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Su creador, el arquitecto César Pelli, tenía claro que la había concebido para ser uno de los grandes iconos de Bilbao. La Torre Iberdrola tenía que ser a la vez de «funcional», «hermosa» e «inteligente». Iñaki Azkuna, el alcalde que impulsó su construcción, aseguraba que ... era «un elemento inigualable» que iba a «marcar carácter» en la ciudad. Ninguno de los dos se equivocó y el edificio más alto de Euskadi cumple mañana 10 años convertido en uno de los grandes emblemas de la capital vizcaína. Un referente en el 'skyline' de la villa prácticamente al mismo nivel que el museo Guggenheim.
El exalcalde de Bilbao y también arquitecto, Ibon Areso, considera su construcción como «un éxito». Una obra «emblemática», según dice, aunque sus inicios estuviesen marcados por la incertidumbre. «Se planteó como un auténtico reto para Bilbao y necesitábamos contar rápido con un gran inquilino que hiciese factible la inmensa inversión que exigía -más de 200 millones de euros-», explica. La Diputación, liderada entonces por Josu Bergara, se postuló para asumir ese papel. Concentraría allí la mayoría de las sedes forales, «algo parecido a lo que ahora plantea en la Torre BBVA».
José Luis Bilbao, que le sustituyó al frente de la institución foral en 2003, tenía, sin embargo, «otras prioridades y desechó participar en el proyecto». Aquellos años al frente del Ayuntamiento estaba Iñaki Azkuna, y Areso recuerda como «un encuentro con el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, en una corrida de toros de la Aste Nagusia», garantizó finalmente su ejecución.
Para él, la torre ha puesto a Bilbao «en el mapa del mundo de los negocios al más puro estilo de la City londinense». No lo dice sólo por los 50.000 metros cuadrados de superficie de sus 41 plantas. El pasado noviembre, recuerda, fue sede de la European Round Table, que reunió a los 60 primeros ejecutivos de la industria del continente. «Estos eventos de máximo nivel solo se celebran en ciudades con prestigio y escenarios como la Torre Iberdrola», remarca.
El arquitecto que diseñó la estación intermodal de Bilbao, Iñaki Aurrekoetxea, añade que la torre «introdujo el urbanismo moderno en el mundo de las oficinas en la ciudad». El urbanista destaca de ella su fachada de cristal, compuesta por 9.600 placas de vidrio, un formato similar al de las torres Isozaki, inauguradas en 2008 y en cuya construcción colaboró junto al proyectista japonés que las da nombre. «Una de las cosas más singulares del diseño de Pelli es esa forma de triángulo curvado que, en los días de sol y sombra, genera unos reflejos que cambian la configuración del propio edificio». Pero ésa es otra historia.
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