La histórica imagen del salto inicial entre los hermanos Gasol del año pasado no se repetirá
Análisis de la nba

Amnesia de Pau

Los entrenadores se olvidan de seleccionar a Gasol I para el ‘All Star’, un año después del irrepetible salto inicial entre hermanos

Ángel Resa

Miércoles, 3 de febrero 2016, 12:10

Salvo algunas mentes montaraces, casi todos estamos de acuerdo con la célebre frase de Winston Churchill, el estadista británico que definió la democracia como el menos malo de los sistemas políticos. En este, al menos, tenemos voto aunque solo gastamos voz en las redes ... sociales. Otros modos autoritarios de entender la política conducen, en primer lugar, a la amputación de los derechos humanos partiendo de un ataque frontal a los individuales. Pero nadie dijo que el método fuera perfecto. Hasta de la voluntad popular pueden salir leyes injustas o decisiones controvertidas. Trasladado al universo del deporte ocurre cada año con las votaciones para elegir a los doce representantes de cada conferencia en el All Star de la NBA. Valga el ejemplo largo, de 2,13 metros pongamos por caso, de Pau Gasol. El cuatro y medio catalán se ha quedado a trescientos votos entre millones de Carmelo Anthony, el último con billete de titular para la cita anual de las estrellas. Quedaba el recurso de la selección de los entrenadores, donde el sentido común depositaba su confianza. Pero tampoco. El mayor de la saga de Sant Boi se queda sin su sexta participación en un partido que, acorde a las fechas que se avecinan, más parece un carnaval.

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La NBA es una organización lista y poderosa, que comprende como pocas el valor omnímodo del mundo globalizado. Quiere que en su imperio jamás se ponga el sol y la estrategia consiste en involucrar a los aficionados del mundo entero. Por ejemplo, permitiendo que todos los seguidores de su campeonato metan la papeleta con el nombre de sus artistas preferidos -que canta el gran Rosendo- en la urna inmensa y virtual de Internet. Parece loable conceder protagonismo al pueblo, pero cuando la mano se abre hay que aceptar las consecuencias. Como que salgan dos quintetos titulares sin pívots, esa estirpe que el baloncesto moderno de ida y vuelta trata de minar, esa especie en peligro de extinción que debería protegerse. Los hay buenísimos e inteligentes, capaces de infundir peligro por sí mismos, pasadores excelentes, grandotes y aptos para generar juego arrastrando a sus pares fuera de la zona y favoreciendo las penetraciones de sus compañeros exteriores. Vale que la evolución casi haya suprimido uno de los dos postes tradicionales, pero de ahí a extirpar el puesto de raíz

El 14 de febrero

Así ha sucedido tras el recuento popular que designa a los titulares. Eso y la exacerbación de nacionalismos que casi coloca en el quinteto a Zaza Pachulia, un jugador georgiano más que correcto que firma números de diez puntos y once rebotes esta temporada en Dallas. Se trata de un baloncestista respetable, pero se nos ocurren ochenta nombres antes que el suyo para la mascletá del 14 de febrero en Toronto. Quizá este comentario sobre la procedencia geográfica alimente la inquina de algunos, que vieron decisiones patrióticas en el salto inicial de los Gasol hace un año. Pero se les desmonta rápidamente la teoría de la conspiración. Pau y Marc debían figurar, sin disyuntivas que valgan, en el All Star de la pasada campaña. Si no era por el conducto del voto popular, nadie alberga la más mínima duda de que a ambos los habrían elegido los técnicos. Y ahí reside el problema esta vez, en que los preparadores han obviado al poste de los Bulls. Aceptando todas las opiniones, de forma injusta para el firmante de este artículo.

Pau -un tipo con muchos dedos de frente y la cabeza mejor alicatada que una tienda de muebles, un hombre sensato y templado que huye de los incendios- reconoce que se siente molesto por la amnesia en torno a él. Considera que su juego durante este ejercicio merecía la sexta convocatoria. A este enfado sin alaridos se une el enojo que le provoca la inconsistencia de Chicago, un candidato firme a disputar con Cleveland la final del Este que marcha quinto de su conferencia (balance de 26-21), a tiro de piedra del tercero pero también del octavo. Con el denostado Tim Thibodeau, los Bulls sabían a qué jugaban -al menos hasta junio de 2014- mediante su firme apuesta por la defensa y la aversión por las extravagancias. Ahora algunos de sus jugadores se divierten y otros (Gasol, al frente) buscan unas señas de identidad extraviadas. Pero lleva razón el hermano mayor de la familia, al margen de una trayectoria errática como equipo, sus prestaciones personales le daban para repetir en la fiesta del All Star. ¿Por quién? Tal vez en el sitio de Chris Bosh, el cuatro abierto de Miami que regresa un fin de semana a la ciudad donde primero disfrutaron de su talento. O en el lugar de Paul Millsap, ala-pívot serio e inteligente. O enfrentando la calidad de Pau a la fiereza física y reboteadora de André Drummond para elegir entre la música de viento y la de percusión.

Reconozcámoslo. El duelo de las estrellas es un circo de tres pistas donde reinan los saltimbanquis, los acróbatas y hasta tienen cabida las payasadas. Como partido puede reducirse el término de chufla, según la terminología amena de Guillermo Giménez, comentarista de la NBA en las clandestinas madrugadas. Pero la convocatoria para el acontecimiento supone un honor más en un palmarés, como el de Pau, ya repleto de medallas. No resulta importante cuanto pasa dentro de 48 minutos dislocados, sí el hecho de estar allí. Viene a ser como la guerrera atestada de condecoraciones en el uniforme de un militar. Y admitamos otro asunto. Solo Gasol I El Emperador se merecía el viaje a Toronto esta campaña porque su hermano, Big Marc, no raya al mismo nivel que hace un año le confería el título oficioso de mejor cinco del mundo. Sigue siendo buenísimo y no hay quien discuta su jerarquía, pero desde un peldaño menos. Y es que la foto del salto inicial en 2015 parece irrepetible, una de esas escenas históricas bien enmarcadas a la que quitar el polvo cada día.

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