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Joseba Segura será el séptimo obispo de Bilbao y el primero nacido en la capital vizcaína. El Vaticano confirmó este martes su nombramiento tras ejercer ... dos años como auxiliar. Entre sus principales desafíos destaca el de «atraer a los jóvenes a la Iglesia».
- ¿Se esperaba su elección?
- Absolutamente no. Y hasta hace poco no estaba claro que me fuera a quedar aquí.
- Ha comentado que no está especialmente contento por su nombramiento.
- No se trata de estar o no contento. Es algo neutral para mí. Tengo la convicción de que allí donde te manden ir, si vas con buen talante, con buena actitud, puedes hacer algo que merezca la pena.
- Pero se queda en casa. Es el primer obispo de Bilbao y sale de la Iglesia vizcaína.
- No me hubiese costado nada irme a otra Diócesis. He estado en muchos sitios: Estados Unidos, Latinoamérica... Si no me hubiese ido fuera me habría perdido experiencias enormemente enriquecedoras. Además siempre he querido estar en parroquias y ha sido así desde el año 85, hasta llegar a la Diócesis de Bilbao.
- Su nombramiento habrá sido bien recibido por el sector nacionalista, no como el de algunos de sus predecesores, que despertaron muchos recelos.
- Cuando hay un nuevo obispo, hay determinados sectores que lo ven más cercano y otros, muchas veces sin conocerle, lo ven más lejano. La experiencia de los obispos anteriores, Blázquez e Iceta, ha sido muy positiva para el conjunto de la Diócesis de Bizkaia. Tengo la esperanza de que con mi gestión algunas preocupaciones de unos y otros se serenen y demostrar que soy un obispo que no me muevo por sensibilidades políticas. Lo que quiero es no hacer sentir a nadie que no me preocupo por ellos.
- ¿Cómo cree que le ven?
- La gente me percibe como uno de aquí, del barrio de Rekalde. Es una ventaja pero a la vez también es una gran responsabilidad.
- ¿Qué futuro tiene la Iglesia?
- Afrontamos un cambio cultural muy rápido, venimos de una Iglesia que tenía un peso considerable y se va reduciendo. Dentro de 50 años seguirá habiendo una comunidad católica en Bizkaia pero más pequeña. Será una Iglesia que quizá no disponga de una fuerza pública tan grande como la que todavía conserva, pero sí una presencia significativa. Antes tenía mucha imagen social que ahora, en algunos ambientes, es mala.
- ¿Por qué?
- En parte, puede tener que ver con lo que ha sucedido en Europa. La gente considera que Dios no es necesario. Es un tsunami cultural. Vienen de una tradición de familia de fe pero dejan la fe porque no les parece importante. Pero también puede tener que ver con que la Iglesia no está haciendo alguna cosa bien y eso es lo que a mí me preocupa.
- ¿Qué no está haciendo bien?
- El papel actual es diferente. Hubo un momento en el que no había escuelas y la Iglesia empezó a crear escuelas; en el que no había hospitales y creó hospitales. Mejoró las condiciones de vida de la gente. Ahora ya no tiene nada que ver en eso, es responsabilidad de los gobiernos. El reto ahora es construir comunidades pequeñas de fe en las que se trabaje por el interés común.
Preocupación
- Los casos de abusos a menores también han podido afectar a esa imagen. ¿Cómo debe actuar la Iglesia?
- La Iglesia tiene que actuar sin ambigüedades y con total transparencia ante los casos de abusos. Hay que colaborar y hacer lo que esté en nuestra mano para que las autoridades civiles puedan investigar y poner las sentencias que correspondan.
- Tiene encima de la mesa el conflicto sobre los bienes inmatriculados de la Iglesia en Bilbao.
- La Iglesia de Bilbao ha inmatriculado muy pocas cosas comparado con otros sitios. Y las últimas investigaciones demuestran que las cosas se han hecho bien desde el punto de vista legal. Nosotros no queremos quedarnos con ningún bien si existe otro título de propiedad que pueda cuestionar el nuestro. Eso es clarísimo.
- Ha avanzado que llega con el desafío de atraer a los jóvenes. Tremendo reto. ¿Cómo se puede hacer?
- Lo que llega más a los jóvenes hoy, en este contexto en el que la experiencia de Dios y de la fe es muy difícil, es fundamentalmente el atractivo de hacer cosas juntos para intentar mejorar este mundo. Y para entregar tu vida a una causa debes tener fe. Pero también es importante la capacidad que pueda tener la Iglesia para dar mensajes que alerten al conjunto de la sociedad de lo preocupante que es la enorme y profunda precariedad de la vida de los jóvenes.
- ¿Qué papel está jugando la Iglesia en la crisis que ha provocado la pandemia?
- El otro día presentamos una iniciativa de las muchas en las que estamos metidos, Asken Sarea, la última red que intenta proteger a los que no reciben ningún tipo de renta, que no tienen casa, que están en una situación extrema y profundamente afectados por la pandemia. Trabajamos con las organizaciones del tercer sector que han tejido esa red, que distribuyen las ayudas a personas concretas a las que conocen, porque son de su barrio y saben de su situación. Eso no puede hacerlo la Administración, en eso tiene mucho que hacer y aportar la Iglesia, siempre lo ha hecho y lo va a seguir haciendo.
- Usted se ha implicado en la campaña de vacunación.
- Sí, he defendido la vacunación porque estoy convencido de que la única vacuna mala es la que no tienes. Y como he vivido en sitios que ni tienen ni sé cuándo van a tener, doy gracias a Dios por Osakidetza, doy gracias a Dios por Europa, por todas las vacunas y las opciones que tenemos aquí.
pandemia
- ¿Cómo valora la gestión de la lucha contra el covid en Euskadi?
- Es una de las valoraciones más difíciles que se pueden hacer. La misma gestión es muy discutida por unos y muy celebrada por otros. Y está expuesta a la batalla cotidiana de la vida política, de la desautorización del contrario. Es muy complicado hacer una valoración objetiva, por eso tengo un gran respeto por las personas que han tenido que tomar muchas decisiones muy rápido y quizá no en las mejores situaciones. A veces se han podido equivocar pero en la mayoría de los casos creo que han acertado.
- ¿En qué?
- El espíritu con el que se han adoptado muchas medidas es el de dar prioridad a defender la vida de las personas por encima de cualquier otra cosa. Me preocupan las restricciones en sectores como el de la hostelería porque tienen mucho impacto en la vida de las personas, pero a veces en la vida hay que elegir.
- ¿Qué piensa al ver las imágenes de jóvenes y no tan jóvenes de fiesta tras acabar el estado de alarma?
- Es muy difícil saber cuál es la palanca que hay que mover para conseguir abrir nuestros mundos cerrados y pequeños de preocupaciones e intereses personales a las preocupaciones del conjunto de la sociedad. Pero yo he aprendido una cosa: como no vas a conseguir absolutamente nada es echando la bronca a nadie. O diciendo: 'qué falta de responsabilidad'. Juzgar no ayuda en la tarea educativa. Y además la gente tiene la percepción de que durante mucho tiempo la Iglesia ha sido muy dura y nosotros mismos no hemos vivido a la altura de las exigencias que poníamos a otros.
- ¿Qué es lo primero que quiere hacer ahora que es obispo?
- Subir al Ganeko. Si puedo igual mañana, o en cuanto tenga un día libre.
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