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Óscar Cubillo
Domingo, 4 de diciembre 2016, 13:04
A las 9, la hora oficial del inicio, larga cola había para entrar al concierto de Coque Malla, ex Los Ronaldos, en la sala Stage Live, donde presentó su séptimo y último álbum en solitario, El último hombre en la tierra (Warner). Nos extrañó la ... expectación, pues con su anterior disco, Mujeres (13), de duetos con féminas, se suspendió la cita prevista en el Kafe Antzokia. Esta vez todo culminó con éxito: el gentío soportó la congestión y las apreturas, entre los predispuestos espectadores corearon sobre todo ellas (en los temas más indies, curiosamente), la banda sonó con contundencia incluso en los momentos etéreos y un Coque en estado de gracia y tocado con sombrero, demostró un dominio de la masa acentuado con la experiencia: nos habló como un actor e incluso actuó en recitados insertados en sus canciones que no igualaría cualquiera (ni Loquillo si se pusiera), lanzó grititos esporádicos de satisfacción, una vez cantó sin micro («parece que está debajo del balcón de una chica», observó Rocío) y en una ocasión bailó como Michael Jackson jugando a las sombras chinas a cámara lenta.
El quinteto bien vestido (cuatro americanas y un par de corbatas estrechas vestían sus sobrios, elegantes y eficientes escoltas), en total sonaron 20 piezas en 112 minutos. Coque alternó la guitarra acústica con las eléctricas pero siempre sonó con similar rotundidad. Cantó muy bien, se metió al público en el bolsillo (ya se ha dicho, ¿no?) y hasta cuando se sentó en un taburete se agitó y se encaramó sobre él. Coque midió los tiempos y la intensidad, controló la pegada y paseó sin altibajos por diversos pasajes y ritmos perfectamente asimilados, como el soul (Escuchame con el piano en plan el quinto beatle negro, Cachorro de león con uno de los recitados), el country (por la parte postrera, con un Hace tiempo fronterizo a lo Sabina / Secretos y con slides incluidas, o el adiós con Despierto), por el difícil blues (Todo el mundo arde, a lo PJ Harvey, que fue cuando bailó) o por el más difícil indie (Berlín, Una moneda, Me dejó marchar, de las más cantadas las tres).
Además recordó a Las Ruedas (Shes My Baby), a Ron Sexmith (el creciente El último hombre en la tierra), a Leiva (no solo por saludarnos en el adiós post-bis bailando al son de una canción), a lo fronterizo de nuevo (Lo intenta), a esos The Divine Comedy a los que vimos en el BIME y a los que reconoció en la entrevista que concedió a EL CORREO (Me dejó marchar y Santo, santo), a su anterior grupo, Los Ronaldos, de los que recuperó estas cuatro: Sabor salado (a lo Radio Futura en funk y con final boogaloo), Saca la lengua (la primera countryficada), No puedo vivir sin ti (preciosamente countryficada y en plena comunión con el respetable) y, para abrir el bis doble, Guárdalo (muy coreada y festiva, con un teclado tex-mex vacilón en plan Joe King Carrasco y cierta pulsión deltónica).
Superados nos dejó el muy seguro de sí mismo Coque Malla, que sabe hacer música personal y manejar a su antojo y sin ataduras los géneros americanos. Un bolo que entrará en nuestra lista de los mejor del año. Si llegamos, claro...
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