Gasol, en el pasado All Star.

Pau al All Star: se repara la injusticia

Adam Silver deshace el entuerto al convocar al mayor de los Gasol para el partido de las estrellas en sustitución de su compañero Butler

Ángel Resa

Miércoles, 10 de febrero 2016, 12:21

Aprovechando que este año se cumplen cuatro siglos de la muerte de Cervantes, la NBA ha decidido desfacer el entuerto quijotesco que había apartado a Pau Gasol del All Star. Bueno, seguramente Adam Silver no ha reparado en la efemérides y la ... fecha le importa lo mismo que un viejo molino de viento, pero el paralelismo sirve para reparar una injusticia. Al final, el barcelonés sí estará este fin de semana en el circo de tres pistas que la Liga norteamericana programa a mediados de febrero. La elección digital del comisionado que tanto recuerda a los hábitos de los partidos políticos antes de las primarias supone un guiño a la memoria histórica y un reconocimiento proporcional a la buena temporada, otra más, del pívot catalán. A los 35 tacos, nada menos, el mayor de la saga firma números de 17 puntos, 11 rebotes, 3 asistencias y 2 tapones por noche. Cantidades que nadie ha alcanzado antes a semejante edad en la sexagenaria existencia del campeonato estadounidense.

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Hay tres maneras de ingresar en el partido anual de las estrellas. El democrático y discutible, no lean mensaje subliminal alguno de apoyo a los autoritarismos, reclutamiento popular. El mismo que ha confeccionado dos quintetos (Este y Oeste) sin jugadores interiores, premia a un Kobe Bryant decadente como homenaje a su excelsa carrera y a punto ha estado de meter al georgiano Zaza Pachulia, con todo un país rendido a él como si de una cuestión de Estado se tratara. Pau se quedó a 360 votos entre millones de repetir como titular y sumar un pívot al orden natural del baloncesto. Pero al no lograrlo cabía concluir que su lógico fichaje llegaría por la senda ilustrada. Es decir, que los entrenadores de su conferencia rindiesen tributo a uno de los mejores hombres grandes de su competición desde hace década y media. Pues tampoco. Los técnicos se decantaron por el físico imponente del reboteador André Drummond (Detroit), la calidad indiscutible de Paul Millsap (Atlanta) y la elegancia de un tipo poco propenso a adentrarse en el campo minado de la zona (Chris Bosh, Miami). Pero, definitivamente, Gasol I de Sant Boi ocupará un puesto en el banquillo del Este.

Lo hará por la tercera vía, el camino indeseable que significa acudir por la lesión de un compañero. Y nunca mejor dicho porque sustituye en el bloque de los elegidos a Jimmy Butler, su mejor socio en los Bulls y modelo de escolta completo. En realidad, ambos acaparan la única armonía que se puede entrever dentro de un equipo sin carburante. La gerencia de Chicago rescindió el contrato de Tom Thibodeau para eliminar rigor cuadriculado en la cancha y procurar diversión al público. Pero con Fred Hoiberg no hay juerga alguna y tampoco el equipo, corto de ADN y espíritu, gana. El bloque llamado a disputar la supremacía de su conferencia a Cleveland marcha séptimo, perdido en la búsqueda de una identidad extraviada.

Con tres equipos

Volvamos a la grata noticia que anuncia la presencia de Pau en el All Star. Nada menos que la sexta convocatoria desde su debut hace diez años en el que acogió Houston. La aparente indolencia con la que Gasol se mueve por el campo esconde un espíritu competitivo incuestionable, una regularidad asombrosa dentro de la excelencia y una evolución de su juego para adaptarse al paso del tiempo. Todo ello se traduce en realidades cuantificables y apabullantes que narrar a sus descendientes, si algún día los tiene, sobre batallas ganadas y guerras vencidas. El barcelonés cumplirá el domingo en Toronto media docena de selecciones para el carnaval. Y ojo al dato, que decía el otrora caudillo de la radio deportiva, con tres clubes diferentes. Fue a Texas en el nombre de Memphis, a Phoenix, Dallas y Los Ángeles como embajador de los Lakers y a Nueva York y Canadá de delegado de los Bulls. Por si fuera poco, y la trayectoria de Gasol anda repleta de acontecimientos inauditos, su presencia en Toronto salva el honor del mundo entero. Por primera vez en más de treinta años no había invitaciones cursadas a los jugadores que allí llaman internacionales. Pero el silbido de Adam Silver a última hora sirve para mantener la tradición de un torneo que alinea a un 22% de protagonistas extranjeros.

La trascendencia del All Star no reside en las acrobacias sin oposición que encierran los 48 minutos del encuentro. Ha de encontrarse en la añadidura de una medalla más a un uniforme repleto de condecoraciones. Pau, a través de esa sensación tan suya de levantar el freno de mano, esparcirá polvos mágicos por su visión panorámica del juego, los pases que solo anidan en la mente de los bases, algún reverso de escaparate y un par de ganchitos de su catálogo. Un menú degustación propio de esta época que rinde culto a la gastronomía con manjares grandes servidos en ajuares pequeños.

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