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mitxel ezquiaga
Viernes, 20 de mayo 2016, 08:43
Bruce Springsteen recuperó el miércoles fuerzas tras el derroche físico en el concierto de Anoeta. El Boss, su compañera Patti Scialfa y unos amigos que les acompañan en la gira cenaron en la cocina de Arzak. El menú diseñado por Juan Mari y Elena Arzak ... devolvió la energía al artista que deslumbró la víspera en el estadio con sus 3 horas y 45 minutos de concierto.
Springsteen ha prolongado su estancia en San Sebastián más tiempo del inicialmente previsto. Los componentes de la E Street Band partieron por la mañana hacia Lisboa, donde el Boss y su grupo actuó, pero el músico y su mujer optaron por quedarse en Donostia, ya más relajados tras la multitudinaria cita del martes. Ayer volaron hacia la capital portuguesa, donde participan en el festival Rock in Río. No se descarta, incluso, la posibilidad de que el músico regrese a la capital donostiarra y haga de San Sebastián su 'campo base' antes de actuar el sábado en el Bernabéu de Madrid. Luego le espera una apretada agenda europea: Manchester el miércoles, Dublín el viernes, Glasgow, Londres, Holanda, Alemania, Dinamarca, Italia, Bélgica, Francia... El 31 de julio, en Zurich, cerrará el tour por el viejo continente y el 23 de agosto retoma el periplo por Estados Unidos.
Pero de momento el Boss ha prolongado su estancia en Donostia, y recibiendo el calor del público. Fue un espectáculo ver en la noche del martes cómo el público que salía del estadio aplaudía la comitiva de furgonetas negras en la que el artista y sus músicos abandonaban Anoeta precedidos de un discreto acompañamiento policial. Los aplausos se repitieron a la llegada de Springsteen al Hotel María Cristina, donde continuaban los fans. Springsteen, visiblemente cansado, aún tuvo tiempo de saludar a los aficionados, aunque se retiró pronto a descansar.
El miércoles los aficionados que seguían haciendo guardia ante el hotel tuvieron premio. Los componentes de la banda fueron saliendo del 'cinco estrellas' hacia los coches que les llevaron al aeropuerto de Hondarribia, desde donde volaron a Lisboa. El manager del Boss, Jon Landau, una leyenda de la música a la que también piden autógrafos, dejó la ciudad «encantado». San Sebastián es la ciudad más pequeña de la gira, y su estadio, el de menor aforo de cuantos visita Springsteen. «Si el Boss viene a Donostia es por algo especial, más allá de los tópicos», dicen quienes conocen los entresijos de la gira.
El menú, con un buen Rioja
El 'algo' bien puede ser, entre otras cosas, la gastronomía. La noche del miércoles Springsteen se dio un homenaje en Arzak junto a otro «viejo rockero». Porque así se ha definido siempre Juan Mari, el cocinero del alto de Miracruz. La visita estuvo rodeada de la máxima discreción porque así lo pidió el entorno del músico. El Boss cenó en la mesa de la cocina con Patti Scialfa y otra pareja. Querían degustar las bondades del local y compartieron raciones para probar más cosas: guisantes, carabineros, lenguado, rape, cordero, pichón y un surtido de postres en el que no faltaba el trufón de chocolate. Cada uno de los platos, al estilo Arzak: en originales preparaciones o con sorprendentes acompañamientos. Y para regar, un tinto de Rioja: Torre Muga 2011.
Pero se seguían recordando en San Sebastián los ecos del memorable concierto del martes, que encontró una amplia resonancia en los medios de comunicación. Hubo quienes criticaron el carácter «excesivamente conservador» del repertorio, pero todo el mundo coincidía en la exhibición de energía y en la conexión con el público.
Quienes mejor hablaban del concierto son los propios músicos. Loquillo se rendía ante el derroche, lo mismo que Mikel Erentxun. El músico donostiarra vio una parte del concierto en el palco y luego bajó al césped, junto al escenario. Allí estaba también Pablo Benegas, guitarrista de La Oreja de Van Gogh, que quiso estar «abajo».
También estaban sobre el césped de Anoeta el presentador Manel Fuentes y el cocinero Karlos Arguiñano con más amigos. En el palco estaban las autoridades, los responsables de Donostia 2016 (Pablo Berástegui y Xabi Paya) o un presidente de la Real, Jokin Aperribay, relajado porque no tenía que estar pendiente del resultado de Anoeta.
Desde el Ayuntamiento se había hecho llegar al Boss una camiseta de Donostia 2016, quizás con la esperanza de que la luciera. También la Real le regaló una camiseta, pero Springsteen nunca se pone símbolos de las ciudades para evitar susceptibilidades en otras. Se mantiene fiel al uniforme del rockero.
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