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Telmo Aldaz es sobrino del aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, fallecido el pasado mes de mayo.
Un vikingo navarro

Un vikingo navarro

Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo regresa con la segunda temporada de ‘Mares’ a Discovery Max. «Estudié Derecho, pero prefería ser marino»

MIGUEL ÁNGEL ALFONSO

Viernes, 5 de agosto 2016, 23:31

«¡Por ahí viene el vikingo!», grita Agustín, un miembro destacado de la Asociación de Pescadores del Litoral Este de Málaga, cuando ve aparecer a Telmo Aldaz de la Quadra-Salcedo (Pamplona, 1970). El que fuera sobrino del aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, fallecido el pasado mes de mayo, acaba de aparecer por la playa del barrio de El Palo de la capital malagueña, un enclave donde está rodando la segunda temporada de Mares, la serie documental de Discovery Max que se estrenará en septiembre y que en esta ocasión estará centrada en el mar de Alborán y sus secretos.

A este vikingo navarro de casi dos metros de altura y barba frondosa no le cuesta congeniar con los pescadores locales, él también lleva el mar en la sangre. Hijo de un capitán de la Marina Mercante y una arqueóloga, de niño se crío en la costa almeriense. «Luego estudié Derecho, pero no tuve narices de opositar, prefería la aventura, ser marino», confiesa con la camiseta y los pantalones todavía llenos de salitre y arena, lanzando después una risotada que puede escucharse en la otra orilla del Mediterráneo, la africana.

Si en la primera temporada de Mares Aldaz viajó por el Estrecho de Gibraltar, en la segunda, a bordo de un viejo clipper restaurado, navegará por el mar de Alborán para descubrir a los espectadores oficios de pesca que llevan usándose desde tiempos de los fenicios, Melilla y sus edificios modernistas y la solitaria Isla de Alborán. «Ese lugar tiene una historia curiosa. Es tan pequeño que a lo largo de la historia ha pasado desapercibido. Durante un tiempo estuvo tomada por rusos, hasta que el Ejército español se hizo cargo de ella. Ahora tiene tres tumbas, la de un antiguo farero, la de su mujer y la del piloto de un avión Stuka alemán que apareció flotando durante la Segunda Guerra Mundial», explica Aldaz.

Su faro

Durante el rodaje en la isla, apareció una patera con más de 30 inmigrantes. «Algunos de ellos eran mujeres embarazadas, todos estaban deshidratados porque llevaban varios días al sol. Esa es la realidad del mar de Alborán y nosotros fuimos a socorrerlos», recuerda. En esta aventura le volverá a acompañar su fiel Pepé, un patrón de barco gaditano de mirada azul que aguanta estoicamente compartir el reducido espacio de la embarcación con el gigante navarro. También con un perro de agua español, «de la misma raza que los que acompañaron a los combatientes en la batalla de Lepanto».

Son como Don Quijote y Sancho.

No, en este caso no hay un Sancho ni un Quijote porque ninguno de los dos está loco ni lo suficientemente cuerdo, como Sancho, para decir las verdades. Pepé es la voz de la experiencia, sabe del mar y en un barco te da seguridad.

La muerte de su tío le sorprendió durante el rodaje del documental en Almería. Antes de coger el avión para asistir a su entierro tuvo que dejar grabada una secuencia de buceo, pero los médicos desaconsejan hacerlo con bombona de oxígeno si se va a volar en las siguientes 24 horas. «Lo hice a pleno pulmón, con la mala suerte de que me quedé enganchado en unas redes. Por poco no lo cuento. Lo que recuerdo es que fueron unos días muy tristes, porque mi tío siempre ha sido uno de mis referentes», rememora en una de las pocas veces que su gesto se torna triste a lo largo de la entrevista.

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