La banda.

El Niño Gusano: 'El efecto lupa' (GEEM-BMG/RCA, 1996)

Dignísimos representantes del más mágico surrealismo sonoro, los aragoneses han pasado a la historia como una de las formaciones, surgidas de la independencia, más originales que ha dado la música española en las últimas décadas

César Campoy

Miércoles, 5 de octubre 2016, 19:27

El 29 de julio de 1983 falleció en México Luis Buñuel. Una década tardó su espíritu en cruzar el océano hasta retornar a su Aragón natal. Allí, acabó reencarnándose en uno de los cuartetos más surrealistas y personalísimos que ha dado la historia de la ... música española. Integrado por Sergio Algora, Sergio Vinadé, Mario Quesada y Andrés Perruca, El Niño Gusano se ha convertido en una aventura sin par, inimitable, única, caracterizada, tanto por un arrollador potencial interpretativo, como por una singularidad compositiva que les llevó a idear composiciones imposibles, repletas de alocadas letras. Todo ello acababa confluyendo en una suerte de tragicómico sentido del humor mecido en la psicodelia más sublime. Su potencial lo demostraron los zaragozanos nada más nacer. Además, pronto encontraron el cobijo y la camaradería de Pedro Vizcaíno que, con su pequeño sello Grabaciones en el Mar, se convirtió en un miembro más de la familia. En 1994 vio la luz un sorprendente 'Palencia EP' que dejó boquiabiertos a los pocos que lo escucharon en su momento. Un año después, el sello publicaba su primer larga duración, 'Circo luso', al que seguiría, poco después, 'Bernadutz EP', un epé que incluía, entre otros temas, una asombrosa adaptación del 'Hoy no me puedo levantar' de Mecano, además del que se convirtió en primer himno oficial del conjunto, una cautivadora 'La mujer portuguesa', primer y celebérrimo A-B-C de la filosofía 'Gusana'.

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Cuando aquella colección de temas (la recogida en 'Circo luso') llegó a las radios independientes y los medios especializados, pocos pudieron resistirse al magnetismo sonoro y textual de aquel maremagno maravillosamente semiabsurdo. Aquéllos eran los años de la efervescencia de la celebrada (por muchos) independencia sonora. España parecía vivir una nueva edad de oro musical a partir de las nuevas generaciones de músicos y el imparable goteo de festivales a lo largo y ancho del territorio (1995 es el año en que nace el FIB), y algunas multinacionales, conscientes de ello, se lanzan a la caza y captura. Una de las más activas fue BMG, que a través de RCA llegó a fichar a nombres como Los Planetas, Australian Blonde, Surfin' Bichos o Nosötrash. Tras pulsar el interés que 'Circo luso' había despertado en pequeños pero influyentes círculos musicales, el sello decide negociar con Grabaciones en el Mar la posibilidad de hacerse con los servicios de El Niño Gusano.

De la colaboración entre ambas discográficas, de hecho, surge el segundo larga duración de la banda. En comparación con su antecesor, 'El efecto lupa' evidencia un sonido final más compacto, brillante y profesional. Producido por el propio grupo y Juanmi Sánchez, y con el inconfundible diseño gráfico de su fiel Óscar Sanmartín (otro de los responsables a la hora de asentar la imagen de marca del proyecto), este disco marca ese mágico estadio intermedio (el ideal) entre la inocente locura y la excesiva madurez. En él, el combo muestra una insultante lucidez a la hora de tratar de ordenar tamaña anarquía creativa. La indiscutible solvencia a los instrumentos del cuarteto, además, se ve apoyada por una incontable nómina de colaboradores (entre ellos, el, pronto, nuevo miembro oficial del grupo, Paco Lahiguera) que ayudan a crear y desarrollar un universo personalísimo a base de arreglos repletos de sutiles pinceladas, vientos, cuerdas y percusiones.

'El efecto lupa' es un disco soberbio, repleto de sensaciones y sentimientos que te hacen deambular, de la rabia, a la calma; de la consternación, al máximo de los optimismos. Su inicio es perfecto, a partir de una circense (otro de los referentes del invento) 'Pelícano' ("pelícano con ruedas, come hierba donde quieras"), inmersa en unos cambios de humor desconcertantes, pero efectivos. Le sigue una de las creaciones más emocionantemente energéticas del combo, 'Mr. Camping' ("si tuvieras que comerte, ¿por dónde empezarías?"), todo un himno pop dispuesto para ser coreado a viva voz, merced a un magno estribillo que, de pegadizo, conmueve.

