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óscar cubillo
Domingo, 11 de junio 2017, 15:13
Ya pasó el primer festival Hirian, ése que una marca cervecera montó el sábado en Bilbao La Vieja, barrio marginal donde instaló varios escenarios pequeños, bajitos y verdes sobre los que actuaron una veintena de bandas entre las que las mujeres estaban más representadas de ... lo habitual. Y a ver si se repite el minifesti en 2018, pues ciertas asociaciones del barrio se han opuesto a él (es que la promotora Last Tour genera muchas envidias a la hora de luchar por las subvenciones). En fin
A la postre, sobre los tablados se cumplió lo previsto sobre el papel y uno de los mejores bolos lo dieron los gallegos Triángulo De Amor Bizarro. (La Coruña, 2004) en la terraza del Mercado de La Ribera (técnicamente eso no es Bilbao La Vieja, ¿verdad?) En cuarteto, con Isabel Cea al bajo y la voz como una de las más destacadas representantes femeninas del Hirian, TAB dieron un show de 16 pildorazos en 53 minutos en los que el sonido fue esparcido hacia la nada por el viento. De hecho, en primera fila ni se oía la guitarra de Rodrigo Caamaño. Pero los gallegos triunfaron: desde el principio llenaron la estrecha plaza de gente predispuesta, al poco consiguieron un núcleo que bailaba pogo en vanguardia, y por el epílogo incluso un puñado de muchachas se infiltró delante para corear algunas de sus canciones más pop.
Abrasión ruidista
Apurando la abrasión ruidista subterránea shoegazer (Amigos del género humano), ora asomándose al soul de los Raveonettes ora apretando en la caña after punk (Robo tu tiempo), TAB fueron colando algunos hitazos personales (El fantasma de la transición, un caramelo indie rock) y mordiendo el punk (Euromaquia), y alcanzaron un inusual momento sentimental mixto con Seguidores, un grandioso pop-soul con las crías coreando la letra de comunión entre público y grupo favorito y carismático.
Para el final reservaron El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo (la de llevar navaja siempre es conveniente, que les quedó troglodita en plan los Cramps), un Barca quemada coreadísimo por las féminas (de hecho remitía a Los Fresones Rebeldes), y la despedida con el pogo de De la Monarquía a la criptocracia (la de arréglame, arréglame -arréame, arréame decía un chica, pero es que cambian tanto las letras estos criptógrafos gallegos.
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