Gasol ha firmado otra campaña sobresaliente, pero no tendrá el premio del 'play off'
Análisis de la nba

La impotencia del apóstol Pau

Gasol I ha vuelto a firmar otra temporada más que notable, y van…, que no ha servido para evitar el sonoro fracaso de los Bulls

Ángel Resa

Miércoles, 20 de abril 2016, 12:43

Revisa uno los resultados de las eliminatorias por el título y le chirrían las cuentas. Vuelve a leer los emparejamientos de los play off y llega a pensar que hasta esa máquina formidable de parir datos trascendentales, interesantes e incluso nimios que es la NBA ... puede pecar de olvidos imperdonables. No encuentro a los Bulls en los cruces del Este. Insólita ausencia según los pronósticos que los aficionados establecemos a finales de octubre, cuando arranca la temporada. Pero desaparición justa cinco meses y medio después, tras comprobar unas cuantas ocasiones en la clandestinidad de la madrugada que Chicago recoge el fruto vacío que se merece. El insigne club de Illinois no sólo ha dejado de plantar esta campaña. Ha ido más allá en su tarea autodestructiva. Sencillamente ha dejado pudrir los sembrados anteriores, los que le labraron una identidad con el obsesivo técnico Tom Thibodeau en el banquillo del United Center.

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Los Bulls purgan su baloncesto inconsistente y la elevación de nivel en una conferencia que facturaba billetes baratos hasta este mismo ejercicio. El Este programaba vuelos low cost, metía en las eliminatorias a equipos con apenas 38 victorias en 82 partidos. Pero este año, Chicago ha cogido vacaciones anticipadas a pesar de firmar 42 triunfos insuficientes. Tal vez por ahí, y también desde la vertiente de las lesiones (Mike Dunleavy, Nikola Mirotic, Joakim Noah), se escude la franquicia para justificar un fracaso sonoro. El club que Michael Jordan elevó a los altares se queda por primera vez fuera de los play off desde 2008. Antes de empezar la Liga cualquier analista incluía sin duda alguna al cuadro de Pau Gasol entre los candidatos a disputar la final de su conferencia. Vale que Cleveland parte con cuerpos de ventaja sobre el resto de aspirantes, pero era obligación de los Bulls tratar de disputar la hegemonía del Este a los Cavaliers. Aun teniendo en cuenta, por supuesto, la solvencia de conjuntos como Toronto y Atlanta. Nunca, en todo caso, alguien imaginaba a Chicago abandonando el campeonato de manera prematura. No, desde luego, con una batería interior como la formada por el propio Pau, Noah, Taj Gibson y Mirotic o exteriores del calibre del completísimo Jimmy Butler y Derrick Rose. Aunque tengo para mí que el base local, nacido en la ciudad del viento, ya representa más un problema que la solución.

Ocurren estas desgracias en la vida cuando alguien renuncia a su personalidad. Que trasladado el asunto a la cancha de baloncesto significa la deserción de los valores que convierten a un equipo en reconocible. La franquicia, y parece que el fiel público del United Center, se había cansado del metódico Thibodeau, un entrenador riguroso que confirió firmes convicciones defensivas al grupo. Podrían gustar más o menos, pero los Bulls sabían a qué jugaban. Formaban un bloque duro y alejado de la lírica al que costaba un mundo abatir. Esta temporada ha recibido 103 puntos de promedio cada noche y con la técnica del colador resulta muy difícil que la sopa no escape por agujeros y rendijas. Llegó Fred Hoiberg, un técnico con cuatro años de experiencia universitaria (Iowa) y nulo poso en la NBA. Quiso liberar las riendas que, presuntamente, sujetaban a sus jugadores en ataque. Y lejos de cincelar un baloncesto ofensivo fluido, Chicago se ha dejado en la senda las virtudes contenedoras que le proporcionaban su identidad. Viene aquí a cuento el refrán que discute la eficacia de lo bueno por conocer.

Pau, el metrónomo

Desde luego, no cabe culpar a Pau de la profunda desilusión colectiva. Gasol I ha vuelto a poner en marcha su metrónomo particular, esa regularidad asombrosa de la que lleva quince años haciendo gala. El estilo de Hoiberg le penalizaba y así lo demostraron sus números en el inicio de la campaña. Pero el catalán, un hombre inasequible al desaliento que se pasa la vida tapando bocas, ha terminado con 16,5 puntos, 11,1 rebotes (sexto en este apartado estadístico de toda la NBA), 4,1 asistencias (ningún pívot le supera en pases de canasta) y 2 tapones (quinto en la orden de mérito). Sólo seis jugadores han firmado más dobles-dobles (puntos y rebotes) a lo largo de la temporada que él. Su alianza en la pista con Butler se merece un hueco en el olimpo de las sociedades productivas y, sin embargo, la notable temporada de Pau -otra más y van- no ha servido para inyectar contenido a la cáscara hueca de los Bulls.

Hasta doce españoles, incluidos los nacionalizados Serge Ibaka y Nikola Mirotic, han desembarcado en el baloncesto norteamericano. Tras el admirable pionero Fernando Martín, los inmensos pabellones de allí han contemplado las virtudes deportivas del propio Gasol y de su hermano y de Raúl López, José Manuel Calderón, Sergio Rodríguez, Jorge Garbajosa, Juan Carlos Navarro, Rudy Fernández y Ricky Rubio. En algunos casos las lesiones (Raúl) y en otros los altibajos han impedido cuajar el cemento armado de la solidez. Excepto por la parte de Marc, a menos esta media temporada por problemas físicos, y por supuesto de Pau. No hay quien quiebre su talento y capacidad sobrenatural para reponerse a las adversidades. Un estudio reciente indica que el mayor de la saga cuenta con un 93,35% de posibilidades de ingresar algún día en el Hall of Fame. Y ya suenan pretendientes para reclutarlo en cuanto decida abandonar Chicago. Uno de ellos es San Antonio del gurú Gregg Popovich. Después de declarar estas dos últimas cuestiones ante el tribunal, creo que no hay más preguntas para su señoría.

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