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Hizo elegante el exceso, natural el artificio y sencillo lo abigarrado.
Hermida, a su manera

Hermida, a su manera

Consus gestos, silencios y discursos de traje, flequillo y corbata se inventó un personalísimo estilo de hacer televisión en el que las formas cobraban tanta importancia como el fondo

Jorge Barbó

Martes, 5 de mayo 2015, 13:47

Se enciende el piloto rojo. Una pausa. Una media sonrisa que apenas deja despegar la comisura de los labios. Otra pausa. Una caída de párpados y algo parecido a una dramática reverencia. "Con nuestros mejores saludos", dice paladeando cada sílaba, con una voz levemente engolada. ... Otra pausa más. El programa no ha arrancado, no ha pasado nada. Pero él, con su impecable traje de color beige, su corbata adamascada y ese pañuelo que sobresale lo justo del bolsillo delantero del blazer ha conseguido llenar 15 segundos. Un mundo en el mundillo catódico. El instante, tan sólo uno más en una carrera atiborrada de minutos de directo, sintetiza la impronta de un hombre con una capacidad pasmosa para hilvanar ideas en apariencia inconexas, hasta tejer un discurso en el que cada gesto ataba cada frase, los rebuscados sinónimos se iban incrustando en filigrana y los silencios terminaban por almidonar el monólogo. A muy poca gente le aguantaría con dignidad un atuendo tan pomposo. Pero a él aquello le sentaba como un guante. Jesús Hermida (Ayamonte, 1937 - Madrid, 2015) hizo elegante el exceso. Natural el artificio. Sencillo lo abigarrado. Él mismo se cortó un inimitable estilo a medida con el que creó una personalísima forma de hacer televisión. A su manera.

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