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Ángel Resa
Miércoles, 18 de marzo 2015, 10:36
Las reglas de la FIBA colocaron a la selección española frente a una disyuntiva, con todo lo que tiene de doloroso elegir entre dos opciones muy válidas. La Federación Internacional de Baloncesto limita el reclutamiento de jugadores nacionalizados a uno solo por cada equipo nacional ... y, así, el técnico de turno se encontraba ante la necesidad de escoger entre el congoleño Serge Ibaka y el montenegrino Nikola Mirotic. Se decantó por el primero con argumentos deportivos sustanciales. Los hermanos Gasol ya aportaban talentos ingentes a una batería interior que, con la presencia del bajo gladiador Felipe Reyes, necesitaba músculo, energía, intimidación y defensa. Precisamente las virtudes capitulares del pívot africano que, con el tiempo, ha desarrollado un notable tiro desde media y larga distancias. La materia física del hombre nacido en Brazzaville cerraba mejor el cuarteto que la finura innegable del chico de Podgorica.
Mirotic ingresó en las categorías inferiores del Real Madrid en edad cadete. Y fue creciendo, primero de manera progresiva y luego exponencial, porque la calidad termina por reventar las costuras de la camiseta. El cuatro cobró jerarquía en el equipo blanco hasta el punto de labrarse el cartel de pieza indispensable dentro del doble subcampeón de Europa. Nikola emigró el pasado verano a la NBA, sin la precipitación que ha aquejado a otros, después de demostrar su categoría incuestionable en Europa y atendiendo el sólido interés de Chicago. En los Bulls ha demostrado que algunas cabezas, como la suya, vienen amuebladas de serie. Ha aguantado con la paciencia imprescindible el cartel de último hombre alto dentro del mejor póker de la Liga norteamericana, el que forma con Pau, Joakim Noah y Taj Gibson. Y ha sabido escuchar los consejos de Gasol I, un aliado en el vestuario del United Center que le conjuga en presente lo que el de Sant Boi ha vivido durante un pretérito perfecto.
20 puntos y 8 rebotes
El montenegrino está firmando un mes de marzo celestial con promedios de 20 puntos y 8 rebotes. Cuando muchos se estrellan contra el rookie wall (muro de los novatos), propio de estas alturas de la temporada, Mirotic abrillanta un baloncesto bien pulido. El deporte profesional tiene algo de carroña. Nadie desea las lesiones de los compañeros, pero es un hecho que sirven para la reivindicación propia. Él las ha aprovechado tras períodos en los que podía tentarle la ansiedad, esa impotencia de quemar las virtudes con las leñas del banquillo. El ala-pívot de los Bulls acredita 9 puntos y 5 rebotes en lo que va de temporada, pero las cifras que ahora maneja lo sitúan como un hombre ya atornillado al campeonato y con peso específico dentro de una plantilla sobresaliente. Solo su descenso de nivel a la hora de defender mancha algo su intachable campaña de debutante. Y es que existen los novatos verdaderos y los camuflados como Nikola, una figura del baloncesto europeo.
Los buitres focalizan piezas abatidas y obtienen réditos de sus postraciones. Entiéndase bien, que a Mirotic no cabe culparle en absoluto de los problemas físicos que se han cebado en el alero Jimmy Butler y el ala-pívot Taj Gibson. Simplemente, ellos no estaban y el montenegrino, sí. Claro que se requieren cualidades para ocupar sus puestos y convencer a un entrenador tan exigente como Tom Thibodeau. Un técnico que le reclama más entrega atrás mientras le autoriza libertades adelante. La versatilidad del de Podgorica es tal que puede suplir a un tres alineándose como triple poste junto a Gasol y Noah o a un cuatro, su demarcación natural. Nikola despliega el catálogo de postales desde la cabeza y la última imagen golpea el suelo. Tan natural le parece un mate como un triple, se siente apto para arrimarse al aro mediante reversos y botes o amenazando con el tiro exterior que saca por encima de la cabeza un tipo de 2,08. A todo ello se le conoce con la palabra genérica fundamentos. Realmente, es muy bueno.
La confianza genera más de lo mismo. El nacionalizado de raíces madridistas ha viajado a Estados con la humildad de quien ha de demostrarlo todo allá y el descaro de los que saben colarse por los resquicios. Nunca le ha faltado valentía y ahora añade determinación para atacar el aro como si ya hubiese cumplido varias temporadas en la NBA. Se conocía que Mirotic apuntaba a futuro de los Bulls cocido a fuego lento, pero las lesiones del plantel han anticipado sus días de gloria. Ahora mismo resultaría más complicado elegir a él o a Ibaka para completar el cupo de nacionalizados en la selección. Cuando hubo de optar apenas cabían dudas sobre la idoneidad de reclutar al congoleño. Nikola siempre ha rehusado la condición de segundo plato, pero es el momento de librar un combate equilibrado entre ambos. La exuberancia física del africano desgraciadamente de baja hasta finales de abril cuando volvía a recuperar su sitio importante en Oklahoma- frente a la clase incuestionable del europeo. Sería ideal contar con los dos, pero la vida es como es y no como queremos que sea. Y las reglas del baloncesto, también.
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