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K. P., uno de los seis jóvenes condenados por dejar en estado vegetativo de una paliza a Alexandru Andrei Ionita, Alex, en un parque de ... Amorebieta en la madrugada del 25 de julio de 2021, ha quedado en libertad provisional al cumplir la mitad de la condena, que no es firme porque está recurrida ante el Tribunal Supremo, según ha podido saber este periódico en fuentes cercanas al caso. Se trata de una libertad supervisada, con la condición de que no vuelva a delinquir.
La pena impuesta a este joven por la Audiencia vizcaína, fue rebajada por la sala de lo Penal del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV) de diez años a seis de prisión al entender que no había quedado probada su integración en la banda juvenil de 'los Hermanos Koala' (LHK). Según el tribunal, el hecho de que «exista un grupo no significa que cualquier persona que cometa un delito con ellos sea uno de sus miembros, sino que también está la codelincuencia». Pero apreciar una «duda razonable» sobre su participación en 'los koala', no significa que no hubiese una «concertación para agredir a la víctima en la noche de los hechos». Otro de los condenados puede seguir en breve los mismos pasos, ya que el TSJPV también dejó su condena en siete años y medio de prisión por igual motivo. La vistilla para analizar el asunto se celebrará el próximo mes de mayo.
A otros dos chicos también se les disminuyó la pena en cinco años, de 20 a 15, mientras que a los dos principales acusados se les mantuvo la condena a 20 años de prisión por un delito de asesinato en grado de tentativa y otro de pertenencia a banda criminal. Un séptimo implicado quedó absuelto de los delitos más graves, aunque fue condenado por denegación de socorro al consentir que el grupo le asestara patadas, puñetazos y botellazos al joven rumano mientras estaba tirado en el suelo e intentaba levantarse para huir. La salvaje escena fue grabada en vídeo por uno de los jóvenes y las imágenes, colgadas en redes sociales.
Alex no falleció en el lugar gracias a la rapidez con que fue atendido y trasladado a un hospital, pero quedó en estado vegetativo de por vida y con un pronóstico «infausto», según los peritos forenses que declararon en el juicio. Sufre severas secuelas que le impiden realizar una vida autónoma y requiere de la asistencia permanente de su madre y otros apoyos técnicos, como una silla de ruedas especial. El joven no puede andar ni hablar y necesita ayuda para comer, entre otras necesidades básicas diarias.
Además de los seis adultos, también fueron juzgados y condenados seis menores de edad, que cumplían medidas de seguridad de entre tres y cinco años en el centro de internamiento de Zumarraga. La jurisdicción de Menores prevé tiempos de instrucción mucho más cortos y el juicio se celebró en octubre de 2022. Varios de estos chicos ya han accedido también al régimen abierto o semiabierto, según indican las mismas fuentes.
La Diputación vizcaína, como tutora de algunos de estos menores, cuyos padres se declararon insolventes, entregó una indemnización de 840.000 euros a los padres de Alex por los daños y secuelas.
Alex cumplió 27 años el pasado jueves 9 de abril. Cuando sufrió la paliza que le cambió la vida, tenía 23. En cuatro años ha tenido que someterse a cinco intervenciones quirúrgicas, la última de ellas, una craneotomía, para colocarle una prótesis en la zona de la cabeza donde los golpes le fracturaron un hueso. El joven, y sobre todo, el gran esfuerzo de su madre, Ana Claudia, ha logrado lo que los médicos descartaban, ganar movilidad en las extremidades y pronunciar algunas palabras. Esta última operación a la que fue sometido en el hospital de Cruces ha logrado mejorar ligeramente su calidad de vida. Alex sigue asistiendo a rehabilitación y su madre no pierde la esperanza de volver a verle caminar, lo que sería un auténtico milagro.El joven se encuentra estos días con su madre en su Rumanía natal. Tienen previsto regresar en unos dos meses a Bilbao, donde residen. La mujer, natural de Alba Iulia, capital del distrito de Alba, ha permanecido junto a su hijo desde el primer momento, tanto en la UCI de Cruces como en el hospital de Gorliz. Una vez que recibió el alta, se encargó de su cuidado en un piso. «No hay castigo que pague ni un 1% de lo que sufre mi hijo. Sólo les deseo que vivan tres días en la piel de él», pronunció la mujer antes del juicio y cuando conoció la sentencia de la Audiencia que condenaba a los autores.
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