'Mr. Camping'

A partir de aquí, las más variadas criaturas surgidas de la factoría de El Niño Gusano comienzan a desfilar de manera ordenada, pero también traviesa. 'Pon tu mente al sol' («tejí con hilo verde una alfombra de hojas donde tumbarme») es una luminosa píldora de optimismo, mientras que 'Conde-Duque' («si es tan grande el dolor, quite esas galas y vista de luto») muestra la vena más psicodélica y enrevesada de la banda. Por su parte, 'El rey ha muerto' («a cada boca yo concedí un deseo; todos se cumplieron, todos menos el mío») se convierte en el aperitivo ideal ante una de las creaciones más difíciles y (efectivamente) surrealistas de El Niño Gusano, 'El chico de la noria hecha con pelos de colores'. Tras tamaño zarpazo de desconcierto, sólo es posible volver a recobrar el sentido con la adrenalínica 'Creo que te voy a dejar (bueno, no sé)', que da paso a una sobria y trabajadísima 'Madame Dos Rombos' («ven con Madame Dos Rombos, usa la lluvia como coche oficial»).

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La segunda parte de 'El efecto lupa', en ningún momento muestra señales de debilidad. La celebradísima y vigorosa 'Vicente del Bosque' («y todos bailaban alrededor del pelo del leñador muerto») contrasta con una dramática 'Sobrinito' («no pesa más que un gramo todo lo que amo»), tal vez, una de sus creaciones más sentidas y laberínticas. La sensual 'Caliño' («la luna silbaba a las barcas») se enfrenta a la oriental y abracadabrante 'La chica que salió de la tarta' («un triste bikini con piel de triste tigre»), justo antes de llegar al final de tan asombrosa aventura, a partir de una agridulce 'Y lo que digo 5 veces es verdad' («hundí mi tenedor en tu pelo por casualidad»), que abre la puerta (para que todo se cierre) a una ensoñadora y emocionante 'Un viaje a la luna' («las estrellas me dicen adiós, con mis manos yo les lanzo besos»).

Todas ellas, y una apabullante gira de conciertos que llevó a El Niño Gusano a recorrerse la península varias veces, convirtió a los aragoneses en una de las bandas españolas más respetadas. El futuro se vislumbraba radiante y esperanzador y, así pues, tan sólo dos años después de la publicación de 'El efecto lupa', el combo publicaba su tercer y último larga duración, 'El escarabajo más grande de Europa' (1998). El grupo se había convertido en uno de los puntales del catálogo independiente de la multinacional, y BMG-RCA ponía a disponsición del conjunto todos los medios que pudiera necesitar. De esta manera, los zaragozanos contaron con el concurso de uno de los productores más importantes que ha dado la música española. Durante dos meses, el quinteto se encierra en los míticos estudios Torres Sonido de Joaquín Torres (ex de Los Pasos, y colaborador de artistas de la talla de Camilo Sesto, Barón Rojo, Rocío Jurado, 091, Rocío Dúrcal, Ilegales, Rosendo, Los Secretos, Tequila, Hilario Camacho o Burning) que, con la connivencia a la masterización de su fiel Álvaro Corsanego, consiguen dotar, todavía, de mayor lustre a la última hornada de composiciones de El Niño Gusano. Las deliciosas interpretaciones de temas como 'Ahora, feliz, feliz', 'Papel de regalo', 'Soy ruso, señor', 'Duerme' o 'Ángel guardia' se convierten en el fantástico epílogo de una banda que, aupada ya en la primera división de la industria musical, no acaba de cumplir las expectativas comerciales impuestas por BMG. Pocos meses después, el grupo deja de existir. En los años siguientes, verá la luz, tanto un recopilatorio repleto de rarezas ('Fantástico entre los pinos'), como un disco tributo ('Pana, pijama, lana'), en el que artistas como Manta Ray, Bunbury, Sidonie, La Habitación Roja, El Columpio Asesino, Julio de la Rosa o Caballero Reynaldo se rendían ante la mágica locura de un proyecto tan irrepetible como aquella comunión de personalidades tan especiales (las de sus componentes). Tras apagarse la llama de El Niño Gusano, Sergio Vinadé y Andrés Perruca se embarcaron en la aventura de Tachenko, mientras que Sergio Algora creó Muy Poca Gente y, más tarde, junto a Fran Nixon (de Australian Blonde), La Costa Brava. El 9 de julio de 2008, el mundo de la música recibió una certera puñalada en el costado cuando supo del fallecimiento de Algora. Aquel día, el surrealismo ibérico perdía uno de sus pilares más frescos e inolvidables.

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'Pon tu mente al sol'

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