valiosas piezas del ajedrez en el verano (alfiles y torres, principalmente) para reclutar al emblema de los Thunder y éste ha respondido con una adaptación muy notable a la maquinara de un equipo perfectamente engrasado. Meritoria labor del alero, que desde su concepto individual del juego ha recalado en un bloque que adora las asistencias.

Es cierto que hasta el 80-94 del minuto 39 Durant encontró en Klay Thompson al escudero perfecto. Tanto como que LeBron hallaba en Kevin Love la ayuda mínima imprescindible mientras aguardaba los galones de Irving. Y el base, prodigio de técnica individual y monarca absoluto del uno contra uno, apareció cuando la temperatura del partido exigía baldes de agua para sofocar tanto fuego. Kyrie selló un último cuarto portentoso, con catorce puntos cincelados de precisión, fundamentos y arrojo. El encuentro era esa moneda al aire que amenaza con caer de canto (prórroga se llama en baloncesto) y el timonel de Cleveland decidió que había llegado el momento de resolver. A falta de tres segundos anotó un canastón que adquiere mayor trascendencia según se observan las repeticiones. Thompson, tirador estilista y defensor tenaz, contuvo su intento de penetración con un marcaje ejemplar. Le negó la senda hacia el aro y entonces Irving reeditó el movimiento de la peonza. Giró en reverso sobre sí mismo, Klay lo aguantó hasta el final con el brazo extendido y, pese a todo, el director de los Cavaliers ganó un duelo sustentado por James ante la incomparecencia de Curry. Al base de Cleveland le pueden caer años de talego por reincidente.

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