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Yolanda Veiga
Miércoles, 9 de noviembre 2016, 01:51
La gente se acuerda todavía de cuando Jordi Évole no era Jordi Évole sino 'el Follonero'. Se acuerdan porque tampoco ha pasado tanto tiempo, aunque se hace raro ya el apelativo. Évole se ha quitado el apodo sin esfuerzo, sin empeñarse. Se lo hemos quitado. Ya no le reconocemos en ese 'chaval' que le montaba el follón a Buenafuente. Aunque sigue haciendo un poco lo mismo, a juzgar por el eco que logra. Hace unos días sentó enfrente a Pedro Sánchez. Un tanto, otro más. Sacó más rédito de la entrevista Évole que Sánchez y el de Cornellá se confirmó, se reafirmó, como uno de los grandes referentes de la información sobre la actualidad política. Sin necesidad de ponerse corbata, ni leer el telepromter. Casi cuatro millones de espectadores vieron la entrevista al ex secretario general del PSOE. Solo unos pocos menos que los que vieron hace unos meses la charla (paseo incluido) con Mariano Rajoy, los cara a cara entre Pablo Iglesias o Artur Mas y Felipe González, la entrevista con Otegi... Pau Canaleta, experto en comunicación política, analiza el éxito de Évole y ofrece las claves que explican el tránsito de 'Follonero' a referencia informativa.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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