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El compositor ruso, Tijon Jrénnikov.
No diga superviviente, diga Jrénnikov

No diga superviviente, diga Jrénnikov

El compositor ruso ocupó relevantes cargos políticos durante medio siglo, mientras muchos de sus colegas eran ninguneados o enviados al gulag

César Coca

Martes, 14 de junio 2016, 00:09

¿Quién fue el único dirigente de una institución de la Unión Soviética que, nombrado por Stalin, siguió ocupando su puesto con Kruschev, Brezhnev, Andropov, Chernenko, Gorbachov y Yeltsin (ya como Rusia), para terminar siendo condecorado por Putin? Aunque no lo crean, hubo alguien que ... logró ese aparentemente imposible nivel de supervivencia política. Que estuvo siempre ahí, sin pasar por ningún gulag, sin perder ningún privilegio, sin verse despojado de la dacha en la que pasaba sus vacaciones de verano ni el coche oficial. Alguien que mostró una capacidad para estar junto al poder como nunca antes se había visto en la URSS, donde Stalin acostumbraba a enviar a la muerte a quienes habían sido sus más estrechos colaboradores hasta 24 horas antes. Recuerden este nombre: Tijon Jrénnikov. Un compositor que accedió en 1948 al cargo de secretario de la Unión de Compositores Soviéticos y allí estuvo hasta la desaparición de la URSS. Shostakovich y unos cuantos más de quienes vieron cómo la Unión no movía un dedo cuando tenían problemas con las autoridades de Moscú decían que Jrénnikov era inmortal. No llegó a tanto pero lo intentó: murió en 2007, a los 94 años, colmado de honores más allá de las críticas de los colegas por los que nada hizo. Dejó también un amplio catálogo de obras que apenas se interpretan fuera de Rusia, aunque eso no significa que carezcan de interés. Porque Jrénnikov no era Prokofiev ni Shostakovich. Ni siquiera estaba a la altura de Kabalevski, pero algunas de sus obras se escuchan con agrado. No debemos matar al compositor por los turbios manejos de la persona.

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