Ángel Resa
Miércoles, 22 de abril 2015, 12:31
Es improbable que Atlanta represente a su conferencia en la final de la NBA. Siento escribirlo así porque el baloncesto colectivo de los Hawks bien debería remar hasta la serie definitiva que abrocha la campaña, allá por el mes de junio. Los Spurs del ... Este se han ganado el derecho donde se cimentan los méritos, en la cancha, y también desde el banquillo. La NBA ya ha soltado a la jauría de seguidores el primer premio individual de la temporada, el que distingue el mejor entrenador del campeonato. Y creo, sinceramente, que el censo de votantes ha elegido la papeleta adecuada. The winner is Mike Budenholzer, el discípulo aventajado del gurú Gregg Popovich, el maestro a quien sucede en la historia del galardón.
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Ambos profesan la misma fe, que se resume en mandamientos ineludibles: rigor, conjugación de los verbos en la primera persona del plural, equilibrio, amarás el pase por encima del bote, ocuparás las esquinas para liberar tiros con una entrega suplementaria y abrazarás las ayudas defensivas a partir de la responsabilidad individual en la contención del uno contra uno. Los egos se encierran en una caja acorazada y quien quiera elegir a un hombre de Atlanta como el mejor del mes debe quedarse con el pack completo. Así sucedió en enero, cuando la NBA proclamó MVP del Este al quinteto titular de Atlanta: Teague-Korver-Carroll-Millsap-Horford. Al éxito por la socialización.
De los cinco, cuatro acudieron al All Star de febrero. Solo permaneció al margen el alero, un tres sacrificado y generoso que encaja perfectamente en la filosofía de Atlanta y sufrió para asomar la cabeza en equipos precedentes. Hay deportistas que solo triunfan en San Antonio y en los Hawks. Durante sus selecciones de personal, Popovich y Budenholzer atienden a detalles ajenos a la excelencia que a otros técnicos les parecen restos de bisutería. Carroll, con su defensa y sus cortes decididos desde el lado débil, ejemplifica como pocos hasta qué punto un hombre de pasado gris contribuye a engrasar la precisa maquinaria del equipo de Georgia. Un modo de entender el juego que apuesta por las asistencias en la ruleta del baloncesto. Solo Golden State, el mejor equipo de la campaña, reparte una más que Atlanta. La justicia aboga por una final entre los dos balances victorias-derrotas más destacados de la temporada, pero me temo que a los conmovedores halcones les falta un lebron y también andan escasos de fondo de armario en comparación con rivales de su conferencia como Cleveland o Chicago.
Por detrás de Budenholzer en las votaciones, y muy cerca de él, ha quedado el novato Steve Kerr, aquel excelso tirador de los Bulls que resolvió mediante una suspensión un título ante el sobremarcaje de Michael Jordan. Excelente labor la del técnico de los Warriors, que ha apuntalado la defensa del conjunto californiano con un remedo mejorado de cuanto hizo Mark Jackson en el banquillo de Oakland. Pero la franquicia ha rodeado a Kerr de un ejército de ayudantes que ejercieron como primeros espadas y dispone de un plantel muy superior en talento al de los Hawks. Muy destacable, y plenamente justificado, me parece el cuarto puesto de Brad Stevens en la lista de entrenadores del año. El ex técnico universitario ha devuelto el orgullo verde a la historia grandilocuente de Boston, clasificado pese a los pronósticos lógicos y agoreros para las eliminatorias con un equipo justito. Los Celtics, dentro de la modestia de su plantilla, saben a lo que juegan y tratan de competir como pueden frente a Cleveland, el ejército del mariscal James.
Los Cavaliers apuntan tan alto como se esperaba de ellos, pese al mal inicio de Liga por la desconfianza absurda hacia David Blatt y el desequilibrio de un plantel bien resuelto en el mercado de invierno. Sobre todo con el fichaje del pívot Timofey Mozgoz, que ocupa el enorme hueco en la zona que dejó huérfano Anderson Varejao tras su grave lesión. Me cuesta intuir a Atlanta en la final de la NBA, no así en la del Este, porque probablemente el honor de representar a esa conferencia recaiga en el ganador de la presunta semifinal Cleveland-Chicago. Y el grupo de Ohio tiene de todo a partir del gobierno dictatorial de LeBron, quien resulta casi imparable cuando penetra en la zona con la musculatura del increíble Hulk. James firma decretos-leyes sin necesidad de salirse por arriba en anotación.
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Hasta la fecha, los cruces discurren por el cauce establecido. Avanzan los favoritos con el factor cancha a favor incluido el choque teóricamente más atractivo, el que enfrenta a los Clippers con el actual campeón- y tampoco sorprende, en absoluto, que Washington lo haya recuperado tras sus visitas a Toronto. Quizá a los Wizards les falta alma con la que acompañar el talento indudable de su plntilla, pero pesan más en la balanza del baloncesto que los Raptors. Creo que el artículo quedaría incompleto sin algunas menciones particulares. A Jimmy Butler, por ejemplo, el alero de Chicago que se postula como candidato a hombre de mayor progresión. Y como en toda historia humana siempre generan simpatía los perdedores cabe hablar de Anthony Davis, el joven cuatro de New Orleans que gobernará las zonas de la Liga, en realidad lo hace ya, con su ceja unidimensional.
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