Ángel Resa
Jueves, 7 de enero 2016, 02:02
No es por arrojar flores a mi propio aro, pero me van a permitir que recuerde un artículo que publiqué en esta misma sección hace trece meses. Llevaba por título Vaya par de gemelos y ya entonces escribí sobre los asombrosos paralelismos entre Kawhi ... Leonard (San Antonio Spurs) y Jimmy Butler (Chicago Bulls). Lo digo porque ahora leo algunos comentarios que abundan en el mismo tema y por el asunto de las autorías, más que nada. Ambos cumplen su quinta temporada en la NBA, crecen sin pausa y hasta con prisa, son prototipos del jugador total desde los puestos exteriores de escolta o alero y ya aparecen como las primeras referencias en ataque de sus clubes, ambos segundos de sus respectivas conferencias tras consumir casi medio campeonato. Todo ello sin olvidar que tomaron la alternativa en el baloncesto profesional como cancerberos defensivos.
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A partir de esa solidez atrás, el maestro Gregg Popovich ha ido edificando a un Kawhi ultratímido fuera de la pista que se mueve dentro de ella como un volcán incandescente. Y al nuevo propietario de las sagradas escrituras de San Antonio le brotó ya hace año y pico una réplica, tal vez no tan pulida aún, en el estado de Illinois. Sí, Butler viene de anotar hace tres días cuarenta puntos después del descanso para la victoria de los Bulls en Toronto (113-115). El chico había metido un simple tirito debajo del aro durante la primera mitad, pero se desató en un segundo tiempo casi inmaculado. Acabó con 15 de 23 aciertos en lanzamientos de campo, incluido el triple definitivo junto a la raya de banda ante la vigilancia del excelente contenedor Carroll, y 11 de 12 tiros libres. Superó por un punto la mejor marca de un tal Michael Jordan, el forjador divino de una dinastía indestructible que una noche logró 39 en esos veinticuatro minutos. Vamos, que Butler se sumó a una de estas hazañas individuales que solo guardan parangón con los 81 puntos de Kobe Bryant a los Raptors o los 37 en un solo cuarto que coló Klay Thompson la campaña pasada.
¿Qué si armó mucho escándalo el nuevo líder de los Bulls para semejante barbaridad? Pues no. El tipo actúa con tal intensidad y determinación que puede producir para su equipo en cualquier momento y de formas variadas. Dosificó la munición con una regularidad apabullante para abatir a un adversario que mandó durante la mayor parte del enfrentamiento. Sin Derrick Rose, con molestias físicas la última semana, el conjunto de Fred Hoiberg juega mejor. Los seguidores del base tomarán esta afirmación como un sacrilegio, pero el hombre que logró arrebatarle un título de MVP a LeBron James en cinco temporadas poco tiene que ver con el actual. Hoy es un lastre realtivo, pese a su talento, porque quizá la franquicia y el entrenador rinden tributo a su baloncesto previo a las lesiones sin atender el rendimiento presente. La ausencia del chupón Rose se tradujo hasta esta madrugada hoy nuevo triunfo ya con él en cuatro triunfos consecutivos y menos pólvora gastada por los tiros excesivos de su antaño estrella. Y beneficia al propio Butler, que mientras Derrick ve el partido en el banquillo y vestido de traje, obra de director de juego circunstancial con resultados evidentes.
El ya líder de los Bulls no es un base académico de la vieja escuela. Sencillamente porque pertenece a la estirpe de los escoltas y prefiere la definición, la verticalidad, el remate y el trabajo rápido a las elaboraciones. Forma con Pau Gasol, toda figura necesita otra de una inteligencia a prueba de todo, la mejor sociedad limitada del equipo. El pívot catalán lleva toda la campaña alimentando al escolta desde la cabecera, enviándole balones a las inmediaciones del aro que Butler deja dentro de la canasta tras aprovechar un bloqueo ciego o mediante la vieja finta de la puerta atrás. En el día de la victoria frente a Toronto, Jimmy se apoyó en el primer bloqueo directo del barcelonés al poco de cruzar el medio campo para atacar el tablero rival con esas penetraciones veloces que le distinguen. El protagonista de esta historia es un tipo valiente que aúna el físico del gran defensor forjado en la factoría de Tom Thibodeau con un catálogo amplio de virtudes técnicas en ataque.
Aprovechar la tabla
El que desplegó para derrotar a los Raptors: entradas por la derecha tras bote, aprovechando la tabla como hacen los jugadores buenos, posteando desde su posición de base circunstancial a un par más bajo (Kyle Lowry), amagando a un especialista del secado como Carroll y colando un par de triples dentro de su batalla por perfeccionar el tiro lejano. En realidad, una de las escasas aristas que le quedan por pulir para constituirse como la fotocopia más fiable de su alter ego del Oeste, Kawhi Leonard. ¿Acaparador? Butler es listo y dinámico, sabe leer el juego e invertir la pelota cuando le llegan los dos contra uno. Pero dispone de veinte tiros de media en cada encuentro porque se ha ganado un derecho a disparar que sus compañeros le reconocen.
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Hay muchas maneras de querer a la NBA. Quieren prefieren la armonía colectiva me la pido en esta carta a los Reyes Magos pueden optar por Golden State Warriors, San Antonio Spurs y quizá en un peldaño inmediatamente inferior Cleveland Cavaliers. Los seguidores del individualismo estadounidense que se centra en la pericia de tipos concretos apostarán todo en la ruleta a los mejores (Stephen Curry y LeBron James), a los más elegantes (permítanme que confiese mi querencia a Kevin Durant) o a los más completos. Aquí incluyo al líder silencioso de un equipo angelical (San Antonio) y al generador que alumbra el United Center. Butler significa mayordomo, pero Jimmy ya ocupa el lugar de honor en la mesa de los señores.
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