

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
MIGUEL ÁNGEL ALFONSO
Martes, 18 de abril 2017, 23:13
Aunque se niega a compararse con los viejos rockeros, esos que nunca abandonan los escenarios, lo cierto es que Iñaki Gabilondo (San Sebastián, 1942) continúa lúcidamente su carrera periodística a los 74 años. Mañana, a partir de las 22.00 horas, regresa al canal #0 de Movistar+ con una nueva entrega de reportajes de Cuando ya no esté, una visión del mundo que nos espera dentro de 25 años para la que se reunirá con un grupo de universitarios y viajará a China, Japón y Singapur. «Cuando tenía 23 años también pensaba que el mundo no iba a cambiar».
El mensaje de este programa es optimista: el futuro no está escrito.
Que el futuro no está escrito no lo considero un mensaje optimista sino un hecho real, aunque yo lo coloco contra la teoría pesimista que da por cerrados todos los caminos. Es cierto que ahora mismo se están haciendo muchas tonterías que pueden determinar el futuro, sobre todo las relacionadas con el medio ambiente, con nuestro planeta.
Es inevitable verlo con pesimismo.
Los indicadores ahora mismo no son muy esperanzadores, así que lo que hay conduce a los jóvenes al desánimo. La política les ha defraudado porque parece haber olvidado su capacidad de transformación de la sociedad. De todas formas, ellos tienen todo el futuro, yo ya solo tengo pasado. Fíjate, yo cuando tenía 23 años, en un país que era una dictadura y acababa de salir de una guerra, también me temía que nada iba a cambiar.
¿El miedo sigue siendo la gran herramienta de control?
Primero porque se sustenta en elementos objetivos, pero luego, además, los jóvenes no están recibiendo el segundo mensaje, que no están condenados a vivir siempre así, aunque les cueste creerlo.
En estos episodios ha viajado a Asia. ¿También es un hecho objetivo que el futuro ya no pertenece a Occidente?
Se está produciendo un viraje del escenario Atlántico al Pacífico, mientras que Europa está viviendo una época cansada, triste y lánguida. Somos una sociedad más envejecida y parece que vamos andando.
Se habla de que la inmortalidad puede ser posible en 50 años
Sinceramente, no creo que vayamos a ser inmortales, aunque cuando lo explicamos en el programa se organizó mucho alboroto. Los expertos hablan de que vamos a poder reordenar nuestro mapa genético y retrasar la vejez. Eso a su vez plantea un centenar de nuevos desafíos: ¿qué vamos a hacer con esas personas que están vivas pero que no viven? Como siempre, existen motivos para la esperanza y la inquietud.
«Arrepentido de mi ceguera»
Desalienta ver que España pinta poco en la revolución tecnológica.
Me molesta mucho, incluso me siento arrepentido personalmente de mi propia ceguera como periodista durante todo este tiempo. España no está haciendo las apuestas debidas en este campo y es paradójico, porque es un país en el que hay un montón de empresas avanzadas en estos temas. Ni siquiera aparece en el discurso político... Por suerte, hay muchas personas aquí que están trabajando como leopardos en ese sentido.
Hablando de su carrera, es usted como los viejos rockeros.
No, bueno, yo soy un hombre afortunado de que me sigan ofreciendo estos proyectos. Los periodistas no podemos determinar nuestro futuro profesional, a nosotros nos ofrecen cosas o no, no somos como un pintor que puede elegir su trabajo. Bastaría que mañana me quitaran un micrófono o una cámara para que no pudiera decidir seguir en esto.
Usted clavó lo que iba a pasar con las últimas elecciones españolas ¿Ganará el domingo Marine Le Pen en Francia?
¡No! (risas). Ahí me la juego seguro, ni siquiera sé si va pasar a la segunda vuelta. Pero eso no quiere decir que no sea algo preocupante.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Pastillas, cadáveres en habitaciones distintas... la extraña muerte de Gene Hackman y su mujer
Oskar Belategui | Mercedes Gallego
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.