Agentes de la Policía Municipal de Bilbao controlan la aglomeración de jóvenes en la céntrica calle Pozas. luis calabor

«Dejaremos de hacer botellón cuando nos abran las discotecas»

Jóvenes explican a EL CORREO sus razones para juntarse en unas aglomeraciones que han indignado a vecinos e instituciones

Íñigo fernández de Lucio | Carlos nieto garcía

Domingo, 3 de octubre 2021, 03:17

La 'crisis de los macrobotellones' que ha sumergido las últimas semanas a Bilbao en una espiral de aglomeraciones nocturnas, ruido, consumo desenfrenado de alcohol y montones de basura ha desatado la indignación de los vecinos del centro de la ciudad y también de los representantes ... públicos, con el alcalde Juan Mari Aburto a la cabeza. Hay un hartazgo generalizado, y una cierta incomprensión hacia la actitud de los más jóvenes. ¿Por qué está pasando? Sociólogos y políticos han tratado de dar una respuesta a lo largo de todo este tiempo, pero EL CORREO ha querido hablar directamente con los protagonistas de esos 'macrobotellones'. Si alguien se pregunta hasta cuándo va a durar esta situación, la respuesta es contundente: «hasta que nos vuelvan a abrir las discotecas».

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«El otro día estábamos bebiendo en casa y al final bajamos a Pozas porque sabíamos que ahí estaba el ambiente que normalmente había antes en las discotecas», explica Marta, de 25 años trabajadora en prácticas en una ingeniería. En esa calle se juntan miles de jóvenes que, una vez que los bares cierran, bajan por inercia hasta el parque de Doña Casilda. Y es entonces cuando se forman las polémicas aglomeraciones. Porque el botellón siempre ha existido. «Antes bebías en la calle hasta las 2 y luego ya ibas a discotecas», explica Pablo, estudiante de Periodismo de 23 años. Ahora, si los chavales no van a las discotecas, las discotecas van a donde están los chavales. «La gente lleva altavoces al parque y pone música», resume Marta, estudiante de 20 años de ADE + Derecho. «Y encima es más barato».

No es una cuestión menor. «Esto de los botellones es de lo más rentable», expresa Gonzalo, alumno de Económicas de 22 años. Es una simple regla de tres. «Si me voy a un bar una noche me quedo sin dinero para las próximas dos semanas. Prefiero gastarme cinco euros en cervezas que me van a durar toda la noche», sostiene Pablo.

«Estoy vacunado, mis padres y abuelos también... ¿Por qué no voy a poder salir?»

«recuperar la Normalidad»

«Somos los primeros que queremos proteger el medio ambiente y luego dejamos los sitios...»

autocrítica

Falta de alternativas de ocio nocturno y posibilidad de ahorrar dinero. Son dos pilares básicos para entender la proliferación de botellones multitudinarios fuera de un contexto de fiestas. Pero, según cuentan los chavales, hay dos variables más a tener en cuenta, que tienen que ver con la pandemia.

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«Los de mi generación hemos cumplido 18 años encerrados», se lamenta Ane, estudiante de Derecho. «Hemos cursado 2º de Bachillerato en un contexto de crisis sanitaria, sin apenas salir con nuestros amigos, con la pérdida de familiares a causa del covid, con miedo a contagiarnos...», enumera. «Creo que se nos juzga sin pensar en el daño psicológico que nos ha hecho esto». Tras año y medio de pandemia, sobre todo tienen ganas de salir.

El otro motivo tiene que ver con la sensación de que el fin de la crisis sanitaria está cada vez más cerca. Algunos se muestran prudentes pero el sentir mayoritario entre los más jóvenes lo resume claramente Gonzalo: «Estoy vacunado, mis padres y abuelos también… ¿Por qué no voy a poder salir? En algún momento tendrá que volver la normalidad».

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El partido que el Athletic disputó el viernes en San Mamés disparó la presencia de chavales en las habituales zonas de bares de la capital vizcaína, en las que se desplegó un fuerte dispositivo policial. Ainhoa Gorriz

«Los mayores también potean»

Se ha tachado de «irresponsables» a los jóvenes durante buena parte de la pandemia. Sin ir más lejos, a la quinta ola se la calificó como la 'ola joven'. Aitor, de 21 años y trabajador en una empresa del sector audiovisual, se queja de que se les culpabiliza en exclusiva de sostener actitudes contrarias a las normas establecidas por las autoridades para luchar contra la pandemia. «Los mayores llenaron los bares de Ledesma tras el confinamiento y tampoco se ven muchas mascarillas». Y concluye: «están de poteo todo el día, nosotros hacemos lo mismo, pero por la noche».

En cualquier caso, todos entonan el 'mea culpa' cuando ven en los medios de comunicación y las redes sociales cómo quedan Pozas o Doña Casilda después de cada botellón. «Es una vergüenza, no hay excusa», señalan. «Somos los primeros que queremos proteger el medio ambiente y luego dejamos los sitios como los dejamos», admite Pablo.

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En cuanto al ruido y las quejas de los vecinos, «las comprendo, pero esto ha pasado siempre con cada partido del Athletic», apunta Ane. Y lo relacionan con la falta «de un espacio donde encontrarnos por la noche sin causar molestias». Hasta ahora ese espacio ha sido el parque de Doña Casilda. Un lugar que desde este pasado jueves ha sido precintado parcialmente para intentar evitar nuevas aglomeraciones. Una medida que no preocupa en exceso a los chavales consultados por EL CORREO. «Iremos a otro lado», resumen. Y es que «si no abren las discotecas, esto solo va a ir a más», vaticina Aitor. Un pronóstico en el que coinciden todos.

También hay unanimidad a la hora de condenar actos vandálicos como los vividos en la calle María Díaz de Haro, donde varios jóvenes bailaron encima de un coche hasta que le hundieron la luna. «Es de sinvergüenzas», sintetizan varios. Pero algunos, como Fede, de 21 años y estudiante de un Grado Superior de Márketing, confiesan que lo comprenden «un poco». «Al final estás bebido, hay una presión del resto del grupo y en esa situación te da igual todo», explica. «Está mal, pero me podría llegar a pasar a mí también».

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La mayoría de las botellas pasan la noche en el suelo hasta que llegan los servicios de limpieza, pero alguna acaba siendo utilizada como arma arrojadiza hacia la Policía cuando acude a disolver la concentración. No tanto en Bilbao, pero sí ha pasado en lugares como Plentzia o Elorrio.

La mayoría de los jóvenes condena estos actos. Pero también es cierto que estar en un grupo grande da una cierta sensación de impunidad, a lo que se une el mantra de que «con la excusa de la pandemia» ha habido una sobrevigilancia policial sobre ellos. Si se enmarca además en un contexto de botellón multitudinario, con la gente desinhibida. «Cuando vienen a cortarte la fiesta, acaba mal», analiza Pablo, que vivió los disturbios de Plentzia en directo.

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