En un concierto reciente en Alemania.

McCartney, el beatle crepuscular

'Macca' expone su feliz reencuentro con la leyenda del cuarteto de Liverpool en una gira que llega a Madrid hoy

Miguel Pérez

Lunes, 30 de mayo 2016, 13:28

Si un concierto comienza con 'A Hard Days Night, ya sabes lo que sucederá a lo largo de la noche: fiesta y diversión sin freno. Y así es como empieza Paul McCartney los bolos de su gira 'One on One', que hoy recala en ... el madrileño estadio del Vicente Calderón en una cita que, como bien dice su promoción, representa un encuentro con la Historia. Porque a lo largo de tres horas de música en directo, 'Macca' se zambulle directamente en el repertorio de los Beatles. Vuela sobre su catálogo: 'Eleanor Rigby', 'Hey Jude', 'Love Me Do', 'Yesterday'. Quién lo hubiera dicho hace veinte años. De los más de 34 temas que lleva al escenario, apenas la mitad constituyen concesiones a su carrera en particular y su trabajo con Wings. El resto es pura furia beatlemaniaca.

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¿Oportunismo? ¿Falta de ideas? ¿Escasez de éxitos propios como para llenar estadios? Ante el concepto de este tour mundial, es seguro que este tipo de preguntas habrán brotado con la insistencia de la hierba (legal o ilegal) en primavera. Pero en absoluto soportan la realidad porque: a) es fácil presumir que McCartney, sólo en royalties, podría vivir varias vidas sin necesidad de pisar la carretera para hacer caja; b) el exbeatle es un prolífico compositor y multiinstrumentista que ha grabado más de una treintena de discos desde la disolución de los cuatro de Liverpool en 1970 y todo aquello que toca su mano, aún hoy, es cool, sinónimo de frescura y originalidad; c) durante décadas sólo ha hecho algunas concesiones al repertorio del cuarteto en sus giras sin dejar por eso de arrastrar multitudes.

En realidad, 'One on One' tiene bastante que ver con la idiosincrasia de un individuo que es consciente de lo que ha vivido y de un músico que se reencuentra con su pasado libre ya de prejuicios. Con la tranquilidad de haber vencido a la leyenda después de una feroz y larga batalla. Es cierto que en ocasiones no hay peor éxito que el que se logra temprano. La disolución de los Beatles provocó en McCartney una depresión de la que solo salió al concentrarse en su primer disco en solitario y formar Wings, banda fundada con su mujer, Linda, y Danny Laine (guitarrista de los Moody Blues) y a la que nunca se reconocerá lo suficiente su talento técnico y su contribución al desarrollo del pop y el rock británicos. Corría 1971, apenas habían pasado unos meses desde el final de los Beatles y Wings tocaba para auditorios de un millar de personas.

McCartney nunca quiso recurrir al catálogo de canciones más famoso de todos los tiempos para ganar audiencias. Honestidad que fue incomprendida por una sección de la crítica y de la audiencia que aguardaba inútilmente hasta el último minuto en espera de 'Let it Be'. Sólo una vez consolidado como artista individual, comenzó a hacer concesiones a algunos de los viejos temas que él había compuesto con los cuatro fantásticos. Lo mismo les ocurrió a John Lennon y George Harrison. Ambos deseaban volar sin lastre en las alas. En aquellos primeros años separados, la música de los Beatles quemaba como el fuego. La paradoja es que, así, el que hubiera sido el concierto más redondo de la historia nunca llegó a producirse.

'Let it be' (Nueva York)

'One on One' es importante por varias razones. Una de ellas, porque es quizás el remedo más próximo a aquel concierto que nunca se dio en el momento lógico. Pero también es un ejercicio de reflexión de un artista que ahí arriba, con su banda y su historia, se asemeja más que nunca a un gran músico crepuscular. A punto de alcanzar los 74 años (los cumplirá sólo unos días después de tocar en Madrid), 'Macca' parece más grande, más libre y más desprejuiciado que nunca. Y más consciente de su patrimonio y la necesidad de abrirlo al público como si se tratara de un gran parque temático sonoro. Ya no están Lennon, Harrison ni George Martin para reivindicar el legado. En las entrevistas previas a la gira, le preguntaron por la elección del repertorio de los conciertos. Y él respondió simplemente que, como sucede con otros grupos míticos, existe una demanda fija del público por determinadas canciones. Así de sencillo.

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Es muy probable por tanto que ya sea la hora de los Beatles, pese a que, curiosamente, McCartney está a punto de editar una antología discográfica donde recoge 67 hitos de su carrera sin que entre ellos destaque material alguno del cuarteto británico: 'Pure McCartney' son canciones pertenecientes a su carrera en solitario, con los Wings y colaboraciones varias en otros proyectos musicales. Sir Paul ha grabado cuatro álbumes sinfónicos y trabajos dedicados a la electrónica y el dance (The Fireman, con el productor Youth). Un renacentista puro.

El concierto del Vicente Calderón resultará parcialmente mágico para quienes creen que los calendarios carecen de casualidades. Se celebrará solo cuatro días antes de aquel 6 de junio de 1960 en que los Beatles debutaron en Reino Unido. Y poco más de un cuarto de siglo después de la visita de McCartney al Pabellón de los Deportes de Madrid, donde presentó 'Flowers in the Dirt' en su primera gira post-Wings en la que demostró su facilidad para convertirse en el ave fénix. Era noviembre y hacía un frío de mil demonios en la ciudad. Pero el pabellón ardió en mil imágenes, Paul habló brevemente en castellano, Linda McCartney grabó toda la liturgia con su videocámara y al final sonó 'Yesterday'.

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El polifacético compositor supervisa y controla todo lo que tiene que ver con 'One on One'. Evidentemente, el del Vicente Calderón será un concierto dotado de toda la tecnología del siglo XXI que convierte en realidad los tópicos del circo de las estrellas. Pantallas led, láseres y un equipo de sonido cuya virtualidad es la de permitir que canciones compuestas en los años 60's suenen con los medios del siglo XXI. Porque si algo le gusta a McCartney es que, a pie de calle, todo sea más orgánico. Toca desde hace lustros con la misma alineación de músicos (Rusty Anderson y Brian Ray, a las guitarras; Paul Wickens en los teclados y Abe Laboriel como batería) y no le gustan las versiones 'ad hoc'; prefiere que cada tema recoja las melodías y acordes tal y como fueron creados en origen. Al fin y al cabo, es el guardian del tesoro.

'Yesterday' (Liverpool, 2008)

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