James Harden y su barba.

El genio de la barba maravillosa

James Harden, talento extraordinario al servicio de Houston, se postula junto a Stephen Curry como jugador más valioso de la NBA

Ángel Resa

Miércoles, 25 de marzo 2015, 12:40

Francisco Umbral se enfadó en aquel programa de televisión porque había acudido al plató para hablar de su libro y le preguntaban de todo menos de su obra más reciente. Yo me había propuesto escribir de James Harden, el escolta de Houston Rockets, ... y la actualidad se empeña en aplicar el foco sobre el puesto sacrosanto de los bases. Hay evidencias que solo necesitan la confirmación esperada del protagonista para estampar el sello oficial. Después de dos temporadas en barbecho, Steve Nash ha anunciado su retirada del baloncesto. Este magnífico deporte que el sudafricano de raíces británicas y nacionalidad canadiense engrandeció con su fantasía eterna. El último director puro de juego que hallaba huecos vetados al resto, que siempre pensaba en pasar la pelota y alimentar a compañeros que le deben gratitud perenne. ¿Verdad, Amare Stoudamire? El hombre de los muletazos mirando al tendido firmó sus obras más sublimes en Phoenix, con aquellos Suns abanderados de la fluidez, los ataques supersónicos, el tiro exterior, la anotación obsesiva y la defensa transparente. Los entrenaba Mike DAntoni, claro, el técnico que faltó a clase cuando impartieron las diversas maneras de contener los ataques rivales.

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Se marcha ya de palabra de hecho llevaba tiempo ausente por sus continuos dolores de espalda- un maestro admirable, el jugador más valioso de la NBA en dos campañas consecutivas (2005 y 2006), el tercer asistente de la historia tras John Stockton (para el que firma, el base por antonomasia) y Jason Kidd. Se va otro de los fenómenos que abandona las canchas sin el anillo al que opositó con todos los argumentos posibles. Y lo hace durante la semana en la que analistas de la Liga norteamericana publican los resultados de una encuesta sobre los actuales unos del campeonato. Sale triunfador Russell Westbrook, autor de hazañas individuales barnizadas con unos números ajenos a este mundo, dueño de un físico que no guarda relación alguna con la mente privilegiada de Nash. Entiendo la admiración que genera el vigoroso y energético timonel de Oklahoma City, pero no comparto las opiniones sobre el premio. Cierto que sin él, los Thunder purgarían las bajas de Kevin Durant y Serge Ibaka, pero su cascada de pérdidas lo alejan de la fiabilidad. Es un espectáculo individual formidable y, sin embargo, poco tiene que ver con Stephen Curry y Chris Paul, sus seguidores en la lista.

Nash, a la hora del abandono definitivo, se sentirá orgulloso de que algunos jugadores de hoy hayan asumido su hermoso legado. Lo estará, sin duda, del base de los Warriors, principal candidato al título de MVP junto a Harden. Menos mal, que yo había venido a hablar del barbudo. Curry asume la vertiente lúdica del juego que el canadiense subió a los altares con entregas mágicas de la pelota y la añadidura de un lanzamiento lejano extraordinario. Además, su equipo se postula para el título porque a la perfecta armonía de su ataque une una defensa muy apreciable. Además forma con Klay Thompson el dúo de perímetro más excitante del torneo, una tormenta de pétalos florales que hunde los ánimos adversarios con el peso del granito. Puestos a continuar el sacramento de la confesión, el escolta de Golden State me parece el exterior más completo de la NBA por sus aportaciones a ambos lados de la cancha.

Pero bueno, que he venido a hablar de Harden y no me bajo del aro. El abanico para elegir al líder de la temporada regular va cerrándose según se aproxima la pancarta de meta. Parece evidente que el honor habría de recaer sobre los hombros del base de los Warriors o el escolta de los Rockets. Hasta que Westbrook ha irrumpido por el carril de la izquierda, a toda velocidad y sin intermitentes que valgan. Tiene un mérito enorme el actual redentor de los Thunder, pero me resultaría injusto que su exuberancia física y el modo de entender el baloncesto con prisas y sin pausas se impusiera a la clase excepcional de los dos principales candidatos. De Curry y su alter ego Thompson he escrito hasta dejarme sobre el teclado las yemas de los dedos. Ahora toca elogiar el talento descomunal de ese hombre con una barba castrista, tan larga y frondosa, que podría esconder cualquier cosa dentro de ella.

Harden y su catálogo en ataque

Una de las grandes sensaciones de la Liga hubo de abandonar Oklahoma porque no había dinero para pagar al tiempo a Durant, Westbrook, Ibaka y él mismo. Ni su excelsa calidad se merecía un simple hueco entre la nobleza por debajo de la aristocracia. Partió a Texas y en Houston lleva dos años reinando, especialmente este último. Ver a Harden en ataque colma el imperio de los sentidos, que para defender ya se toma sus buenos minutos de asueto. El catálogo completo de sus virtudes ofensivas requiere todo un párrafo: dribla en una baldosa de madera, ha patentado el paso atrás después de quebrar la cintura de su defensor para lanzar triples frontales, acude a la línea de tiros libres más que nadie en la Liga, sus cambios de dirección sajando la zona contraria por el centro apenas admiten comparaciones. Se trata de un anotador excelso con una facilidad asombrosa para el baloncesto. De hecho ocupa el segundo puesto en la tabla de puntos (27,2 de promedio) por detrás del huracanado Westbrook y tiene a Houston tercero del Oeste, cuarto tomando en cuenta toda la NBA.

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Tiene al equipo literalmente porque los Rockets, sin el lesionado pívot Dwight Howard, dependen en exceso de su fabuloso escolta. El genio de la luenga barba, que no de la lámara, acapara tanto el balón que oficia, realmente, de base. Cuando no anota reparte pero, con la entrega de las llaves a Harden, Houston se queda corto en la circulación de la pelota. Aunque claro, el protagonista pensará que a otro perro con ese hueso. Que sin él, los cohetes texanos apenas levantarían un palmo del parqué. Es lo que tiene formar una plantilla con un barítono excepcional y demasiados cantantes de medio pelo.

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